Si usted quiere señalar algo o alguien como perteneciente a la cultura montuvia, será mejor que use la uve, a pesar de que el autocorrector insista en cambiarla por la be, como sucedió mientras se escribía este artículo (tres veces).

Así está en el Diccionario de la Real Academia Española, si lo busca rápidamente en su versión digital, el campesino de la costa ecuatoriana es montuvio. Que haya quedado así fue resultado de una gestión que hizo ante la RAE la directora de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, Susana Cordero de Espinosa. Lo confirma el miembro de la Academia de Historia del Ecuador y columnista de este Diario, Sergio Cedeño Amador.

“La acepción de la palabra montuvio, empleada por los escritores del Grupo de Guayaquil de los años 30, deriva de ‘monte y vida’, mientras que montubio, la versión que (durante algún tiempo) impuso la Real Academia, remite a “monte y biología”, señala Cedeño, y agrega que montuvio remite también a “monte y ríos” (fluvios), “por lo que según José de la Cuadra, este sería el habitante procedente de la zona de la costa regada por los grandes ríos y sus numerosos tributarios”.

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Portada del libro 'Tesoros montuvios', de Sergio Cedeño. Foto: Cortesía

En efecto, José de la Cuadra tituló El montuvio ecuatoriano su ensayo de 1937 en el que trató de definir la identidad física y cultural de los campesinos del Litoral, pero no solo eso, sino su zona geográfica y su vida política y económica.

Cedeño continúa diciendo que la petición de cambio a la Academia Ecuatoriana de la Lengua tuvo origen en el manabita Ángel Loor Giler, quien consideraba que el término montubio perjudicaba a los compatriotas, por su definición de “hombre grosero y montaraz”. “Por eso, desde la edición del Diccionario de la lengua española de 2013 (llamada del Tricentenario por cumplir la Academia 300 años), el significado aceptado de montuvio es de “campesino de la costa de Ecuador”.

“Yo soy montuvio”, proclama Cedeño, “ya que vivo en el monte, me baño en el gran río Salitre con mi mula vieja”. Y como buen montuvio, también bromea. “A la vez, soy montubio, por ser montaraz y grosero con los que me llaman a cobrar las deudas”.

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En su columna de Diario EL UNIVERSO La esquina del idioma, Piedad Villavicencio Bellolio (autora de un poema al montuvio) expuso en 2007 la necesidad de que el Diccionario de la RAE incluyese la forma montuvio. Ella cita la obra Los montuvios, etnia sociocultural invisibilizada (2006), del historiador Willington Paredes Ramírez, en la que se usa esta grafía. También cita la defensa que en el prólogo de ese libro hizo el escritor Miguel Donoso Pareja, quien argumentó que José de la Cuadra había designado a Guayaquil como la capital montuvia.

La esquina del idioma - ¿Montubio o montuvio?

El cambio de uve por be ocurrió desde la década de 1940, y empezó en las escuelas. Pero los escritores y editores mantuvieron la uve. Montubio había entrado en el Diccionario de la RAE con las acepciones de ‘campesino de la costa’ e ‘inculto y rústico’ en 1928. Y en la edición de 1984 se añadieron los adjetivos ‘montaraz’ y ‘grosero’ que mencionó Sergio Cedeño.

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Willington Paredes dice que el montuvio es uno de los aportes a la socioeconomía del Ecuador y que debe valorarse.

Años más tarde, en 2014, Villavicencio celebraba la llegada de ‘montuvio’ al DRAE, con el significado que se mantiene hasta hoy.

¿Podríamos considerar la palabra montuvio un adjetivo? No, es un sustantivo. Así que no tiene mucho sentido usarla para calificar o descalificar. “Pero el sustantivo montubio (con be) también se puede usar como adjetivo, y califica de manera general a una persona montaraz y grosera”, explica Villavicencio. ¿Podríamos considerarlo un gentilicio? Tampoco, porque los gentilicios se originan de un topónimo o nombre propio de lugar (Guayaquil, guayaquileño), indica la académica.

