En la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) hay “un sector terrorista... no son infiltrados, son miembros del movimiento indígena..., esa guardia armada que dicen ellos es un cuerpo paramilitar que ya ha matado a soldados, que incendió Puyo”, afirma el expresidente de la República Osvaldo Hurtado Larrea sobre la manera de actuar del movimiento indígena en el país en momentos de convulsión política.

La acusación se da en medio de la crisis entre el Ejecutivo y el Legislativo y la amenaza de Leonidas Iza, presidente de la Conaie, de salir a las calles si el presidente de la República, Guillermo Lasso, determina la muerte cruzada, como salida ante el juicio político iniciado en su contra por la Asamblea Nacional.

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Hurtado asumió la presidencia de la República luego del fallecimiento de Jaime Roldós Aguilera en un accidente aéreo en mayo de 1981, cargo que ostentó hasta agosto de 1984. De ahí, afirma, lleva en la vida pública del país por más de medio siglo, tomando en cuenta que está activo desde la década del setenta del siglo XX.

Rodeado de un nutrido librero que resalta de su imagen durante la entrevista vía Zoom, Hurtado tilda de dictador al expresidente de la República Rafael Correa Delgado (2007-2017) y lo acusa de propiciar la salida de Lasso para tomarse el poder.

Ecuador enfrenta nuevamente una crisis política que podría provocar que el presidente de la República, Guillermo Lasso, no termine su mandato en mayo del 2025. ¿Por qué se ha llegado a esta pugna de poderes?

La política ecuatoriana siempre ha sido muy conflictiva, carece de un elemento esencial de la democracia que es la negociación y el consenso, que en este momento que vive la economía ecuatoriana y la seguridad pública son esenciales. Está por venir un (fenómeno de El) Niño que eventualmente comenzará en junio y terminará el próximo año (temporada de fuertes lluvias), yo viví exactamente una situación similar cuando fui presidente. Se producen movimientos sísmicos, uno grave como el que ocurrió en el golfo de Guayaquil (el 18 de marzo del 2023). Hay la amenaza de una erupción del volcán Cotopaxi, que sería devastadora, y el Sangay no deja de emitir ceniza. Se producen diarios deslizamientos de tierra que paralizan carreteras y matan ecuatorianos. Los índices de violencia, criminalidad y de asesinatos son tan grandes que el país ha pasado a ser una de las naciones más inseguras de América Latina. En circunstancias de tal naturaleza sería natural, espontáneo, lógico, patriótico, que se produzca un acuerdo de las diversas fuerzas políticas para enfrentar tan dramática realidad y tan peligrosos desafíos, pero no, la oposición se ha empeñado en destituir al presidente de la República, episodio que no me llama la atención luego de participar en la vida pública del país por más de medio siglo.

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La Constitución actual estableció la muerte cruzada y la posibilidad de destitución por juicio político. ¿Con ello se marcó con claridad una hoja de ruta o abonó a que se dé esta situación que analistas han calificado de chantaje mutuo entre la Función Ejecutiva y Legislativa?

Lo mejor para el Ecuador y atender eficazmente los problemas que acabo de mencionar es que el presidente no sea destituido. Es la alternativa que permitirá al Ecuador y no solo al Gobierno enfrentar esos desafíos. En el caso de que fuera destituido, a todos los problemas mencionados habría que sumar la inestabilidad política y la aventura, el enigma de lo que vendrá después, al producirse la sucesión presidencial, y a corto plazo, según mi opinión, la destitución del nuevo presidente.

¿Por qué considera que sería así?

Tenemos que estar claros, detrás de esta acometida irracional contraria al interés nacional está la ambición, el deseo, la necesidad del dictador Correa de lavar sus culpas y sus enormes responsabilidades en el tema de la corrupción.

¿Cuáles serían las consecuencias si se destituye a Lasso?

