En un año, los nuevos casos registrados de VIH en Ecuador pasaron de 3.960 a 5.142. La comparación de cifras, correspondientes al 2021 y 2022, representa un incremento del 29,8 %.

Los reportes no determinan la fecha de infección sino de la detección. No hay un dato claro sobre si es el nivel de contagios el que aumenta o solo el registro de casos. Un motivo suficiente para que el Estado y la sociedad se preocupen.

El virus de inmunodeficiencia humana (VIH) produce un deterioro progresivo del sistema inmunitario, que sin la ingesta de antirretrovirales pasa a la fase más avanzada, que es el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida).

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Quienes más aparecen como positivos en las pruebas de VIH tienen entre 20 y 35 años. Están en plena etapa de actividad sexual y son parte de la población económicamente activa. Precisamente aquí confluyen dos graves problemas: el primero, la falta de educación sexual reflejada en el escaso uso de protección en la intimidad; y el segundo, el estigma laboral y social. Legalmente está prohibido el discrimen, pero parte de quienes padecen de VIH lo sufren, más allá de las excepciones.

Un tercer problema es el uso de drogas, que está entre las causas de contagio, sea por jeringas o por sexo sin protección empujado por la búsqueda de dinero (prostitución) para alimentar la adicción.

En Ecuador hasta el 2022 se contaban 45.078 personas con VIH, de acuerdo con el Ministerio de Salud. El 87 % toma los antirretrovirales y el 66 % de ellos tiene la carga viral suprimida.

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Las alertas están dadas: se requiere continuidad en tratamientos; no pueden faltar antirretrovirales en los hospitales públicos ni del IESS; hay que dar seguimiento a los casos para evitar mayor propagación; la educación sexual sigue siendo un tabú por vencer; la droga es la madre también del VIH y hay que trabajar en prevención y en la rehabilitación de las adicciones. Los ministerios de Salud, de Educación, cabildos y sociedad están obligados a trabajar en esto para no lamentar más casos. (O)