Un adolescente puede sentirse solo de manera momentánea o continua. Puede ser que haya elegido esta soledad momentánea o que, sin quererlo, la perciba como una experiencia continua y dolorosa en la que sufre y siente angustia. ”Me siento invisible” es la expresión más representativa de este sentimiento

En este último caso, la soledad es uno de los sentimientos más difíciles de identificar, pero a la vez uno de los más urgentes de hacerlo. Permanecer en el estado de soledad por un tiempo prolongado trae graves consecuencias para la salud mental y física.

Sin embargo, hay soledades positivas y necesarias. Estar solo puede servirle al adolescente para mirarse a sí mismo, reflexionar, descubrir, fijarse metas. Es la soledad de la creatividad y el autoconocimiento. Es uno de los lugares donde el adolescente se convierte y acepta a su “yo” real, un espacio donde procesa las dificultades de crecer en el mundo actual.

Por otro lado está la soledad de la desesperanza, el vacío, la sensación de no ser comprendido. No es una emoción pasajera, sino un estado que permanece. No es un momentito y duele mucho. Esta es una “soledad negativa”. Es improductiva, involuntaria y destructora. La del adolescente que no quiere estar solo pero no puede acercarse, el que se siente rechazado y sin posibilidades de volver a conectar.

Este dolor proveniente de la “soledad negativa” puede surgir del rechazo de unos amigos, de no sentirse incluido en ningún grupo, de no encajar con nadie. Pero también del desapego con uno de sus padres, o por una pérdida, un duelo que le cambia la vida. Cualquiera que sea la razón, es un sufrimiento que se siente físicamente y se expresa, incluso, como una enfermedad.

Cuando el estado de soledad se mantiene en el tiempo, puede derivar en algunas conductas de riesgo como la autolesión, el consumo de drogas, la promiscuidad sexual, o el establecer relaciones dependientes, en las que el abuso es una constante. Y en los casos más graves puede terminar en conductas delictivas, porque ha desarrollado un resentimiento u odio hacia la sociedad, hacia todos quienes le han fallado. Cuando su vida se asocia a una vida carente de sentido se puede llegar al suicidio.

Se puede estar físicamente solo y sentirse acompañado. Se puede estar acompañado y sentirse en soledad. Los padres deben investigar si su hijo está o no en soledad.

Si percibes que tu hijo podría estar viviendo esa soledad negativa, debes actuar para que no permanezca a lo largo del tiempo. Ese estado continuo puede afectar su desarrollo neuronal, lo cual repercutirá en su bienestar general.

Dialogar con él, acercarse al departamento de psicología de su colegio, buscar profesionales de la salud mental expertos en el tema, proponerle unirse a espacios en donde comparta junto a otros adolescentes algún interés o actividad son parte de los esfuerzos que como padres deberíamos hacer para ayudar a un hijo a salir del doloroso estado de la soledad. (O)