Vivimos, ahí, otro terrible episodio. La oposición ganó las elecciones según apreciaciones neutrales, pero Nicolás Maduro se arregló para declararse triunfador porque todas las instancias (electorales, justicia) están en sus manos, y ha tomado la investidura rodeado de su falsa legitimidad y sus protectoras FF. AA. La oposición ha recorrido el mundo logrando apoyos para el electo presidente Edmundo González, se ha presentado en Caracas, ha movilizado las calles… y hasta ahí llegaron sus opciones, porque el poder es avasallador. Algunos critican que solo alcanzan a movilizaciones estilo Hollywood, quizás, pero creo hacen un esfuerzo de una enorme valentía (María Corina Machado y los suyos) frente a una aplanadora. Si hay otros que lo pueden hacer mejor, ¡háganlo!
¿Puede esta gente dejar el poder? Por voluntad propia, jamás. Han captado demasiado y de muy mala manera. Tienen en sus manos la riqueza de un país rico que han empobrecido y ahora hacen muy probablemente parte de mafias internacionales de las que lucran, pero que además no les dejan abandonar ese barco. Por todos los crímenes cometidos serán perseguidos en el mundo, aunque llegaran a algún acuerdo redentor, a no ser que se refugien en los países donde no quieren refugiarse, ¡porque en algunos no quisieran vivir y en otros serían más prisioneros que refugiados! Y deben tener pesadillas de terminar como algunos dictadorzuelos.
¿Cómo llegaron ahí? La semana pasada señalaba que la receta para la hiperinflación (Argentina) es sencilla y común, igual la receta venezolana, que suma otros factores conducentes a un desastre. Uno, la visión de captar el poder y allí eternizarse, lo cual requiere eliminar la más mínima manifestación de cualquier tipo de oposición sea política, empresarial, religiosa o de los comunicadores, lo cual obliga a tener a las FF. AA. en sus manos (y esto “cuesta”). Dos, la visión de que el Gobierno es quien mejor resuelve los problemas sociales, para lo cual este crece sin control regalando dádivas y se lo hace en una época de bonanza (petrolera en este caso, en los años 2000) que permite “raspar la olla”, y cuando esto merma, se recurre a la impresión de dinero y viene la hiperinflación. Tres, a la ineficiencia de un enorme Estado (ejemplo, la destrucción de la petrolera PDVSA) se suma ineficiencia general como resultado de expropiaciones o amenazas que destruyen la inversión, además de mecanismos como controles de precios o de cambios cuyo resultado inevitable conocemos desde hace siglos de siglos: mercados negros, corrupción, pobreza. Cuatro, el poder político sin control lleva a la ambición por poder económico, y de ahí todos los mecanismos de enriquecimiento personal, incluyendo la nueva tentación de la narcoeconomía… Cuba, Corea del Norte y algunos más han sido ejemplo de cómo llegar a este desastre, que lleva a los ciudadanos a huir: 8 millones se han ido de Venezuela, la cuarta parte de la población. Hoy la situación se ha equilibrado en un nivel bajísimo (paupérrimo); los países no quiebran, se empobrecen; la gente es resiliente y creativa adaptándose, y en algo se ha recuperado desde el piso por la “dolarización” de hecho de la economía. ¡Lo más increíble: políticos ecuatorianos que apoyan ese régimen... y a los que no deberíamos apoyar! (O)