Las obsesiones son pensamientos repetitivos, recurrentes, no deseados racionalmente, que interfieren con el flujo natural de nuestra vida cotidiana, nos empujan a revisar nuestras actitudes y a menudo pueden influir sobre las decisiones que tomamos.

Podemos, por ejemplo, obsesionarnos sobre nuestra salud y tomar medidas exageradas y continuas para preservarla (aun en ausencia de situaciones amenazantes). Podemos, asimismo, obsesionarnos sobre nuestra seguridad personal y hacer de este tema el eje de nuestro diario vivir, descuidando otras áreas importantes; o sobrepensar en nuestra apariencia física, preocupándonos perennemente del mínimo detalle.

Un área particularmente sensible a los pensamientos obsesivos, intrusivos, son los celos. La persona celosa, insegura (sin evidencias concluyentes) de la fidelidad de su pareja es muy vulnerable a sentirse en el centro de este estresante escenario mental.

El tema de nuestra obsesión nos causa angustia, y nuestros actos están encaminados a atenuar la ansiedad resultante (pero no la elimina, lo que hace que el ciclo se repita).

Para el resto de la gente son actitudes injustificadamente intensas que perjudican la espontaneidad de quien las sufre e interrumpen el balance del diario vivir. Este cuadro es particularmente frustrante en el contexto de la vida familiar, ya que crea en los demás la necesidad de actuar con mucha prudencia y tolerancia hacia la persona afectada, perdiéndose bastante de la naturalidad deseada.

Todos, en un momento dado, podemos desarrollar temporales reacciones obsesivas sobre un determinado tema. Muchas veces lograremos atenuarlas o eliminarlas utilizando el sentido común y nuestro pensamiento lógico para convencernos de lo absurdo de la obsesión. Podemos, de la misma manera, imponer la presencia de pensamientos positivos, opuestos a los obsesivos, que debilitarán la ansiedad.

También podemos practicar mindfulness, meditación o ejercicios de respiración controlada, todo orientado a disminuir la ansiedad y eventualmente tratar el tema objetivamente. En el campo profesional estos síntomas reaccionan favorablemente a la terapia cognitivo-conductual, la hipnoterapia y la terapia de exposición controlada a las situaciones que producen las reacciones obsesivas.

Es de señalar que tener pensamientos obsesivos no equivale a sufrir de trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), que es una condición mental de nivel serio, probablemente causada por una combinación de factores genéticos, neurobiológicos y ambientales y necesita ser tratada con psicoterapia y medicación especializada. (O)