El salto a la digitalidad cambió por completo la forma de hacer política. Específicamente, los estrategas de campañas de pronto se encontraron con un escenario digital nuevo en el cual las tácticas análogas no se traducen de la mejor manera.

Una nueva ‘profesión’ no universitaria en Ecuador (o estilo de vida, incluso) también surgió junto con el advenimiento de las redes sociales como Instagram y TikTok: la figura del influencer.

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Lo que convierte a alguien en un influencer es un tema de debate en los círculos académicos de estudios de la comunicación, pero el artículo Influencers políticos en redes sociales, de Martin Riedl, profesor de la Universidad de Texas en Austin (Estados Unidos), define al influencer político como un creador de contenido que usa su plataforma para apoyar a un candidato o causa política, sea con un fin monetario o no.

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Pagarle a influencers en redes sociales para promocionar campañas se ha vuelto una práctica común en Ecuador y en el mundo. Andrés Elías, consultor político, explica que los estrategas de las campañas contratan a estos creadores de contenido para mejorar su imagen, con el fin de acercarlos al electorado digital joven.

Por eso se puede ver a políticos en épocas de campaña bailando en TikTok, sumándose a tendencias o memes e interactuando con sus seguidores mediante transmisiones en vivo.

Este tipo de contenido camina una línea fina, que divide una estrategia digital efectiva de un circo electoral. Elías recalca que, si se nota que el candidato que sale en los videos lo hace de forma acartonada o se nota que no quiere hacerlo, podría resultar perjudicial.

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Ahí es donde entra la figura del influencer político con una de sus características: pueden usar su cercanía con su audiencia y la autenticidad que se percibe de su contenido para suavizar la imagen del candidato mediante cortos cómicos o interacciones con el mismo presidenciable.

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Guillermo Lasso, por ejemplo, hizo algunos videos con el influencer Eduardo Maruri en un intento de acercarse al electorado más joven en 2021.

@edumarurip

Lo prometido es deuda @guillermolasso la próxima Curiosidad va en Carondelet.

♬ original sound - Edu Maruri

Elías considera que la estrategia de promoción pública mediante influencers puede ser hasta “didáctico” para el electorado joven, que cada vez más busca noticias, análisis y sátira política en plataformas como TikTok, que por su naturaleza rápida y con contenidos breves “simplifica” la política.

El aspecto educativo del contenido político publicado por influencers en TikTok es una de las facetas que Riedl considera positivas en sus estudios. Sin embargo, también recalca que los influencers que incursionan en promocionar campañas políticas a cambio de dinero recorren un camino lleno de lagunas democráticas y regulatorias.

Las redes sociales no son reguladas en el contexto de campaña política en Ecuador, ni por la Ley Electoral ni por las autoridades electorales.

El gasto en pauta de los candidatos no se cuenta dentro del fondo de promoción electoral gracias a una sentencia de la Corte Constitucional, a pesar de que el Reglamento del Gasto Electoral del Consejo Nacional Electoral incluyó este rubro como gasto electoral en 2020.

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Por lo tanto, los candidatos ecuatorianos pueden gastar mucho más en pauta en redes (esto incluye pagos a influencers) y seguir la campaña a pesar de medidas como el silencio electoral.

Campañas políticas en Estados Unidos, por ejemplo, también se aprovechan de vacíos legislativos. Aunque los influencers son vigilados más de cerca por las autoridades financieras de ese país cuando se trata de promocionar productos o inversiones, regular el derecho a la libertad de expresión política es más complicado.

Mientras que los influencers operando en Estados Unidos deben declarar pagos recibidos para promocionar productos a la Comisión Federal de Comercio, no tienen que revelar el dinero cancelado por campañas ante el ente regulador de finanzas políticas estadounidense, la Comisión de Elecciones Federales.

Samuel Woolley, director del Laboratorio de Investigación de Propaganda, Centro para la Participación de los Medios de la Escuela de Periodismo y Medios de la Universidad de Texas en Austin, indica en uno de sus estudios que la cornisa por la que caminan los influencers que deciden recibir dinero de una campaña radica en la honestidad con la cual comuniquen sus convicciones y si revelan que un candidato les pagó por producir contenido.

Otra práctica común en el ecosistema político mundial es el uso de cuentas sockpuppet, que son usuarios que asumen la identidad de alguien más, usualmente utilizando fotos de alguien más (como de una mujer atractiva), de un logo o algún animal.

Las cuentas sockpuppet, como señala Woolley en su libro, generalmente son actores pagados por organizaciones políticas para diseminar desinformación política con el objetivo de crear un ambiente polarizado y hacer que controversias falsas amplificadas por ellos parezcan parte de una discusión orgánica generada por la ciudadanía en redes.

A Valentino Toledo, joven ecuatoriano de 20 años que tiene más de 300.000 seguidores en TikTok, le ofrecieron dinero a cambio de producir contenido a favor de una campaña de uno de los presidenciables durante la primera vuelta electoral de las elecciones anticipadas de 2023.

Todo surgió a partir de un sketch de comedia en el cual actuaba cómo reaccionaría cada candidato a que a una persona se le caiga un helado.

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Aunque muchos fanáticos de algunos políticos se enojaron por el video, una campaña se le acercó a preguntarle cuánto cobraría por generar contenido a favor del candidato.

Se negó, ya que no estaba de acuerdo con “cobrar por hablar bien de un candidato”, pues reconoce la influencia que ejercen las personalidades populares en redes sociales, como él. Sin embargo, también señala que no ve mal que los influencers cobren por publicidad en otros ámbitos.

“No me pareció bien. No soy el único creador de contenido en Ecuador; me pongo a pensar a cuántos más les habrán ofrecido algo”, indica.

Quiere creer, añade, que los que hicieron videos a favor de un candidato lo hicieron por sus convicciones y no por dinero.

El Servicio de Rentas Internas anunció este año la regularización de los influencers con el fin de que declaren sus ingresos y paguen el Impuesto a la Renta.

La entidad ha identificado a 1.082 personas que serían influencers en Ecuador, de las que 684 ya contaban con RUC hasta agosto pasado y por lo tanto estaban regularizadas.

Las personas que crean contenido mantienen relaciones particulares con sus audiencias. Toledo apunta que las relaciones parasociales, que son vínculos imaginados de individuos de una audiencia con figuras como celebridades o influencers, son comunes en el medio en el que se mueve.

Esta relación es la que buscan explotar las campañas políticas al contratar influencers. Así se acercan a sectores del electorado a los cuales normalmente no tendrían acceso.

Toledo señala que algunas interacciones con gente que lo reconoce en la calle han sido reveladoras de este fenómeno, pues completos extraños lo tratan como si lo conocieran de toda la vida.

“Si tienes una cantidad de personas que te siguen y confían en ti, puedes convencer a mucha gente y que muchos crean ciegamente”. (I)