La inteligencia artificial (IA) está transformando el mundo a una velocidad vertiginosa. Evidentemente, su llegada ha sorprendido al mundo, pues se han construido herramientas con IA que mejoran y son más certeras con cada segundo que pasa.

Para un mercado laboral precario, como el ecuatoriano, esta tecnología podría parecer amenazante y la respuesta simplista o populista podría ser prohibir su uso o limitarlo drásticamente. De asumir esa postura, estaríamos cometiendo un gran error. Así como hay riesgos, hay oportunidades enormes en esta nueva era.

Inteligencia artificial, ¿el fin de la humanidad?

Inteligencia artificial en la educación

Algunos riesgos de la acogida de esta tecnología son la posibilidad de desplazamiento laboral y la brecha de habilidades. La IA puede resultar en la pérdida de empleos, especialmente en sectores con tareas rutinarias y predecibles y los empleos que se generen alrededor de esta requerirán un conjunto de habilidades técnicas muy específicas. Quienes no tengan acceso a la formación necesaria para adquirir estas habilidades se quedarían atrás.

Ahora, yendo a las oportunidades, la IA puede aumentar la eficiencia y la productividad en muchas áreas de trabajo. La automatización de tareas repetitivas liberará a los trabajadores para que se concentren en tareas más complejas y orientadas al pensamiento humano. Además, la IA puede generar nuevos empleos, especialmente en áreas como ciencia de datos, aprendizaje automático y desarrollo de software. La formación en estas disciplinas puede abrir una amplia gama de opciones laborales.

Para enfrentar esta evolución digital es clave que entendamos que la riqueza de una nación no yace en las herramientas que tiene a disposición, en los commodities como el petróleo o el oro, no se acaba con la IA.

La riqueza de una nación está en la capacidad de sus habitantes para crear valor y saber aprovechar su entorno. La riqueza de una nación está en las personas.

Políticas educativas e inteligencia artificial

El historial crediticio y la inteligencia artificial

Lamentablemente Ecuador se ha convertido en un país que asfixia a quien quiere sacarle partido a su capacidad. La burocracia y su metaverso kafkiano sumados a la inseguridad, tanto física como jurídica, tienen estancadas a inversiones, emprendimientos y personas. Nuestro país se ha vuelto el escenario perfecto para permanecer en un estado de alerta donde la inestabilidad inhibe el desarrollo de la creatividad, adaptabilidad y libertad.

El miedo a la IA nos podría paralizar y llevar a desaprovechar una oportunidad de aumentar nuestra productividad y generar trabajo de calidad. Por eso, es el momento para enfocarnos en un propósito de Estado y prepararnos. Es ahora que tenemos que avanzar hacia una educación donde se cultive principalmente la capacidad de resolución de problemas y la creatividad, tener una legislación laboral más flexible y en promover un ambiente de país de libertad.

La IA está aquí para quedarse, y su impacto en el mercado laboral será significativo. Ecuador puede convertir este desafío en una oportunidad, preparando a sus ciudadanos para el futuro y asegurando un crecimiento económico sostenible. La inteligencia artificial puede ser un motor de cambio, pero es crucial que se cultive un ambiente de libertad donde la verdadera riqueza de nuestra nación pueda florecer. (O)