La enfermedad renal crónica (ERC) afecta a más de 850 millones de personas en el mundo, y resultó en más de 3,1 millones de muertes en 2019, según datos del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud. Al momento es la octava causa de muerte, y si no se la atiende, será la quinta causa de años de vida perdida al llegar 2040 (Global Health Metrics).

En las últimas tres décadas, argumenta la campaña global Día Mundial del Riñón (celebrado cada 14 de marzo), el tratamiento se ha centrado en preparar y aplicar terapias de reemplazo de este órgano.

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La enfermedad renal crónica afecta a un 10 % de la población adulta global. Foto: Shutterstock

Sin embargo, el equipo considera que es el mejor momento para cambiar el enfoque a prevenir o retrasar la enfermedad renal y mitigar complicaciones (daño cardiovascular e insuficiencia renal), prolongando la calidad y cantidad de vida de la gente.

Sin embargo, el poco acceso a estas terapias es la realidad en la mayor parte del mundo, por falta de conocimiento sobre la ERC y sobre nuevas estrategias terapéuticas, escasez de especialistas en nefrología y, no menos importante, el costo de los tratamientos.

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¿Qué medicamentos son los óptimos para la enfermedad renal crónica?

El médico Fabián Ortiz Herbener, vicepresidente de la Sociedad Latinoamericana de Nefrología e Hipertensión, habla de dos nuevos grupos de medicamentos para los pacientes renales: los iSGLT2 (dapagliflozina y empagliflozina) y la reciente finerenona.

“Estos medicamentos son caros, sí, pero si los vemos desde el punto de vista de la salud pública, el propósito es que nuestra población sea lo más sana posible y evitar que estos pacientes necesiten diálisis en un futuro”, pues la diálisis y el trasplante tienen costos muchísimo más elevados. “Lo inteligente es dar medicación de calidad óptima a los pacientes”.

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La dapagliflozina reduce el nivel de azúcar en sangre al provocar que los riñones eliminen el azúcar del cuerpo a través de la orina. Foto: Shutterstock

En Ecuador, explica Ortiz, esta disposición se ha dado a medias, pues los tres fármacos han entrado al cuadro básico, pero con numerosas restricciones. “Muy poca gente se beneficia de esto, no hay un acceso equitativo ni óptimo; los tiempos son muy lentos y el Estado no tiene el dinero”, resume. “No hay proyecciones de farmacoeconomía eficientes”.

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¿Cuántas personas sufren de enfermedad renal crónica en Ecuador?

En esta fecha, otro asunto a destacar, dice el nefrólogo, es el tratamiento a los pacientes trasplantados. “Al parecer, hay denuncias de que se les están dando bioequivalentes, poniendo en riesgo su trasplante”. Enfatiza que es necesario tener pruebas que confirmen que el medicamento bioequivalente es bueno (equivalente a los originales), pero no ocurre así. “Tenemos que mejorar los mecanismos de control, casi todo converge en lo mismo, la falta de dinero, de proyección y de estimación”.

El Día Mundial del Riñón se celebra cada 14 de marzo. Este año el tema alude a la equidad en el acceso al tratamiento médico. Foto: Shutterstock

El acceso equitativo a los medicamentos requiere de estudios en la población real. “En nuestra población ecuatoriana no nos sirven los estudios en Estados Unidos, Europa o Australia, aplicables en esas regiones. Creo mi propio estudio para ver mi realidad”.

Los números internacionales, de todas formas, sirven como referencia. “Nos dicen que uno de cada 10 pacientes de la población adulta (global) tiene ERC. Si en Ecuador hay 17 millones de habitantes, y de ellos 11 millones son adultos, quiere decir que 1,1 millones de personas en Ecuador tendrían enfermedad renal crónica. Eso es una estimación, no tenemos el número real”.

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El Ministerio de Salud Pública, por su parte, tenía hasta noviembre de 2022 un total de 21.394 personas diagnosticadas con insuficiencia renal, en el Registro Ecuatoriano de Diálisis y Trasplante; según un informe de la Dirección Nacional de Centros Especializados. De acuerdo a este boletín, la mayor parte de la población que ya está en terapia de reemplazo renal está entre los 40 y 64 años de edad. En segundo lugar están los adultos mayores.

Entre los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos, los cálculos renales están en el top 10 de las enfermedades más comunes. Esto, reflexiona Ortiz, lleva a preguntarse si los estudiantes de pregrado y médicos de atención primaria están formados para manejar estos casos o a un paciente hipertenso o diabético con cierto nivel de complejidad. “Porque no hay tantos especialistas. Entonces, tenemos que volcarnos a los médicos de atención primaria y tener responsabilidad sobre su formación”.

Saber qué provincia tiene mayor prevalencia de enfermedad renal ayudaría a destinar recursos de mejor manera y evitar la inequidad en el acceso a la salud y a la medicación. “Hay que remover las bases, hacer estudios serios, el ministerio no puede estar alejado de la academia y las sociedades científicas, es un tejido del que todos formamos parte”. (I)