El Gobierno Nacional habría decidido el fin del subsidio al diésel para el sector camaronero. Sería una “decisión ética”, pues los subsidios del Estado “no pueden ser para los ricos”. Entonces, los subsidios al crecimiento económico emitidos hasta ahora, habrían sido moralmente indebidos; no ilegales, pero si un contrasentido. ¿Cabe tal concepción dadas las características de nuestra economía? ¿Es necesario para el Ecuador de hoy enfocarse en reducir el déficit fiscal eliminando subsidios al crecimiento económico?

Ojalá que las metas del Gobierno Nacional en política económica fueren más amplias. Estas deberían reflejar su anunciado compromiso con el crecimiento económico nacional, con base en la mejora competitiva y el desarrollo sostenible de los sectores productivos de mayor potencial. Deberían evidenciar coherencia con tres aspectos que la realidad del Ecuador presenta: una economía abierta al mundo, que tiene un mercado interno pequeño y que carece de moneda propia.

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Una economía abierta al mundo como la nuestra (exportaciones más importaciones suman casi el 50 % del PIB) se afecta grandemente por eventos externos y por tanto el diseño de la política económica debe minimizar tales impactos. Una economía pequeña como la nuestra asegurará su crecimiento y la generación de empleo en el largo plazo mediante el aumento constante de sus exportaciones, tanto en cantidad como en valor. Una economía sin moneda local, incapaz de abaratar costos locales vía devaluaciones, se obliga a una política económica enfocada en propiciar la constante mejora de productividad y menores costos reales de sus empresas con mayor posibilidad de éxito competitivo global.

De cara al mercado y la competencia internacionales, nuestra política económica debería reconocer que los competidores de nuestros exportadores reciben subsidios de sus gobiernos y generalmente pagan menores salarios. Que el consumidor de nuestras exportaciones es cada vez más exigente en precio, calidad, responsabilidad social y ambiental. Que, en este juego, el que no avanza vía inversiones constantes, retrocede.

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A pesar de que la política económica de los gobiernos de los últimos veinte años ha distado de parecerse a lo descrito en estas líneas, la industria camaronera (como otras industrias exportadoras exitosas globalmente) ha alcanzado una posición del liderazgo global con base en la mejora constante de productividad y valor para el consumidor. Como los productores más pequeños no siempre pueden asumir este reto, la política económica aún les debe a éstos una estrategia de soporte particularizada.

Que las metas del Gobierno Nacional aborden horizontes como los aquí planteados. Que, en este tema, su política económica refleje su anunciado compromiso con el crecimiento económico. Que ejecute un plan de reducción de subsidios al combustible consumido por los sectores productivos como parte de estrategias de largo aliento para apoyar al éxito competitivo global de los mismos. Que el único subsidio “no ético” sea el que no genere empleo y prosperidad para los ecuatorianos. (O)