Después de experimentar o ser testigos de un evento que amenaza la vida, como la guerra, un accidente de tránsito, un asalto armado, un desastre natural o una agresión sexual, es normal tener recuerdos desagradables, sentirse nervioso o tener problemas para dormir y pesadillas. Al principio puede ser difícil retomar las actividades diarias o volver a un sitio que revive la situación negativa. Si los síntomas duran más que unos pocos meses, podría ser un trastorno por estrés postraumático (PTSD).