Si se llegara a votar la destitución y existiera la posibilidad de que una mayoría se pronuncie en tal sentido, pienso que el presidente de la República, como ya lo ha sugerido, disolverá la Asamblea Nacional. Todos cesarán en sus cargos, tendrán que irse a su casa y (los asambleístas) dejarán de ganar los cinco mil dólares mensuales, de tener varios empleados a los cuales algunos asambleístas les cobran un valor, viáticos y viajes y todo lo demás. Pero esa disolución no se produce en condiciones favorables para el Gobierno, que sí existían cuando inició su mandato y el presidente realizó esa notable campaña de vacunación que salvó centenares de miles de vidas, lo que es conveniente tener en cuenta y reconocer el mérito de la contribución que hizo a la salud y a la sobrevivencia del pueblo ecuatoriano. Las condiciones hoy son diferentes, el Gobierno no tiene ya esa popularidad que en la actualidad bordea el 20 %, tiene problemas gravísimos como el de la inseguridad y las catástrofes naturales; de tal manera que le será muy difícil, aún teniendo el poder de legislar, salir adelante en los años que le quedan para terminar su mandato. En realidad para ir a una elección. quiere decir que en 15 o 30 días más el Ecuador se verá abocado a una campaña electoral para elegir a un nuevo presidente de la República. Aquí hay un elemento más que demuestra cuán contrario al interés público, a la conveniencia nacional, al bien del Ecuador es la conducta del dictador Correa y de sus servidores, fieles, obsecuentes.

¿A qué grupos políticos les convendría que salga Lasso del poder?

Se supone que el dictador Correa está convencido de que algunos de sus pasasillas será elegido presidente de la República y que ese individuo se convertirá en un ejecutor de las órdenes que reciba de su jefe, de su amo, de su señor, de su patrón; en otras palabras, que él va a gobernar al Ecuador desde Bélgica. Mire usted qué paradoja, un individuo que debe estar en la cárcel pagando sus delitos de corrupción, gobernando el Ecuador prófugo de la justicia desde Bélgica. Eso es lo que él cree, pero yo no estoy tan seguro de que su vasallo, su pasasillas, pueda ganar la elección. Hay que tener en cuenta que en los últimos comicios el correísmo obtuvo el 25 % de los votos, muchos menos de los que obtuvo en la primera vuelta electoral para la Presidencia de la República, en la última elección presidencial del 2021. Esto quiere decir que dos de cada tres ecuatorianos no simpatizan con Correa. No me extrañaría que si el presidente Lasso se postula, ocurra lo que ya pasó en la segunda vuelta electoral, que muchos ecuatorianos sin simpatizar con él le consignen su voto para salvar al país de una nueva dictadura correísta, de un nuevo atraco a los fondos públicos y de toda suerte de abusos que ustedes los periodistas sufrieron, que Diario El Universo padeció y que llevó a la quiebra y a la liquidación al diario Hoy de Quito.

¿Hay desesperación en los grupos opositores al momento de plantear la destitución bajo la creencia de que asumirán el poder con la salida de Lasso?

El ilustrado periodista Roberto Aguilar escribió en uno de sus análisis sobre el desenvolvimiento de la Asamblea Nacional que buena parte de los asambleístas son semianalfabetos e ignorantes. Yo añadiría, además, corruptos. Bueno, pienso que en el caso del correísmo, casi todos lo son. En esas condiciones entonces qué se puede esperar de una organización política de esta naturaleza mandada por un dictador enfrentando los problemas de seguridad, de catástrofes que en este momento sufre el Ecuador, en el caso supuesto de que ganaran las elecciones. Todo esto me parece a mí un ejercicio de sentido común, creo que los ecuatorianos lo están haciendo, no hace falta haber ido a la universidad para usar la cabeza, esto es para pensar y reflexionar.

¿Pero qué cambios le aconseja hacer a Lasso para que culmine los más de dos años que le quedan en el poder y revierta la falta de popularidad y las acusaciones de que es inoperante para dar soluciones a los problemas graves que aquejan al país?

Si se produce la muerte cruzada, el presidente Lasso podrá legislar a través de decretos ejecutivos en materia económica y estaría entonces en posibilidad de legalizar las reformas económicas de las que él habló en la campaña electoral, que incluyó en su programa de gobierno y que son indispensables para que la economía crezca al 5 %. Como consecuencia de eso, aumentará sustancialmente el empleo y se reducirá aún más la pobreza, podría hacer eso.

¿Cuáles reformas debería priorizar?

Por ejemplo, establecer el trabajo por horas, que a mí me parece que será aplaudido por los ecuatorianos, qué señora que tiene que atender a sus hijos en casa, qué joven que estudia la universidad, qué campesino que terminó ya de cultivar su chacra y que le quedan horas libres, qué deportista de élite al que le sobra tiempo de descanso, qué intelectual que ya terminó un libro y de pronto se le ofrece la posibilidad de obtener un trabajo, todos ellos estarán felices de trabajar por horas. Esto es una institución clave, por ejemplo, en la economía de los Estados Unidos, donde ha demostrado sus beneficios. Una segunda reforma, el seguro social de jubilación está quebrado, según los expertos, en uno o dos años no tendrá dinero para pagar a los jubilados sus pensiones por culpa del dictador Correa. Este demagogo (una persona que apela a prejuicios, emociones, miedos y esperanzas del público para ganar apoyo popular) extrajo del seguro de jubilación miles de millones de dólares y los pasó al seguro de salud, desfinanciando al de jubilación, pero no solo hizo eso, sino que además sin financiamiento incorporó al seguro de salud a la pareja e hijos del afiliado, medida social aplaudida en su momento, ¿pero a costa de qué? A costa de que los afiliados que pagan al seguro social tengan que hacer cola un mes, dos meses, tres meses para que le atiendan, a costa de que no haya medicamentos para todos los enfermos. Ahí yo creo que hace falta otra reforma para salvar de la quiebra al seguro social y no dejarles en la miseria a los jubilados y a todos los que hoy asisten para curar sus enfermedades. Una tercera reforma sería abrir la economía a la inversión privada, particularmente el petróleo, la minería y ciertas empresas estratégicas. El dictador Correa quebró una muy eficaz empresa militar llamada Tame, la llenó de pipones. Reformas de esta naturaleza sumadas a otras van a permitir que la economía crezca rápidamente y ofrezca miles de miles de empleos al pueblo ecuatoriano; en ese sentido, la muerte cruzada puede ser benéfica.

Lasso gobernaría por decreto con la muerte cruzada por seis meses hasta las nuevas elecciones

En esos seis meses realizaría todas estas tareas.

Pero el presidente de la Conaie, Leonidas Iza, amenazó con salir a las calles si Lasso convoca la muerte cruzada y no es destituido a través del juicio político que sigue la Asamblea.

Ha amenazado con derrocar al presidente de la República, eso ha dicho, eso es un delito, está atentando contra el orden constitucional y debería ser investigado por la Fiscalía y enjuiciado por conspirar para romper el orden democrático. Pero más allá de esta reflexión jurídica, en la Conaie hay un sector terrorista, repito, terrorista, que fue el que incendió y destruyó Quito en dos ocasiones, quemó la Contraloría, destruyó ambulancias, apedreó vehículos del cuerpo de bomberos para que no apaguen los incendios y ese grupo terrorista va a actuar otra vez, porque no son infiltrados, son miembros del movimiento indígena los que incurrieron en estos delitos. Tal es así que la Asamblea los absolvió mediante una amnistía. Ese es un riesgo que empeora porque hoy en el movimiento indígena hay un grupo paramilitar, anunciado por sus dirigentes, proclamado por el señor Iza. Esa guardia armada que dicen ellos es un cuerpo paramilitar que ya ha matado a soldados, que ya incendió Puyo, ha herido a muchos policías. El Gobierno entonces a todos estos problemas tan graves que tiene en sus manos podría haberse enfrentado a estos hechos de violencia que son impredecibles, a los que sin duda se sumarán el dictador Correa y sus huestes.

¿Qué le ha faltado a Lasso para enfrentar justamente esta situación de inestabilidad social y económica incentivada en los paros?

