La atención del país vuelve una vez más al Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS), que ahora deberá elegir a la persona que liderará la Fiscalía General del Estado (FGE) cuando se termine el periodo de Diana Salazar, en abril de 2025.

El punto que ya está causando entredichos es la elaboración del reglamento para la designación del cargo, pues en la primera propuesta que se analiza en el CPCCS, elaborada por uno de los consejeros, se menciona que “no se podrá imputar falta de probidad notoria en el ejercicio de la profesión, judicatura o docencia universitaria contra ningún postulante, por la simple presentación de denuncias que no posean una resolución administrativa en firme o sentencias judiciales ejecutoriadas”. Algo que no deja de causar preocupación en un país donde la misma FGE investiga casos de corrupción dentro de la Función Judicial, como Metástasis, Purga, Plaga, que vinculan a distintos servidores públicos y judiciales con las bandas del narcotráfico y la delincuencia organizada.

La probidad de los candidatos a ser fiscal del Estado, un punto de polémica en el concurso público que hará el Consejo de Participación Ciudadana

El fiscal y su probidad notoria

Es oportuno recordar recomendaciones internacionales para este tipo de procesos de fiscales que, tras experiencias pasadas en varios países parte de Naciones Unidas, del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, e incluso de Europa, mencionan que la conducta y trayectoria de quien aspira a ocupar este cargo deben ser intachables, lo que servirá como un factor de confianza para la ciudadanía. Para ello, sería erróneo no tomar en cuenta información seria y debidamente sustentada que ponga en duda esa probidad.

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Entre esos consejos está que un candidato no haya representado –excepto un defensor público– o asesorado de forma habitual a personas relacionadas con el crimen organizado, sindicados de narcotráfico, lavado de dinero, fraude, evasión y más delitos financieros, corrupción u otros casos de alto impacto social.

La ética de la que previamente ha hecho gala quien llegue a liderar la FGE no es cualquier cosa y debe ser, al menos, algo inobjetable en cualquier país, y nuestra realidad lo requiere aún más. (O)