Pueblo ancestral e invisibilizado

Para continuar redescubriendo al montuvio hablamos con el historiador, poeta, docente y DJ guayaquileño Ángel Emilio Hidalgo, que tiene una visión aún más flexible. Para él, tanto montuvio como montubio se usan indistintamente y tienen que ver con el monte y la vida silvestre del campo. “Hay que recordar que no es exclusiva del Ecuador, en el norte del Perú también se la usa, y es una voz que viene al menos del siglo XVIII. En 1808 el viajero británico William Bennett Stevenson la mencionó para referirse a unas personas que cazaron un cocodrilo en el río Babahoyo”.

Se trata de un pueblo ancestral, porque existía antes de la creación de la República del Ecuador en 1830, la Constitución de la República lo reconoce, señala Hidalgo. Que en la sociedad se le dé reconocimiento es otra historia.

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“Guayaquil desde finales del siglo XIX e inicios del XX empezó procesos de modernización socioeconómica y sociocultural, y eso implica una occidentalización de la cultura, por lo cual los migrantes montubios del Litoral interior (como los que venían de la Sierra) tuvieron que incorporarse a esta dinámica y negociar ciertos elementos de su identidad para sobrevivir”, continúa Hidalgo. “No solo en términos económicos, sino también culturalmente, porque Guayaquil en el siglo XIX era un pueblo grande que quería convertirse en ciudad”.

Los historiadores e investigadores Ángel Emilio Hidalgo (i) y Wilman Ordóñez Iturralde, autores del libro ‘Jinete, lazo y monta. Historia del rodeo montuvio en Guayas'. (Cortesía de Ricardo Bohórquez)

¿En qué se convirtió el montuvio? “En un migrante rural que asumió ciertas prácticas sociales y ciertos comportamientos urbanos”, tal como Hidalgo y Wilman Ordóñez expusieron en 2022 en Cercanos y distantes: los montuvios y Guayaquil 1900-1940, en el Museo del Cacao. “Ese es el periodo clave en que la ciudad se autorrepresenta como moderna, aunque su población, mayoritariamente, es de origen rural”. Ellos fueron la fuerza de trabajo que impulsó la modernización económica que se requería para construir esa ciudad moderna.

Los montuvios y Guayaquil: visite la nueva muestra del Museo del Cacao (calle Panamá) hasta el 25 de septiembre

Y en ese cambiar de su identidad la palabra montubio fue usada, a veces, de manera peyorativa por un sector al que Hidalgo llama la burguesía guayaquileña. “Sin embargo, es interesante que alguien que viene de un sector pequeño burgués, Rodrigo Chávez González (Rodrigo de Triana), lidera una campaña de reivindicación, y organiza la fiesta regional del montubio, la primera, el 12 de octubre de 1926″, pero con un giro importante, el apoyo de la Asociación de Ganaderos del Litoral, terratenientes que vivían la mitad del año en el campo y la otra mitad en la ciudad y que compartían en su cotidianidad con el mundo montuvio. “No todos tomaban distancia, sino que había una parte que se reconocía heredera de estas raíces y apoyaba un proyecto de visibilización”.

El periodista, escritor e investigador Rodrigo Chávez González, conocido como Rodrigo de Triana, el seudónimo que utilizaba en sus escritos.

Nadie debería sentirse mal de ser llamado montuvio ni avergonzarse de sus raíces. “Somos resultado de un mestizaje y mulataje que lleva siglos. Como dice la frase popular ‘El que no tiene de inga, tiene de mandinga’. Hay que darse cuenta de que estamos en una sociedad híbrida de múltiples cruces, no solo biológicos, sino culturales”, una riqueza que hay que aplaudir, considera el investigador.

“Sigamos haciendo investigaciones y apoyando los procesos de organización del pueblo montuvio; eso hace falta, que se dejen a un lado los intereses personales o de grupos y se trabaje en pro de la construcción de una identidad montubia, múltiple y diversa, porque hay diversos tipos de montubios”. ¿Y dónde está Hidalgo en este asunto? “Yo soy nieto de una mujer manabita montubia, nacida en Jipijapa”. (I)