Pasaron catorce años y Ecuador vuelve a padecer por los cortes de energía eléctrica. La crisis más profunda que recuerda el país, sin embargo, se dio en 1993 cuando una sequía sin precedentes, como de la que se habla hoy, afectó la producción de energía.

Las experiencias pasadas, que dejaron pérdidas millonarias, hacen que los reproches al Gobierno se multipliquen en diferentes canales.

Estas son las entidades a cargo de anunciar los horarios de los racionamientos de energía en Ecuador

Ante el estiaje actual, el 18 de octubre pasado el régimen decretó la emergencia eléctrica en un afán de agilizar los procesos de contratación de energía y optimizar los recursos de las empresas eléctricas. Las esperanzas de evitar los apagones se desvanecieron y el 26 de octubre se anunciaron racionamientos que se inician el 27 del mismo mes.

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Desde hace semanas se exigía al Ejecutivo sincerar la situación, pero la sinceridad solo llegó para anunciar que no alcanza la generación para cubrir la demanda. El problema, a decir de los expertos, no es solo de sequía, sino de falta de inversión en capacidad de generación.

En la parte formal hay responsables. De esta sinceridad también debe hablarse, de las leyes y resoluciones que bloquean la posibilidad de inversión en esta área estratégica. Ahí el cargo no es todo del Gobierno y eso tiene que transparentarse, aunque en este momento suena a justificación. A tiempo debieron buscarse soluciones y poner en escena los riesgos, además de señalar a quien haya que señalar.

El Gobierno, que está en su fase final de ejercicio por efecto de la muerte cruzada, reveló un crecimiento de demanda de electricidad del 8,47 % este 2023 y de disminución de generación de hidroelectricidad del 90 % al 65 %. El gran reto es salir del escollo de la oscuridad.

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Ha anunciado racionamientos de cuatro horas en el día en la Sierra y Oriente y tres horas al día en la Costa. Lo grave es que hasta el cierre de esta columna ni en eso había claridad y se dejó en manos de las empresas de distribución locales la información de horarios, mientras el sinsabor y descontento quedan en la ciudadanía. (O)