En 1812 los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm, alemanes, publicaron uno de los más famosos de sus cuentos de hadas: Blancanieves. El cuento tiene varios elementos que han perdurado por más de dos siglos: una madrastra malvada que planea matar a Blancanieves por celos; un espejo mágico que responde “Reina, aquí tú eres la más hermosa, pero en la casa de los enanos es Blancanieves como una diosa” cuando la madrastra pregunta: “Espejo de luna, espejo de estrella, ¿quién es la más bella?”; la manzana envenenada de la madrastra; y un príncipe que la encuentra en un ataúd de vidrio y la rescata.

A muchos de ustedes les parecerá impropio traer esto a una columna de deportes y darle un tono de historieta burlesca a algo tan serio como el fiasco de nuestra Selección en la Copa América 2021. Lo que ocurre es que a veces las explicaciones de dirigentes y técnicos tienen un tono grotesco y ridículo que impulsa a los aficionados y al periodismo a tomarlos muy poco en serio. Usualmente los argumentos esconden falsedades evidentes; engañosos embustes. Otras retratan soberbias y arrogancia.

El espejito de la madrastra del cuento fue esgrimido, por ejemplo, en 2016 cuando la Selección, camino a Rusia 2018, empezó a rodar por el despeñadero, luego de un inicio brillante con un triunfo de visita ante Argentina y 12 puntos en cuatro partidos. El DT de entonces, que presumía de sí mismo como un genio universal del fútbol, elevaba a cada rato el espejo mágico para ver su imagen en la superficie de cristal y preguntaba ¿quién es el mejor y más inteligente seleccionador del planeta Tierra y sus alrededores? El tiempo diría después que la superficie de Mercurio le mentía cuando le respondía: “Eres tú, el number one, el incomparable”.

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La soberbia, la altanería, la inmodestia son los peores defectos de aquellos que conducen grupos. La falta de autocrítica es el camino más corto al descalabro. El ejemplo más reciente es el de José Mourinho, quien se llamaba a sí mismo Special one (en nuestro idioma El elegido). Le duró la petulancia un corto lapso en Real Madrid, aplastado por el mejor equipo del mundo en todas las épocas: el Barcelona de Pep Guardiola. Ecuador, dirigido por Gustavo Alfaro, comienza a tener un penoso parecido con aquel de Gustavo Quinteros que se derrumbó camino al Mundial 2018. Un buen arranque, buena crítica y luego llantas pinchadas, un hueco en el tanque de gasolina y azúcar en el motor. Junio ha sido el mes de los tropiezos. Perdió la Tricolor los dos partidos por las eliminatorias y en la Copa América lleva una derrota y dos empates, estos últimos luego de estar en ventaja.

Alfaro no halla argumentos coherentes acerca de esta rodada estrepitosa. A cada cuestionamiento ha apelado a las “desconcentraciones” de sus jugadores y al perjuicio arbitral. ¿Y sus errores? ¿Acertó siempre en el planteo, la convocatoria, la elección de sus titulares y los cambios? Sí, para el técnico argentino todo en él han sido aciertos. La excusa más preocupante ha sido su mención a “cuestiones extrafutbolísticas” como detonante de la derrota ante Perú en un partido fatal. ¿Qué quiso decir? ¿A qué o a quién aludió con esa queja extrema? Alfaro está moralmente obligado a aclarar su versión. La interpretación más admitida, ante la falta de aclaración, es la de presiones de dirigentes y empresarios para citar a futbolistas o ponerlos de titulares. Nadie puede ser acusado de hacerse eco de rumores, pues las versiones nacen del silencio del técnico y los dirigentes. Basta recordar aquella declaración del Bolillo Gómez de que durante su paso por la Selección él daba los nombres de diez o doce jugadores y el resto lo ponían dirigentes, agentes y empleados influyentes de la FEF.

Alfaro es muy distinto a Gómez, pero obra en su contra dejar picando balones peligrosos en el área de candela sin echarlos a la tribuna. La elección de los representantes para la Copa ha tenido serios cuestionamientos en todas las líneas. No se entiende el dar la titularidad a futbolistas solo por militar en clubes extranjeros, donde tienen meses sin jugar. Los casos más clamorosos son los de Moisés Caicedo, Pervis Estupiñán y Ángelo Preciado. Pedro Pablo Perlaza fue titular siendo desechado por su club. Laterales de calidad y activos como Mario Pineida (convocado) o Romario Caicedo (no se acordaron de él) no son tomados en cuenta. Lo de Byron Castillo no admite coartada alguna. Si existe duda sobre su nacionalidad, ¿por qué la FEF le permite actuar en el torneo nacional y Conmebol lo acepta como ecuatoriano en la Libertadores? ¿Hasta cuándo los dirigentes de la FEF callan sobre este tema? Para muchos aficionados estos ‘errores’ tienen un tufo regionalista ‘extrafutbolístico’. ¿Será cierto?

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Llama la atención la poca efectividad de los delanteros usados por Ecuador en sus tres presentaciones. Alfaro ha alineado a Enner Valencia, Michael Estrada, Gonzalo Plata, Fidel Martínez, Ángel Mena, Leonardo Campana y Jordy Caicedo. Toda esa tropa apenas ha hecho cuatro goles. Los cinco tantos en contra han sido siempre por errores defensivos o de arquero. No es lo mismo errar que estar “desconcentrados”. Esto último es colocarse fuera del partido; estar distraído. Errar es tomar malas decisiones en un instante del juego, algo muy común en los defensas nacionales. Los volantes han constituido una calamidad. Quien más virtudes muestra es Jeghson Méndez, bien en el corte, acertado en el primer pase y auxilio oportuno para la retaguardia; pero ha salido siempre para que ingrese Cristhian Noboa, muy lejos de sus mejores momentos.

En general, la inteligencia de Alfaro para reformular su planteamiento e introducir los cambios en busca de mejorar el rendimiento no ha funcionado. Parece que esa no es una virtud suya. Mantener a Plata en el banco siendo su elemento de ataque más desequilibrante es una muestra de su escasa capacidad de acierto. Contra Perú ni siquiera estuvo en el banco.

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Hoy la clasificación depende de vencer a Brasil, empatar o perder por la mínima diferencia y que Venezuela no le gane a Perú. ¿Hay posibilidades de ganar a la Verdeamarelha? Nada es imposible en el fútbol, pero para torcer el destino hay que poseer atributos que produzcan la ilusión de victoria. Basta comparar los valores de cada equipo: Neymar, Casemiro, Thiago Silva, Gabriel Jesús, Everton Ribeiro. Ecuador basa sus aspiraciones en jóvenes que hace rato que no juegan en sus clubes y en un nacionalizado de 35 años con gas para un solo tiempo. Tal vez podamos ser cuartos entre cinco y clasificar a cuartos de final para seguir el tortuoso camino de la Copa América 2021.

Al terminar he recordado a dos ‘periodistas’ de la corte de Luchito que gritaban hace unos años: “Antes nos goleaban en la Copa América; ahora somos potencia mundial”. ¿Dónde andarán esos alharaquientos propagandistas, obsecuentes viajeros invitados? (O)