Sin un conocimiento de cómo funciona el dinero, es difícil prosperar en la vida. En Estados Unidos se creó un personaje animado, llamado Sammy Rabbit, para ayudar a los niños a entender sus primeros conceptos financieros.

El cocreador de Sammy, Sam X. Renick, explica que el dinero es uno de los elementos centrales de las transacciones de la vida diaria, que lo usamos casi a diario. “Donde vivimos, lo que comemos, la ropa que usamos, el auto que conducimos, la salud, la educación, la crianza, los regalos, las vacaciones, el entretenimiento, la calefacción o el aire acondicionado, ¡los seguros!, todo funciona con dinero”.

Los niños aprenden mejor jugando y conversando con sus padres y personas de confianza. Foto: Shutterstock

Aun así, no muchos padres están alfabetizando a sus hijos en lo financiero. En 2019, la encuesta anual Padres, Niños y Dinero, de la firma de inversiones T. Rowe Price, mostró que casi la mitad de los padres estadounidenses sondeados admitió que no usan las oportunidades de hablar de finanzas con sus niños. Un cuarto de ellos confesó que tienen muy poca o ninguna intención de tocar el tema.

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En cambio, la mitad de los niños encuestados dijo que desearían que sus padres les enseñasen más sobre el dinero.

La cuestión, dice Cameron Huddleston, de la revista Forbes, es que con el dinero ocurre algo similar que con las emociones o la sexualidad o la violencia: si usted no asume la responsabilidad de enseñar, ellos aprenderán de otras maneras, fuera de casa. “Si usted quiere tener un rol decisivo en cómo sus hijos se sienten, piensan y manejan el dinero, debe darles el regalo de la alfabetización monetaria a temprana edad”.

Cuatro conceptos básicos para enseñar a los niños sobre el dinero

El economista Jorge Calderón Salazar considera que hay cuatro conceptos básicos que los niños necesitan aprender: ingresos, gastos, ahorro e inversión.

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Y esto no es solo conocimiento numérico, sino ético. “Los niños necesitan saber cómo se genera el dinero (ingreso) que les permite cubrir sus necesidades a través de las compras de bienes y servicios. Debe quedar claro que es producto de un esfuerzo que realizan los miembros de un hogar, y que no se obtiene por dádivas o regalos. Es resultado de un intercambio lícito (transacciones entre personas o empresas); y con ese ingreso se realiza un gasto, para cubrir necesidades como alimentación, salud, educación, entretenimiento, movilización, o cualquier otro que la persona o familia tenga”.

El tema de los regalos en efectivo debe ser tratado con cuidado por los padres. Foto: Shutterstock

Calderón recomienda a los padres explicar que no necesariamente todo el ingreso debe gastarse, sino que se determina qué necesidades inmediatas deben cubrirse y dejar un porcentaje al ahorro, que permitirá solventar necesidades o urgencias en el futuro; para ello será importante que el ahorro tenga un propósito y temporalidad. La inversión, por otra parte, permitirá al niño tener un conocimiento inicial del concepto del mediano plazo y la diferencia con el ahorro.

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Con este punto de vista coincide María Lourdes Garaicoa Burgos, gerenta comercial de FuturFid. “Debemos empezar por enseñar el valor del dinero, es decir, cómo se obtiene. El esfuerzo de nuestro trabajo se paga con dinero, y mientras más especializado sea, más recibiremos, por eso es importante estudiar y prepararnos. Después vamos a intercambiar el dinero ganado por bienes o servicios, los cuales deberemos ir gastando en orden de prioridad. Primero las necesidades básicas para la vida, como alimentación, techo, educación, salud, y posteriormente bienes o servicios que nos permitan tener mejor estilo de vida”.

Haga ver a sus hijos cómo se obtienen los bienes de la familia, e indíqueles que a veces, para comprar ciertos activos, necesitarán ahorrar hasta acumular el dinero necesario para adquirirlos (o pagar una entrada, dependiendo del bien). De igual forma, señáleles que también es importante tener ahorros ante posibles inconvenientes como desempleo, enfermedades y pérdidas, amplía Garaicoa.

La economista Katia Rodríguez, experta en el área de finanzas, comparte también una lista de conceptos: ahorro, inversión, rentabilidad y endeudamiento. “Se les puede explicar con las finanzas familiares, con casos cotidianos del hogar: ahorrar para un viaje, invertir lo ahorrado en una póliza (u otro similar) o hacerles notar la rentabilidad como aquello ganado durante el tiempo invertido”. Asimismo, aproveche para explicar la deuda que se generaría en caso de que la familia compre un carro, casa o algún electrodoméstico.

¿Se debe involucrar a los niños en las finanzas familiares, hasta qué punto, en qué áreas?

Definitivamente sí, dice Calderón. Es un error dar muchas facilidades a los hijos, sea para compensar la ausencia en el hogar o por las carencias que tuvieron en su propia niñez y que no desean repetir en sus hijos; “pero esto resulta contraproducente, pues los niños y jóvenes no valoran el esfuerzo que está detrás de esos ingresos que obtienen los padres; una forma de que entiendan es hacerlos parte de las finanzas familiares, no necesariamente con poder de decisión (a edades tempranas), pero sí que aporten con sugerencias y conozcan cómo se distribuye el dinero, a qué se destina, qué necesidades hay que cubrir. Esto ayudará a que nuestros hijos estén mejor informados y entiendan por qué en algunas ocasiones hay que decir no a algo”.

