Salinas debe de ser desde hace muchas décadas uno de los sitios —si se considera a los dueños de las propiedades— con mayor ingreso per cápita por km² del Ecuador. Sin embargo, la gastronomía del cantón poco se ha desarrollado. Cuenta además con dos puertos pesqueros, Anconcito y Santa Rosa, que son una verdadera bodega de maravillosa y fresca pesca, en los que cientos de fibras abastecen al país, día a día. La demanda potencial está a la vista; la oferta de productos, también.

Entonces, ¿por qué Salinas no desarrolló maravillosos restaurantes, como sí se han desarrollado desde hace años en la ruta del Spondylus? Desde hace dos décadas, Montañita, aunque hoy esté en un estado caótico, y, a partir de un pasado más cercano, Olón, Puerto Cayo, Manglaralto y otras zonas con menor poder adquisitivo y población, tienen innumerables restaurantes de alto nivel, tales como South India, Le Bistrot Gourmand, Shanka Sushi & Thai, Pigro, Momo, La Sociedad, Bocavaldivia; o emprendimientos novedosos de alta calidad, con menús más limitados o sencillos, como Noa Resto Café, El Origen Acai Bar, La Churrería, entre otros. Recuerdo que, hace más de una década, el único lugar en el que se podía comer una buena pizza, ¡y qué pizza!, en toda la zona era en Pizza Marea, Montañita.

Juliana, la nueva ‘anfitriona’ gastronómica de la calle Panamá, en el centro turístico de Guayaquil

En Salinas, en cambio, con al menos cinco décadas de desarrollo anterior y con una buena parte de la élite del país en sus calles, es decir, con una demanda con poder adquisitivo, la gastronomía no progresó. Hay tres restaurantes que puedo rescatar en Salinas: el hotel Yulee, que hace pocos años renovó su infraestructura y su cocina con un descendiente del fundador, chino, y un italiano; Marisco Azul, de Bety Osorio, peruana; y Marcos Pizza, de Marcos Liao, chino. Los tres restaurantes ofrecen buena cocina. Marcos Pizza ha ampliado su menú, el que, aun siendo reducido, hace maravillas en su horno, y mejorando su infraestructura podría atraer a muchos más clientes.

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Un factor común que encuentro en todos los restaurantes de alto nivel de la ruta del Spondylus es que sus promotores o chefs son extranjeros, con excepción de Bocavaldivia; factor común también presente en Salinas.

Quizá es algo que no ha comprendido nuestro país. La inversión extranjera en gastronomía es casi inexistente, y las cifras de turismo son un juego. El Ecuador tiene un volumen de turistas al año menor al 9 % en relación con su población, contando con una de las maravillas del mundo, Galápagos; frente a Costa Rica, que tiene un número de turistas equivalente al 60 % de su población; República Dominicana, con 55 %; o Argentina, con toda su tragedia económica y política, con 17 %.

Si analizamos la inversión extranjera, Ecuador a duras penas pasa el 1 % del PIB, frente a Colombia, con más del 5 % y con 50 años de guerrilla. ¿Estarán ahí los porqués? ¿No sería la base de Salinas un buen inicio para hablar de inversión y de turismo en serio? (O)