La diáspora ecuatoriana en Europa vota distinto a los ecuatorianos que viven en el país. Incluso difieren de los migrantes en otros países: Daniel Noboa, presidente electo, triunfó por 20 puntos en Latinoamérica, África y el Caribe. También ganó por 17 puntos en Estados Unidos y Canadá.

Europa, sin embargo, sigue siendo un bastión del correísmo. Luisa González se llevó la votación en esa circunscripción por 13 puntos.

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El Consejo Nacional Electoral (CNE) no ha dividido resultados de los comicios presidenciales por país, pero sí lo hizo para asambleístas nacionales y del exterior. El correísmo se llevó la mayoría de los votos en todos los países europeos para legisladores nacionales. En España se llevaron el 64 % de los sufragios y en Italia ganaron con más del 55 %. