La Feria Internacional del Libro de Guayaquil ha logrado instituirse y esa es una ganancia para la ciudad. Ya se espera anualmente este acontecimiento, que se  realiza en septiembre. Hace poco, durante cinco días, el puerto vivió su feria. Hubo una propuesta para público de diversas edades.  En el pasado, una de las quejas de los jóvenes era que no se consideraba una agenda para ellos, algo que se ha subsanado. En las últimas ediciones se ha incluido programación juvenil. He visto filas de muchachos esperando autógrafos de sus ídolos literarios. La expansión del concepto literatura y la interrelación con otras artes, también es plausible. Un diálogo con la artista Patricia González, flamante Premio Nacional de Cultura Eugenio Espejo, nos acercó a esta intérprete, en el primer día de la fiesta de la palabra.

Lo que aún falta calibrar, me parece, son los espacios que se asignan para cada actividad. En la reciente edición, vi a escritores internacionales  en salas amplias con escaso público. En contraparte, vi  a escritores nacionales en salas pequeñas abarrotadas de gente o incluso con gente que se quedó afuera. Aunque vi, asimismo,  programas de autores nacionales en salas amplias con pocas personas. ¿Es difícil saber quién convoca un público numeroso y quién no?  ¿La asistencia siempre será un azar o se puede  prever? ¿Falta una difusión más detallada de la agenda?

Otro aspecto que llama la atención y que ha sido motivo de conversación entre quienes asistimos a esta cita, es lo inadvertido que pasa cada año el ganador del Premio Miguel Donoso Pareja, concurso que organiza la propia feria. Se lo premia durante la inauguración y allí termina su participación. ¿No será de convocar el concurso con antelación y de inmediato editar el libro ganador, para que se convierta en la novedad editorial de la feria? De esta manera se le daría protagonismo al libro y al autor, quien  podría presentar su obra  y participar en mesas de diálogo. La etiqueta premio suele generar interés entre el público y ese interés podría desembocar en compra y lectura del libro ganador.

Sería loable que existiera la colección Premio Miguel Donoso Pareja. Hasta ahora, cada libro ganador se ha publicado en diversas editoriales y mucho tiempo después.  Durante esta feria, por ejemplo,   se dio a conocer la novela de Eduardo Varas, quien triunfó en la pasada edición del premio. ¿Y qué sabemos de la obra de Luis Alberto Bravo, el galardonado  de este año?