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Involucre a los niños en la planificación de los gastos familiares. Foto: Shutterstock

Garaicoa opina que los niños pueden involucrarse en temas como evitar el desperdicio de comida, agua y electricidad, y cuidar las pertenencias, “porque todas estas cosas tienen un costo, mientras más logremos cuidar el cuánto y cómo usamos y consumimos, esto se verá reflejado de muchas formas, ya sea en pequeñas compras o en ahorros acumulados que nos permitan acceder a grandes bienes”. A veces, añade, el simple gesto de encargarles entregar los billetes en el supermercado los hace aterrizar y pensar en cuánto se gasta, y da pie a comunicarles que con el esfuerzo de mamá y papá al salir de casa a trabajar varias horas se puede solventar estos gastos, y que por eso es bueno que ellos también colaboren valorando los alimentos y la educación que reciben, así como el internet y los momentos de diversión.

Rodríguez aconseja motivar el interés de los niños involucrándolos en los asuntos más relevantes para ellos. “A lo mejor puede ser ahorrar para vacaciones, pero también manejar una mesada para sus gastos recurrentes o ahorrar parte de ese dinero para algún juguete/videojuego u otro de su preferencia”. Los padres deberán identificar los intereses de los hijos para hacer que aprender sobre las decisiones financieras tenga un impacto en ellos.

¿Pueden los niños manejar dinero, en qué cantidades, a partir de qué edades y en qué condiciones?

Mientras se los haga partícipe de las finanzas familiares, ellos entenderán mejor el manejo del dinero; y puede asignárseles pequeñas cantidades para que decidan el mejor uso; de darse una salida familiar, puede aprovecharse para que el niño realice parte de su gasto, propone Calderón. ”Si desea algo, déjelo que compre y sienta que el dinero no nace en los árboles, y así como se obtiene, se gasta, y que para obtener ingresos deberá realizar actividades”.

La cantidad de dinero asignada puede ir subiendo conforme la edad y las necesidades. “Hay padres que deciden entregarle una tarjeta de débito y tener un control del dinero desde la cuenta, todo es factible en tanto exista educación financiera en el hogar”, afirma Calderón.

En cuanto a las competencias necesarias para aprender sobre el dinero, Katia Rodríguez cree que mientras puedan sumar y restar ya se los puede introducir en el mundo de las finanzas. “Sin embargo, cada niño tiene un nivel de madurez que los padres deberán identificar para asignarles ciertas responsabilidades y no poner en riesgo altas sumas de dinero. Por ejemplo, manejar una tarjeta de crédito versus manejar una mesada. La tarjeta de crédito la dejaría para adolescentes más maduros, que estén conscientes del riesgo de endeudarse en exceso”.

Finalmente, ¿es beneficioso que los niños ganen pequeñas cantidades por realizar dichas tareas? ¿O está bien permitir que reciban regalos en efectivo? Sí a la primera, pero con condiciones. En cuanto a la segunda, es mejor pensarlo dos veces. “Es preferible que los hijos realicen determinadas actividades, para que hagan relación entre el esfuerzo realizado y el ingreso”. Calderón especifica que hay que elegir ciertas tareas, no todas, “porque puede generarse el efecto contrario, que el niño quiera cobrar por todo”, como sacar la basura, lavar los platos o cualquier tarea básica que debería ser compartida de buena gana por todos los integrantes del hogar, sin pensar en recompensas extras.

Los niños deben comenzar a aprender el concepto de uso del dinero desde muy pequeños, para que una vez que aprenden sumas y restas puedan iniciar sus primeras experiencias de intercambio con dinero, refuerza Garaicoa. “Empezar desde el cómo llega dinero a nuestra vida (con un esfuerzo relativo a su edad, como un regalo, como una mesada), las decisiones que incluyen el tenerlo (ser cuidadoso en guardarlo, lo que puede alcanzar con este monto, lo que puede lograr si espera y acumula) y, finalmente, cómo sale de nuestras manos”. Lo importante, recalca, es que los padres apoyen sin solventar todo lo que los niños no alcancen a comprar con su propio dinero, “porque no estaríamos ayudando en el aprendizaje de tomar decisiones con dominio de sus emociones ni a valorar el buen uso del dinero”.

El otro punto por considerar, continúa Garaicoa, es que en caso de pagarle un “sueldo” por un esfuerzo, este no podría ser sobre actividades que ya son su responsabilidad, como mantener arreglada su habitación o estudiar. Un sueldo debe ser sobre algo opcional. “Como padres, debemos aprovechar para enseñar el buen hábito del ahorro, y para esto será bueno colocar una meta, un objetivo que genere el estímulo, por ejemplo, una consola de juegos. Vivir esta experiencia en la que constantemente van evaluando el crecimiento del dinero les enseñará a los niños y adolescentes las bondades de tener paciencia y lo gratificante que puede ser el resultado final”. (F)