Han tenido que traer refuerzos desde Venezuela para ver si tumban la investigación llamada Purga. Como estarán de desesperados, como serán de sólidas y coherentes las evidencias que la fiscal general ha ido apilando en este caso, que no han tenido empacho en hacer el ridículo. No es broma, pero nada menos que desde Caracas, convertida gracias al señor Maduro, en la casa matriz de la corrupción latinoamericana y madriguera de delincuentes internacionales, ha aparecido por arte de magia la grabación de una conversación entre dos individuos; conversación que, según los interesados, exculparía a los principales involucrados en una de las redes de corrupción judicial más grave que se haya destapado en el Ecuador. Al paso que vamos, desde Venezuela van ahora a resolver cómo deben actuar los fiscales y jueces ecuatorianos.

Una cueva de ladrones

Clivajes

¿Por qué han decido hacer el ridículo de importar un salvavidas lleno de caliches que lejos de ayudarlos a flotar los hunde más? ¿Qué tiene el caso Purga que enloquece tanto a algunos al punto de pedirle auxilio a la Venezuela de Maduro? El asunto es que el caso Purga no es uno de los tantos casos de corrupción de los que estamos acostumbrados en el país. No es solamente el asalto al Banco del Pacífico por varios millones de dólares liderado por un dirigente político. No. No es solo eso, si bien semejante atraco es ya de por sí grave, lo que tiene el caso Purga es algo más. Esa investigación pone al descubierto el maridaje que ha existido entre el sistema judicial del país y la clase política. Ese es el problema. Si bien es verdad que los ecuatorianos tenían una idea de la existencia de esa amalgama entre políticos y jueces corruptos, y para lo cual les servían de referentes ciertos casos aquí y allá, es ahora recién con el caso Purga donde las especulaciones e hipótesis han dado paso a evidencias concretas, a pruebas específicas, a confesiones, a nombres, direcciones, teléfonos, tarifas de cobro, venta de sentencias, fórmulas de extorsión, chats, prostitutas, es decir, a todo ese arsenal de tenazas, martillos y sierras que han usado y usan jueces y políticos para convertir a la justicia como una fuente de enriquecimiento personal, de impunidad y de poder. Ese es el problema del caso Purga. No es solamente la viveza de un vulgar vacunador sacándole plata a un banco comercial que en su momento fue ejemplo y líder de modernización financiera, y que, en manos del Estado, fue convertido en el panal de abejas de ineptos y vivarachos. Es que a través de las investigaciones casi se ha desnudado a buena parte de nuestra dirigencia política como un sindicato de asaltantes que han hecho del sistema judicial uno de los peores sistemas de la región. Un sistema que lejos de garantizar transparencia, que es esencial para asegurar la inversión y el empleo, se ha convertido en una maquinaria de hacer dinero y en arma de vendettas personales.

¿En serio creen que van a vencer al narcotráfico con un sistema judicial que está al servicio de las élites políticas? En vez de canalizar las energías en destruir al caso Purga mediante cantinfladas traídas de Venezuela, lo que requiere el Ecuador son soluciones para que el caso Purga no se vuelva a repetir jamás. Soluciones que no deben ser un pretexto para que el sistema pase de unos dueños a otros. (O)