Altos niveles de cadmio y plomo halló un estudio de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) en algunos vegetales de consumo diario de la población.

Investigadores de ese centro de estudios superiores llevaron a cabo un estudio toxicológico en vegetales y para ello utilizaron la denominada mosca del vinagre. Mide entre dos y cuatro milímetros y permite explorar diversas áreas que incluyen la toxicología o la conservación.

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El estudio, según la universidad, se centró en la detección y análisis de altas concentraciones de cadmio y plomo en zanahorias, lechugas y tomate. En este último hubo mayor transferencia, probablemente por la presencia de un bioquímico.

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Doris Vela, una de las investigadoras, especialista en el área de genética molecular, mencionó que se obtuvieron muestras de vegetales de cuatro mercados de la capital.

Las muestras se prepararon en el laboratorio y se midió la concentración de cadmio y plomo. Después, alimentaron a las moscas con esos vegetales para ver cuánto de esos metales se transfiere desde los alimentos a los insectos.

Para el estudio, las verduras se secaron a fin de producir un polvo y así se lo mide para detectar el contenido de los metales.

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En todos los casos, los vegetales tenían niveles de cadmio y plomo que excedían los límites máximos recomendados por la FAO y la Organización Mundial de la Salud (OMS).

A criterio de la investigadora, los metales tóxicos pueden pasar a través de la cadena alimentaria y acumularse en niveles más altos, lo que podría causar efectos negativos en los ecosistemas y salud humana.

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Uno de los laboratorios de la Universidad Católica donde ese centro de estudios hace investigaciones. Foto: El Universo

La investigación fue publicada el año pasado en una revista especializada en México debido a la pandemia del COVID-19, pero se la realizó hace cinco años.

No se ha puesto a consideración de autoridades locales porque, precisó, se busca generar un conocimiento y las instancias de decisión como Municipio o Asamblea deben ir a las fuentes de información científicas para crear normativa como la de controlar los sistemas de agricultura, determinar cómo llegan los productos a los mercados o cómo se transportan.

Para Vela, la investigación no necesariamente está desactualizada porque sostuvo que los efectos de la contaminación se mantienen y lo interesante es que con ese dato se generarían otras iniciativas para continuar con una línea de análisis en otros vegetales, en poblaciones específicas o con otros metales. Agregó que no ha habido más estudios sobre ese tema.

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“Si nosotros consumimos esos vegetales (...) a futuro vamos a tener efectos en la salud que pueden ser muy diversos, y entre ellos, puede ser el cáncer”, dijo.

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A su criterio, los mercados no están involucrados en esos procesos de contaminación sino más bien con los procedimientos de cultivo relacionados a la calidad de la tierra, del agua de riego, calidad ambiental.

La experta -acotó- que con el estudio se busca incentivar para que haya otro tipo de cultivos como los orgánicos, o control biológico a través de insectos. (I)