Especies como el ajolote, la boa matacaballo, la tortuga charapa y el mono aullador son víctimas del tráfico ilegal de vida silvestre en Ecuador y encuentran un hogar, temporal o permanente, en los distintos refugios y zoológicos del país.

Los animales rescatados por el proyecto Sistema Nacional de Control Forestal y Vida Silvestre, del Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (Maate), por ejemplo, pasan al cuidado de centros de rehabilitación, como el del Proyecto Sacha, en la provincia de Santa Elena, o el del Zoológico de Quito, en la capital.

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Abel Gallo, biólogo del Proyecto Sacha, señala que atendieron a 1.378 animales en 2023. La zarigüeya, al igual que el resto de años desde la fundación de la iniciativa en 2018, fue la que más atención médica requirió debido a ataques.

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En su mayoría resultan heridas por contactos con poblaciones humanas, continúa Gallo. Las personas piensan que son ratas y las golpean. En otras ocasiones son atacadas por mascotas domésticas.

“Los animales ingresan de muchas formas, pero la principal es que el Maate o las direcciones de ambiente o de bienestar animal de Guayaquil o municipios circundantes a la ciudad los traen por denuncias”, refiere el experto.

Una vez que llegan al centro les realizan una valoración médica, pues llegan con heridas físicas, como la zarigüeya. En el caso de especies víctimas de tráfico, como periquitos y monos, usualmente arriban a los centros con varias deficiencias nutricionales en su dieta.

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Gallo señala que es difícil que un animal silvestre retenido como mascota tenga una buena alimentación, debido al desconocimiento de los dueños. “Muchas veces nos dejamos llevar por lo que está en la televisión. Hay muchos monos capuchinos que la gente solo los alimenta de guineo, cuando ellos necesitan otros ingredientes para tener una nutrición completa y sana”.

El porcentaje de reinserción en la naturaleza es del 70 al 75%, expone Gallo. Algunos animales silvestres se acostumbran demasiado a ser mascotas, y pierden facultades físicas y la habilidad de comunicarse con otros de su especie, dificultando que sobrevivan.

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Este es el caso de un grupo de loros que llegó al centro de rehabilitación del proyecto hace seis meses. Nunca habían tenido que usar sus alas, pues vivían en jaulas muy pequeñas y nunca fue necesario.

Poco a poco, el personal de la iniciativa ha logrado que algunos aleteen y que otros vuelen distancias muy cortas, usando jaulas más grandes y alimento como incentivo.

Durante el 2023, la clínica del Zoológico de Quito brindó atención médica a 1.629 animales. Sus instalaciones albergan a 1.941 especímenes de 70 especies nativas distintas.

El ajolote, la especie exótica más retenida por el Maate en 2023 con relación al tráfico de animales como mascotas (426 de estos anfibios en peligro de extinción fueron decomisados), también llega a este centro, según Martín Bustamante, director del zoológico.

Sin embargo, una de las especies que más reciben son renacuajos de rana marsupial andina. Estos tienen, señala, un 100 % de porcentaje de reinserción, a diferencia de animales que llegan por razones “más preocupantes”, como las dos crías hembra de tapir andino que arribaron al zoológico heridas por perros el año pasado. Fueron atacadas en una zona protegida, “donde se supone deberían estar a salvo”.

También rescataron a un oso de anteojos que fue violentado por canes el año pasado.

“Al menos en el 2023 no nos llegó ningún cóndor disparado”, subraya Bustamante, quien calcula que aproximadamente el 50 % de los animales que terminan en las instalaciones del zoológico es reinsertado a la naturaleza.

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Aunque las ranas marsupiales andinas pueden ser liberadas en casi todos los casos, esto varía dependiendo de la especie. Algunos animales enfermos no pueden volver a su vida salvaje en seguida, y otros ya no pueden vivir en sus hábitats debido al mascotismo.

“Reinsertar monos, loros y tortugas es una cuestión de más tiempo”, agrega. Los costos de exámenes médicos para evaluar si pueden ser liberados son otro de los obstáculos.

Bustamante destaca el trabajo de zoológicos y centros de rescate. “La realidad nacional marca que los zoológicos rescatan y acogen. Hay una relación directa con la autoridad para recibir a los animales” (I)