Mentir es una característica universal. Todos lo hemos hecho, unos más frecuentemente que otros, y por diferentes motivaciones.

Muchas veces mentimos para no hacer sentir mal a nuestro interlocutor (“esa combinación de colores te queda perfecta”, “la comida estuvo deliciosa”). Estas se denominan mentiras blancas o piadosas.

Hay otras con propósitos oscuros y motivadas por el específico propósito de engañar a alguien para obtener un beneficio personal, como alterar a nuestro favor la hoja de vida para conseguir un trabajo, mentir sobre la realidad de nuestra vida a una persona a la que se quiere impresionar y lograr su acercamiento, o mentir sobre nuestro verdadero estado financiero para obtener crédito sin respaldo.

El caso extremo es la mitomanía, la compulsión de mentir sin causa visible y crearse un escenario de vida ficticio del que terminará siendo esclavo, viviendo como realidad su fantasía.

La vida del mentiroso es compleja; para sobrevivir debe seguir mintiendo, tejiendo una red de nuevas falsedades para cubrir engaños anteriores. Su credibilidad se irá desgastando y su cercanía será incómoda para los demás, quienes sienten haber sido manipulados por esta persona que abusó de la confianza que una vez le brindaron.

Para dejar de mentir es necesario que el individuo se detenga y reflexione sobre su realidad, reúna fuerza de voluntad y decida cambiar el rumbo de su vida, un día a la vez.

  • Es crucial que entienda por qué miente, qué gana (qué ha ganado) con este hábito.
  • Debe tratar de entender el origen de esta forma de vida, preferiblemente guiado por un profesional en salud mental.
  • Debe hacer un esfuerzo continuo por ser honesto, leer las señales en su mente cuando está a punto de mentir y detenerse.
  • Debe obligarse a decir la verdad y enfrentar sus consecuencias, cualquiera que sea la magnitud del tema, aunque sea algo muy pequeño.

Actuar de esta manera ayudará a fortalecer gradualmente su autoconfianza, eventualmente creando una base de honestidad en su relación con los demás que irá apoyando la recuperación de su autorrespeto. El pronóstico es positivo para una persona decidida a vivir en la realidad. (O)