Hace unos días partió el doctor Jorge Zavala Egas, una de las mentes más iluminadas de todos los tiempos en el mundo de la abogacía ecuatoriana. Esa inteligencia natural estuvo nutrida voluminosamente de derecho, y esto fue posible gracias a una vocación y a un amor inclaudicable por el derecho. Solo el amor y la vocación pueden justificar una dedicación tan intensa al estudio del derecho, a la cátedra universitaria y a la producción jurídica.
Zavala Egas fue intensamente maestro. Llegó a ser una atracción para todo evento jurídico. Vivió y sintió la cátedra desde lo más profundo. Vivió y sintió la abogacía enormemente. Escribió muchos libros sobre múltiples materias jurídicas. Como muy pocos, era penalista, tributarista, constitucionalista, administrativista, experto en materia aduanera, etc. Para mí fue el abogado más completo.
Corría el año 1993 cuando en Guayaquil se trabajaba en la elaboración de un proyecto de ley de casación. Yo era secretario del grupo de trabajo. El más entusiasta era el doctor Zavala. A cada reunión llegaba a darnos un baño de cultura: se había pasado investigando, estudiando cómo era la casación en otros países y por supuesto fue él el autor esencial del proyecto. También trabajamos en la “Comisión de Notables” que designó el expresidente Durán-Ballén para elaborar un proyecto de reformas a la Constitución. Ahí planteó importantes variantes, entre ellas el recurso de amparo constitucional. En esa Comisión trabajamos con Galo García Feraud, Juan Larrea Holguín, Hernán Salgado, Fabián Corral, entre otros importantes abogados.
Extremadamente comprometido con la vida universitaria, dictó muchísimas conferencias. Como parte de las maestrías que dirijo lo invité a múltiples webinars, y siempre asistió. Generoso con sus conocimientos, compartía su sabiduría con colegas. Durante algún tiempo entiendo que los sábados por la mañana se dedicaba a atender consultas de colegas. Su disciplina fue heredada del ilustre penalista Jorge Zavala Baquerizo, quizá el más grande penalista ecuatoriano, tratadista ilustre. Contaba con frecuencia de la rigidez de la disciplina de su padre: siempre a la misma hora en la oficina, a la misma hora en el almuerzo, y en su regreso a casa, así tenga el caso más complicado en su despacho.
Su amor universitario de los últimos tiempos lo dio a la UEES, donde su pasión por el derecho y su dedicación han dejado firmes huellas. Luego de publicada la Constitución de 2008 dio unos seminarios sobre la misma. Contaba que se dedicó alrededor de un año a estudiar el neoconstitucionalismo y las nuevas instituciones. Generoso: cedía algunos de sus casos o compartía el trabajo con colegas. Zavala viene de una familia de importantes abogados. Su hermano Xavier, trascendente penalista, es el decano de derecho de la UCSG. Uno de sus sobrinos es secretario de la Corte Penal Internacional. Paz en la tumba del maestro Zavala y de su amada esposa, que lo acompañó en el viaje. Seguramente hay un lugar especial donde descansan los grandes abogados en el firmamento. Y ahí estará Jorge Zavala Egas. (O)