Azogues

Javier Loyola, localidad también conocida como Chuquipata, es una parroquia rural de Azogues, capital de la provincia del Cañar, que se consolida como el polo de desarrollo industrial del sur del país.

Varias fábricas cuencanas, que ya no tienen espacio para crecer en su ciudad natal, han migrado a esta pequeña localidad.

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Cuenca y Azogues tienen una conexión histórica no solo por su origen cañari, sino también porque al estar tan cerca (solo las separan 34 kilómetros) tienen mucho en común. Pero en los últimos dos años algo nuevo ha empezado a crecer entre estas dos capitales de provincia, y es la economía.

Al recorrer la vía rápida, por el sector Pampa Vintimilla y Ayancay, es fácil ver grandes naves que empiezan a visibilizarse.

Aunque aún están en etapa de construcción, se ven gigantescos galpones, camiones aplanando terrenos y altas estructuras metálicas que se van revistiendo de hormigón y con decenas de trabajadores a su alrededor.

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Azogues nunca ha sido una ciudad industrial a gran escala, ya que lo único que tenían era la cementera Guapán en la parroquia de ese mismo nombre, pero nada más.

Tradicionalmente este tipo de compañías se concentraban en Cuenca, pero se quedaron sin espacio y, por eso, buscan nuevas alternativas.

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Carlos Pacheco, presidente de la compañía de alimentos Piggis, el pasado viernes supervisaba la obra a la que se destinaron inicialmente $ 8′000.000. Allí se espera que el próximo año sea su nueva planta de producción, con la que darán trabajo a 100 personas.

“Hace años, unos 20 como mínimo, a todas las alcaldías (de Cuenca) se les ha pedido que nos ayuden. No se pudo hacer ni un parque industrial, no se crearon polígonos y peor se designaron sitios de suelo para estas actividades”, dijo.

Su visión es mantenerse aquí a largo plazo, pues estima que la millonaria inversión la recuperará en no menos de catorce años. Por eso, señaló que es muy cuidadoso con este nuevo proyecto, para que sea tecnológicamente bien elaborado, pero sobre todo respetuoso con el medioambiente y los recursos naturales.

Los dueños de casa están bastante atentos a este nuevo fenómeno y a los efectos que dejará en la población.

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José Bravo es presidente del Gobierno Parroquial de Javier Loyola. Él estima que, en los últimos años, cerca de quince empresas grandes se han instalado en sus alrededores, lo que tiene dos caras claramente marcadas.

Por un lado, es bueno, porque generan trabajo principalmente para la gente del lugar; pero, por otro, también se habla con temor de los efectos que grandes industrias puedan traer: contaminación y deforestación.

Él cree que la razón por la que los empresarios escogieron a esta parroquia de 12.000 habitantes es por su privilegiada ubicación, pues “se encuentra en medio de dos ciudades que crecen aceleradamente, como lo son Azogues y Cuenca”. “Nos atraviesa una autopista y se aprovechan de eso”, explica.

Algunas se han acercado para trabajar en proyectos de vinculación con la comunidad, como la creación de un parque infantil, pero no todas tienen esa actitud con sus vecinos naturales.

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Sabe que las compañías cuentan con todos los permisos de ley otorgados por el Municipio de Azogues, Prefectura del Cañar y Ministerio del Ambiente, pero sí le llama la atención que varias no se han acercado a la comunidad.

“El desarrollo tiene su precio y muchas veces es alto, y para eso están las entidades de control. Tampoco se puede prohibir que vengan (…); se necesita de ellas, pero tienen que cumplir la ley al pie de la letra”, indicó.

En el interior del Municipio de Azogues reconocen que todos los emplazamientos de este tipo cumplen todas las normas y por eso están ahí.

El director de Planificación, Pablo Abad, contó que en el Plan Nacional de Desarrollo y la Secretaría de Planificación ya se preveía que este corredor iba a ser una zona propicia para el desarrollo industrial; y, con esas consideraciones, el 15 de diciembre del 2022 el Concejo Cantonal local aprobó el Plan de Uso y Gestión del Suelo (PUGS) y el Plan de Ordenamiento Territorial (PDOT).

Con eso se ratificó la decisión de implantar ahí los conocidos polígonos de intervención territorial en esa zona, en donde se permite la existencia de bodegas y plantas, en el marco de lo que ambientalmente debe manejarse. Ahora, desde el punto de vista de geolocalización, se consideró que en Javier Loyola “no había zonas muy pobladas”.

Años atrás, Abad también se desempeñó como director de Planificación en el Municipio de Cuenca y conocía el tema en la capital azuaya, y reconoce que “el gravísimo problema fue la falta de suelo industrial”, pues por un lado el parque ubicado en la zona norte está totalmente copado y las viviendas empezaron a crecer.

Se intentó en la parroquia Tarqui, en el sur, pero sin éxito. Y por todo ese contexto se concluyó que Javier Loyola se convertirá en poco tiempo “en la contenedora regional de la producción”.

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Antonio Luzuriaga, director municipal de Control Urbano de Azogues, añade que algo muy atractivo es el precio del metro cuadrado, que es radicalmente inferior al de Cuenca, algo que no se puede regular porque es de libre oferta y demanda.

Lo que sí cree que debe solucionarse de manera urgente es la vialidad interna, pues en esta localidad la única vía adecuada es la autopista, porque el resto son caminos de tierra muy estrechos; pero también se deben mejorar los sistemas de agua potable y alcantarillado para que vayan acordes a estas actividades. Y como el tema es una realidad acelerada, su mayor preocupación es que cumplan las normas vigentes.

Pero, en medio de este crecimiento acelerado, el presidente del Gobierno Parroquial de Javier Loyola, José Bravo, pide al alcalde de Azogues, Javier Serrano, que los apoye destinando un porcentaje de los impuestos que pagan a obras, pues considera injusto que siendo una ciudad universitaria (por la presencia de la Universidad Nacional de Educación) y ahora industrial sigan teniendo limitaciones como calles de tierra. (I)