Las calificaciones de los medios a los jugadores en los partidos de fútbol son muy atractivas periodísticamente. El público las devora. Y representan una guía para saber quién destacó y quién no, dado que no siempre es posible ver los encuentros. Sin embargo, una mayoría de futbolistas y entrenadores aseguran no mostrar el mismo interés: “Son una tontería, no les hago caso”, dicen. Mienten: les gusta cuando reciben buenas notas. También tienen su parte de razón: muchas veces se califica sin fundamento, se interpreta erróneamente el juego. Uno va a ver un partido, al día siguiente lee las puntuaciones en el diario y se pregunta: “¿Qué partido vio este señor...?” Incluso leemos o escuchamos opiniones muy diferentes de un mismo partido, como si hubiera diversas ópticas para analizar el juego.

No es un tema menor: en ello va implícito el conocimiento que el periodista tiene del juego, su forma de verlo e interpretarlo. Es habitual observar que un jugador que hizo 9 ó 10 pases equivocados luego recibe un seis, hasta un siete, es decir un aprobado o bueno. Error… Ese jugador le hizo perder 9 ó 10 veces el balón a su equipo, que vio abortado un ataque propio y a cambio debió soportar un avance adversario. El cronista en cuestión podría decirnos: “Al fútbol usted lo ve de una manera y yo de otra”.

Error... El fútbol tiene un sólo prisma básico para mirarse: desde la EFICACIA. Un jugador puede tirarle un túnel a otro, pero si no lo pasa y se lleva la pelota no es túnel, no es nada, es viruta que hay que barrer y arrojar a la basura. Puede valer la intención, pero no se logró el OBJETIVO. Mil veces hemos escuchado frases como: “Fulanito cabecea bien”. Luego lo vemos en acción y, aunque se impone en el juego aéreo, sus remates son defectuosos, carecen de dirección. En tal caso tiene capacidad para ganar en los centros, o se eleva bien, pero cabecea mal. Es preciso priorizar siempre el OBJETIVO. Y éste va atado a la EFICACIA. De allí surge el RENDIMIENTO de un atleta. La defensa y el ataque están condicionados por la eficacia.

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No es ninguna genialidad saber observar el fútbol. Que tiene una ventaja comparativa con otros deportes en materia de apreciación: la pelota. A la eficacia la determina la pelota. Si rematamos y la bola entró en el arco hubo eficacia en la concreción; si el pase llegó a un compañero hubo eficacia en el armado de juego; si salvamos un gol sobre la raya o robamos un balón al adversario hubo eficacia defensiva. Es preciso recordar que la pelota no va donde ella quiere, si no donde uno la manda. Por lo cual si cayó en un lugar equivocado es porque ejecutamos mal.

Algunos periodistas se defienden argumentando que es difícil observar bien a veintidós jugadores. Pero la que nos guía es la pelota, y se juega con una sola. Eso nos permite ver qué hace cada uno con ella.

Habrán escuchado mil veces la frase “Juega muy bien sin pelota”. Sí, un futbolista puede hacer cosas útiles sin el esférico: destaparse, arrastrar una marca, “cortinar” o aguantar a un rival para que un compañero remate o se lleve el balón, hacer un amague y dejarla pasar para alguien mejor ubicado... Pero jamás puede ser la figura del campo por lo que hizo sin la pelota.

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“El fútbol puede resumirse en cuatro fases: DEFENDER, RECUPERAR, GESTAR y DEFINIR”, sintetiza César Luis Menotti un estudioso del tema. En esa misma tónica podemos decir que el juego se asienta sobre cuatro pilares fundamentales: TÉCNICA, ATAQUE, DEFENSA y EFICACIA. Entre dos jugadores de rendimiento similar, lleva ventaja el de mayor condición técnica, una de cuyas facetas derivadas es la ESTÉTICA. Entre dos goles de igual trascendencia se pondera mejor al más bonito.

Todos los aspectos del juego se analizan según la OBSERVACIÓN. En los últimos años apareció la ESTADÍSTICA, un tópico interesante, pero que no pasa de ayuda. Nadie ficha un jugador sólo por estadísticas. Los valores más altos de este juego son el coraje, la clase, la belleza, el liderazgo, la personalidad, la mística, la fuerza… ¿Cómo mide la estadística esos ítems…? El fútbol es un hecho táctico y técnico, pero sobre todo emocional. ¿Cómo mide la estadística el factor emocional que inunda un partido y la mente del futbolista…?

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Desde luego tienen su utilidad, pero los números solos no pueden determinar quién fue la figura del campo, cómo jugó fulano o mengano.

Si Italia ganara el próximo Mundial quedaría estadísticamente con 5 títulos, igual que Brasil. ¿Qué diríamos en ese caso… que Italia es igual en fútbol que Brasil…? No, el fútbol brasileño fue infinitamente más que el italiano en este deporte a lo largo de la historia. Ha sido el máximo exponente del juego, convirtió a esta actividad en el gran espectáculo universal. Significa que el juego también cuenta, no sólo los títulos, la estadística y los números.

Si el juego no contara sería lo mismo Gattuso que Xavi Hernández. Ambos reúnen una serie de similitudes: son contemporáneos, han integrado equipos célebres -el Milan de Ancelotti uno, el Barcelona de Guardiola el otro-; jugaban en la misma posición de volante derecho, los dos tienen un título mundial y han ganado Champions, ligas y otros trofeos con clubes y selecciones. Gattuso era un mastín en la marca, aportaba una importante cuota de fuerza, lucha y recuperación, cualidades individuales hoy reemplazadas por el colectivo. Ya no se confía la marca en el medio a un jugador determinado, sino que la reconquista del balón es tarea de todo el equipo a través de la presión conjunta. Los primeros defensores son los delanteros, que bajan hostigando la salida del rival. La intensidad y la recuperación son tareas globales. Xavi, en cambio, fue el cerebro del equipo más brillante de la historia, el fabuloso Barça de Pep. Un creador y tocador fantástico. De su mente nacía toda la estrategia del equipo; como acotó cierta vez Checho Batista, “él decide cómo se juega el partido”. Si había que tocar o buscar en profundidad, acelerar o frenar, ir por derecha o izquierda, todo lo determinaba Xavi, el más grande futbolista español de todos.

Xavi fue un volante de una dimensión infinitamente superior a Gattuso, sin embargo, no sería extraño, en estadísticas quizás fuera superior Gattuso. No en títulos o goles: Xavi reúne 32 trofeos y 110 goles frente a 11 títulos y 15 goles de Gattuso. No obstante, es posible que Gattuso le ganara en quites, en pases bien dados, porque eran pases muy cortos, para entregarla a Pirlo o a Kaká, que sabían más que él con la bola, o pases en zona de poco riesgo. El delantero y el armador deben arriesgar en la maniobra y tienen muchas más posibilidades de perderla.

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Naturalmente, por ser este un deporte que encierra cientos de aspectos, hay otros factores a considerar más allá de la técnica, el ataque, la defensa y la eficacia. Son la belleza de una jugada, el estilo elegante de un futbolista, su temperamento, las circunstancias en que se produce un gol, en que se gesta una victoria, la instancia que se está jugando, la condición de local o visitante, la calidad del rival... Son valores agregados que pueden redondear un concepto, bajarlo o elevarlo. No obstante, la base analítica reside en aquellos cuatro ítems. Si nos atenemos a ellos, veremos que la estadística puede ser un detalle dentro de la calificación, no la calificación misma. (D)