Queridos lectores, estamos a pocos días de finalizar el 2020, un año que nos ha puesto a prueba en todos los aspectos, desde lo familiar, económico y espiritual hasta lo tecnológico. Sin lugar a dudas, un año de incertidumbre, temores, desafíos, aprendizajes y muchos descubrimientos.

Hemos pasado por momentos de dolor y confusión, tantas familias han perdido a sus seres queridos, otras se han quedado sin empleo, los presupuestos se han recortado, nuestros niños y adolescentes han tenido que enfrentarse al confinamiento y dejar atrás las visitas a sus abuelos, amigos y redes de afecto; a muchas parejas esta situación las desestabilizó a tal punto que llegaron a una ruptura.

Sin embargo, como todo en la vida, hay un lado de dolor y otro de aprendizaje y cada persona o familia tiene que optar por escoger con cuál se queda.

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El lado del dolor es una respuesta humana y natural. Cuando hay una pérdida, la persona pasará un tiempo, entre tres y seis meses aproximadamente, tratando de entender y reponerse de lo vivido. El mundo entero ha tenido que enfrentarse a esto. La pérdida de los seres queridos genera un luto fuerte, que requiere tiempo para aceptarlo.

El lado del aprendizaje ha sido muy importante en el transcurso de este año, hemos aprendido tantas cosas. Quién iba a imaginar que tendríamos que distanciarnos socialmente de nuestros seres queridos. Sin embargo, con la ayuda de la tecnología hemos podido compartir con ellos momentos de alegría y de tristeza, hemos recurrido a la medicina virtual y ha sido un gran aporte para la familia.

Nos tocó vencer nuestras resistencias, nuestros propios límites y volvernos más flexibles de pensamiento, sea por obligación o por propia decisión, pero tocó. Se acabaron los “yo nunca”. Aprendimos a cocinar bien, regular o mal, pero lo hicimos; nos enfrentamos a la temida tecnología y nos conectamos por Zoom, WhatsApp, Skype o cualquier plataforma que nos pidan, con tal de poder trabajar, generar ingresos y aprender; lo hicieron el abuelo de la tercera o cuarta edad, la madre de familia, los profesionales, los jóvenes, los adolescentes, el obrero, todos.

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Ahora, a punto de cerrar el 2020, les deseo que reciban el nuevo año agradecidos por la oportunidad de vivir y listos para volvernos más fuertes, más resilientes. ¡Feliz y bendecido 2021 para todos! (O)