Las escombreras juegan un papel fundamental en el manejo integral de los residuos de construcción en Quito, proporcionando un lugar adecuado para depositar los materiales de desecho generados por actividades de construcción, movimiento de tierras y otras actividades afines.

Actualmente, la ciudad cuenta con cuatro escombreras autorizadas: El Troje, Tanlahua, Oyacoto y la E35. Sin embargo, la necesidad de estas instalaciones se ha vuelto aún más evidente con el crecimiento urbano y la expansión de la actividad constructiva en la capital ecuatoriana.

El gerente general de la Empresa Metropolitana de Gestión Integral de Residuos Sólidos (Emgirs), Santiago Andrade, resaltó la importancia de brindar un servicio adecuado a la ciudadanía mediante la ampliación y mejora de las escombreras.

Publicidad

Tras 15 años de recibir y compactar la basura de Quito, operación de la Estación de Transferencia Sur pasó a manos del Municipio

Anteriormente, Quito solo contaba con dos escombreras, lo que generaba dificultades logísticas y limitaba el acceso de los ciudadanos a estos servicios.

Ante esta situación, se tomó la decisión de abrir nuevas escombreras, como la E35 en el valle de Tumbaco y Oyacoto en el norte de la ciudad, para acercar el servicio a la población y facilitar el manejo adecuado de los residuos de construcción.

El establecimiento de estas nuevas escombreras no solo busca contribuir con la protección del medioambiente al evitar la disposición inadecuada de escombros en áreas no autorizadas, como quebradas y espacios naturales. Una actividad que se ha vuelto recurrente y que tiene una sanción.

Publicidad

El Municipio no sabe cuántos tachos de basura pequeños existen en Quito

Desde la Emgirs aseguraron que han establecido convenios con comunidades locales, como en el caso de Oyacoto, donde se ha acordado la creación de un complejo deportivo como contraprestación por la ubicación de la escombrera en la zona.

No obstante, la gestión de las escombreras no está exenta de desafíos. Uno de los principales problemas es el adecuado control del transporte pesado, que a menudo realiza la disposición de escombros de manera informal y en áreas no autorizadas para evitar costos adicionales.

Publicidad

Para abordar este problema, se están implementando medidas como la regulación de tarifas y la colaboración con asociaciones de transporte pesado para promover prácticas más transparentes y responsables en el manejo de residuos de construcción.

‘Domingo de tereques’, la iniciativa de Emaseo en Quito para recolectar residuos voluminosos

Además, se está trabajando en la simplificación y mejora de la gestión de escombros para los constructores y generadores de residuos. Esto incluye la implementación de un sistema de pago directo por parte del generador, en lugar de intermediarios, para garantizar una mayor transparencia en este proceso.

“Debemos tratar de controlar a la gente del transporte pesado, porque a pesar de tener la escombrera ahí, algunos botan a dos cuadras por ahorrarse $ 5. Entonces, ellos cobran entre $ 40 y $ 60 por viaje”, añadió Andrade.

En cuanto al volumen de escombros gestionados, Andrade señaló que, si bien el año anterior se recibieron alrededor de 850.000 metros cúbicos de escombros, esta cifra está por debajo de los niveles normales debido a la situación económica actual.

Publicidad

“Cuando se construyó el Metro de Quito en el 2016, ese año se recibieron 6 millones de metros cúbicos”, argumentó.

María Taco, la mujer de 64 años que vive del reciclaje desde hace dos décadas en Quito

Sin embargo, esto no disminuye la importancia de contar con una infraestructura adecuada para el manejo de residuos de construcción, ya que estas instalaciones son esenciales para garantizar un crecimiento urbano sostenible y responsable en la ciudad.

Además, a esa cifra se suma la cantidad de escombros que cada día son arrojados de manera ilegal. El Municipio capitalino no tiene la logística suficiente para controlar en todo el DMQ.

Esto, según las autoridades, también tiene un grado de responsabilidad de los ciudadanos, pues la disposición de los desechos son una operación técnica podría generar deslaves en esas zonas, afectando a las mismas comunidades. (I)