Con suelo arcilloso (14 kilogramos), polvillo de arroz (de 700 a mil gramos) más cinco litros de microorganismos denominados eficaces y que los provee la empresa privada se crean cien esferas del porte de una pelota de tenis (tamaño adecuado para que entre en el espacio del huevo en una cubeta). Tras la fermentación en el interior de una caja por quince días, sin exposición al sol y al viento, quedan listas para descontaminar de aguas residuales los cuerpos de agua donde se coloquen.

Cada bola de barro se tira para remediar un metro cuadrado de río o estero, indica la empresa Embioecsa que produce los microorganismos.

La técnica se aplicará a partir de las 14:00 del 19 de noviembre próximo en el ramal del Estero Salado ubicado entre las ciudadelas Urdenor I y Alborada sexta etapa, en el norte de Guayaquil.

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Alrededor de 150 personas ayudaron en la elaboración y se reportan más de cinco mil bolitas que serán colocadas en las aguas para remediar unos cinco mil metros cuadrados del estero. La actividad cuenta con el permiso respectivo de la Municipalidad de Guayaquil.

Wilson Quinde, el biólogo que sueña con el rescate del estero Salado a través de bacterias

Los microorganismos eficaces o Tecnología EM es una técnica desarrollada por Teruo Higa, profesor de la Universidad de Ryukyus de Okinawa, Japón. Su uso incluye la producción agrícola y pecuaria, al igual que la remediación ambiental para descontaminar agua y suelo. “Se utilizan microorganismos que no han sido modificados genéticamente cuya función principal es restituir funciones biológicas al ecosistema”, dice Fabián Castillo Pino, gerente general de Embioecsa representante en Ecuador de la firma japonesa EMRO.

Su aplicación en ríos, lagos, esteros contaminados permite su biorremediación, principalmente por disminuir la contaminación causada por inadecuada disposición de materia orgánica y microorganismos patógenos (como las coliformes fecales). “De esta manera se reducen malos olores y se mejoran las condiciones biológicas para el retorno de la vida acuática”, añade.

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Es biorremediación porque se utilizan microorganismos (seres vivos) para solucionar un problema de contaminación. “Es una tecnología japonesa que desde 1980 promueve el uso de microorganismos benéficos en agricultura, ganadería, ambiente y otras aplicaciones, producir sin contaminar”.

Estas esferas de arcilla van al fondo del estero o el río y empiezan a actuar sobre la materia orgánica que contamina el agua, con lo que se consigue la biorremediación. “Se da en dos parámetros. El primero es controlar olores y el segundo es que esa materia orgánica ya no necesitará tanto oxígeno que está en el agua para su descomposición, entonces este queda disponible para los peces y así se da el retorno de la población acuática que existía naturalmente”, asegura Castillo.

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Uno de los principales contaminantes del estero Salado es la materia orgánica (descargas de aguas residuales, industriales y domésticas y los lodos que emiten olores pestilentes por su estado de descomposición), que es lo que las bolitas de barro ayudan a remediar, por lo que no se incluye a otros tipos de desechos que también contaminan este cuerpo de agua como los metales pesados, plásticos o los escombros que igualmente se lanzan. Para el control de estos y la reducción de su impacto se requieren otras medidas de manejo, indica el especialista.

¿Qué tan factible es hacerlo? Castillo responde que la inclusión de la comunidad en la solución, pues facilita la creación de las bolitas de barro. Una de las claves es el apoyo de la ciudadanía en la elaboración de lo que se utiliza en la remediación. En el caso de las ciudadelas del norte de Guayaquil se hicieron talleres en los que los habitantes colaboraron con el suelo arcilloso, el polvillo de arroz y en la formación de las esferas.

La tierra de arcilla y el polvillo de arroz son insumos baratos y nosotros proveemos gratuitamente los mircroorganismos”, afirma Castillo.

La actividad de lanzar las bolas de barro tiene que ser constante ya que el deterioro es permanente, al menos una vez al mes, indica, dependiendo del nivel de contaminación.

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Unas 600 hectáreas de la superficie acuática del estero Salado está integrada a la parte urbana de Guayaquil, por lo que recibe directamente el impacto de la contaminación por el mal manejo de las aguas residuales y de los desechos.

Son unos diez ramales que atraviesan Urdesa, Mapasingue, isla Trinitaria, suburbio y Kennedy. “Ese es el universo a tratar porque estas reciben las descargas. La mayor prioridad sería en dos puntos. Los ramales más internos, como en la zona de Urdesa donde el estero se hace más estrecho y la renovación del agua por flujo de marea es más limitada y hay mayor acumulación de materia orgánica. El segundo punto son los lugares que por condiciones sociales y económicas específicas sus ciudadanos tienden a arrojar la basura al estero, también porque no llega el recolector”.

Clemencia Miranda de Manrique, vicepresidenta de la Fundación Sor Dominga Bocca, casa que acoge a menores de edad en situación vulnerable, indica que 16 de ellas participaron en la elaboración de 1.006 esferas.

“La idea es que las niñas desarrollen conciencia ambiental a través de este proceso de elaboración de las bolitas tras la capacitación que recibieron. Ellas están conscientes de lo que hacen estas esferas y quedan listas para replicar en otro punto que necesite de esta remediación”.

En el acto de lanzamiento de las bolitas de barro en Urdenor I se entregará un cuento infantil que recoge el concepto y mensaje ambiental a las niñas de la fundación, y a los menores de edad que viven en el sector.

El cuento es de la autora Margarita Barriga Pino. (I)

La técnica de lanzar las esferas con el fin de reducir la contaminación de materia orgánica se hizo en la zona del Lago de Capeira, en 2018 cuando también se hizo con el apoyo de la ciudadanía. Foto: CORTESÍA