Diré algo que llamará la atención de los lectores de El Universo, porque el discurso de todos los días en el país es de que el desempleo crece, la pobreza aumenta y que a nadie le alcanza la plata. Esto no es cierto, voy a señalar algunos hechos. El salario básico del Ecuador es de los más altos de América Latina, más alto que el salario del gobierno socialista de México, Brasil y Colombia. Segundo, se ha producido una importante reducción de la pobreza, que está al nivel que tenía el país antes de la pandemia. Esa pobreza es infinitamente más baja que la pobreza de casi todos los venezolanos durante el gobierno del amigo, hermano y compañero de Correa, el dictador (Nicolás) Maduro (que se mantiene en el cargo de presidente de Venezuela desde abril del 2013). Tercero, el empleo incluido el empleo de la economía informal ha venido creciendo. Discrepo de los economistas que critican el empleo informal, pero este seguirá creciendo y es importante porque da dinero y da de comer a muchos ecuatorianos y, segundo, seguirá creciendo mientras no se hagan las reformas económicas que he planteado. El empleo en Ecuador es mayor que en otros países de América Latina. La economía ecuatoriana tiene la inflación, la segunda más baja de América Latina, mucho más baja que la de México, Argentina y Brasil. Sume el aumento de depósitos en las cooperativas donde depositan los pobres, el pueblo, y sume también el consumo, esto es que la gente compra alimentos, vestidos, pasatiempos; entonces, acá el discurso de que la economía está maltrecha no corresponde a la realidad, según mi opinión. En todo caso, esta realidad del Ecuador es infinitamente mejor que la pobreza de nueve de cada diez venezolanos o la pobreza de la mitad de los argentinos para hablar de dos gobiernos de socialistas del siglo XXI, amigos, panas, compañeros y camaradas de Correa.

Pero también hay una nueva ola migratoria de ecuatorianos que salen del país. Los 113.000 que no retornaron en 2022 se asemejan a las cifras que había en 2003, tras la crisis de 1999.

El gobierno del pana de Correa, Maduro, ha provocado la migración de siete millones de venezolanos. Si hoy nos quejamos de la emigración, sin duda numerosa, espere a que haya un gobierno de algún sirviente del dictador, ya no emigrarán cien mil ecuatorianos, sino medio millón o un millón, como pasa en Nicaragua, Venezuela y Argentina. Los jóvenes mejor preparados que estudian en universidades extranjeras de la clase media alta ecuatoriana, en buen número no regresan al Ecuador, se quedan afuera, no porque no van a conseguir un empleo en Ecuador, que lo conseguirían, sino porque en el país no van a obtener un empleo de acuerdo a sus estándares de preparación, eso sucede también con la clase media y popular, estos abandonan sus empleos que tienen acá porque están seguros de que en los Estados Unidos de Norteamérica vivirán muchísimo mejor. ¿Qué ecuatoriano no quiere vivir en los Estados Unidos? yo, por ejemplo, no quiero, pero debo ser la excepción. No dejaré mi país por ningún motivo, aunque Correa vuelva a ser presidente del Ecuador. Ahí estaré combatiendo en el caso de que vuelva a gobernar el país, directa o indirectamente, pero muchos ecuatorianos con razón piensan en que los Estados Unidos son tierra de producción, en efecto, lo es. Recuerdo, en uno de mis viajes, hablando en Washington (capital de EE. UU.) con el chofer de la embajada ecuatoriana, me decía que sus dos hijos estudiaban en dos importantes universidades de los Estados Unidos, donde iban a obtener un doctorado, el uno en medicina. Eso no pasaría si ese chofer se hubiera quedado en el país. Lo que mueve la emigración, más que la pobreza, porque los pobres no tienen dinero para pagar los 20.000 o 30.000 dólares que cuesta el largo camino que tienen que recorrer hasta los Estados Unidos, son las ambiciones, los proyectos, las ilusiones de muchos jóvenes ecuatorianos que no logran cumplir en el país por las razones que he venido señalando.

Hace poco usted dijo que Lasso no era un mal presidente, lo que generó el rechazo del ex primer mandatario Rafael Correa, quien lo calificó de tonto en un tuit.

