Estos últimos meses estuve dedicado a la lectura, viajando, visitando a cocineros, participando en eventos gastronómicos, probando productos y descubriendo nuevos sabores. Todo esto me mantuvo alejado del teclado de la computadora y de esta columna. Pero ahora, de regreso en esta nueva temporada, les compartiré mis últimas experiencias.

Hace unas semanas visité el Mercado del Río, en el malecón de la ciudad. Tenía la inquietud de ver cómo estaba funcionando, luego del traslado de los locales de la nave del Astillero a la del Carmen. Esta última se ha convertido, a partir de ahora, en el espacio que albergará todos los restaurantes.

Reconozco que no soy asiduo visitante del Mercado, pero he ido en algunas ocasiones en estos cuatro años y medio que tiene operando. Pienso que la seguridad, ubicación y propuesta gastronómica son una combinación ganadora que no se compara con ningún otro lugar en su tipo en Guayaquil.

Mis visitas han sido principalmente al atardecer, cuando lo encuentro más relajado. Es ideal para desconectarse de la rutina y disfrutar del río y, en esta época, del cielo cambiando de colores. Sentarse en una mesa en el exterior, en compañía de una cerveza fría y una buena comida, es un momento que no tiene precio.

Caminando dentro del Mercado me encontré con mucho más movimiento de clientes. Definitivamente, ha sido un éxito la unificación; ahora, con el incremento de locales y todas las alternativas juntas, se facilita moverse en un solo lugar para encontrar todos los platos. Me ha sorprendido encontrar algunos locales de la nueva y antigua cocina guayaquileña que no sabía que eran parte de su oferta.

Un ejemplo fue Reclutas, restaurante con una combinación de menú supervariado, que va desde unos piqueos de aros de cebollas o papas con tocino y queso hasta milanesa, moros, alitas y hamburguesas; o sea, de todo un poco. Me recomendaron que probara la hamburguesa con fritada: así es, a mí también me pareció atrevido, pero fue una gran combinación de sabores. Eso sí, les recomiendo pedir la salsa de queso por separado; me parece que es muy invasiva y esconde sabores de la carne y el cerdo que por su buena calidad merecen todo el protagonismo.

Por otro lado, encontré Thai Express, que ofrece un menú resumido de lo que fue el famoso y desaparecido Thai Temple, que hace más de dos décadas ofreció platos con una propuesta audaz y deliciosa para la época. Ver atendiendo a Alberto Iturralde, su creador original, fue suficiente garantía para ordenar una sopa tom kha kai. Una preparación nada fácil en la que trozos de pollo se juntan con el dulce del coco, el ácido del limón y una combinación de vegetales que traen en cada cucharada deliciosas sensaciones.

Los comensales más criollos encontrarán Gusconchas, La Balandra y Los Arbolitos 2, con todas sus delicias. Si lo suyo es más internacional, le recomiendo que pase por Paraíso Persa. Para la fusión peruana está Nuvó. La oferta en el Mercado del Río es para todos los gustos y edades.