Yo dije que el presidente Lasso no es un mal presidente por las razones que acabo de señalar, por eso, la economía está bien, la pobreza se reduce, el empleo mejora, la inflación es de las más bajas de América Latina y del mundo, cómo va a ser un mal presidente. Si es que (Correa) ha querido decir que soy tonto, bueno, me parece una afirmación bien divertida, no voy a hablar de mí mismo (ríe), pero sí le puedo decir que en mi vida no he dicho tonterías, pero sume las tonterías que ha dicho Correa, deben ser centenares.

¿Por qué el país siempre en su momento ha tenido en su palestra política a las denominados populistas, hoy se considera que Correa lo encarna, y de una u otra manera siguen votando por estos candidatos?

Porque a los electores ecuatorianos les gustan los políticos populistas, les gustan los demagogos, los vendedores de ilusiones, de promesas y de riqueza, les gustan y votan por ellos. No es que los líderes populistas se apoderan de la presidencia de la República, no, ganan las elecciones, pero a propósito de eso sería bueno pensar en qué ocurriría en Ecuador si los políticos chilenos o uruguayos fueran candidatos aquí. ¿Ustedes creen que ganarían una elección? Yo creo que no. A propósito de Uruguay, para mencionar otro elemento de las políticos populistas, su vicepresidente, Raúl Sendic, fue obligado a renunciar hace apenas unos años (en septiembre del 2017). El motivo fue que habiendo sido gerente de una empresa pública, empleó la tarjeta de crédito de esa compañía para comprar en aeropuertos durante sus viajes y en supermercados, en Montevideo (capital uruguaya), bienes para su uso personal. Fue tal la conmoción en Uruguay que tuvo que renunciar. Iba a ser candidato a la presidencia para suceder al popular presidente José Mujica (2010-2015) y hoy tiene prohibido estar en cargos públicos. ¿Qué es lo que pasó, en cambio, en Ecuador? Correa era deudor de alrededor de 100 dólares en una tarjeta de crédito con el banco La Previsora (absorbido por Filanbanco, que quebró en julio del 2001, y el banco Pichincha adquirió las operaciones que incluía la de Correa en agosto del 2001). No la pagó durante diez años, el banco le puso en la central de riesgos y le declaró moroso. Correa esperó ser elegido presidente y dos días antes de asumir el mando presentó una demanda por daño moral y reclamó una indemnización de cinco millones de dólares. Se hizo acompañar de su asesor jurídico, de edecanes y policías al juzgado para presionar a los jueces, cambió al juez que iba a negar la indemnización y puso a un juez de bolsillo que le otorgó los cinco millones de dólares. Fue apelada esa decisión por el banco (Pichincha), la corte la fijó en trescientos mil dólares. Apeló a la Corte Suprema de Justicia (CSJ) y la fijó en seiscientos mil dólares violando los procedimientos. Correa premió al juez haciéndole nombrar presidente de la CSJ. En Uruguay, por un acto pequeñito de corrupción, renuncia el vicepresidente ante la protesta nacional por su indelicadeza, acá no, no hubo escándalo, nadie protestó, a nadie le disgustó esto a propósito del populismo.

¿Qué hace falta para tener una sociedad que sea políticamente más madura con la que se podría dar una reacción como la ocurrida en Uruguay?

Creo que los ecuatorianos deben premiar a los líderes políticos honestos y castigar a los líderes políticos deshonestos. Para eso tienen un arma poderosa, su voto. Me pregunto cuán corrupto será el partido político de Correa que ningún afiliado, ninguno protestó cuando se enriqueció a través de esa demanda usando su poder. No hay un solo afiliado de Alianza PAIS que haya pedido que se investigue a Correa por corrupción y que se le expulse del partido, como habría pasado en el mío y pasó en Uruguay. Esa es la razón por la que digo que es una organización política deshonesta. Cuando usted tiene un 25 % de ecuatorianos que votan por este partido corrupto y por un presidente dictador prófugo de la justicia, se encuentra con un fenómeno mucho más grave que el populismo. (I)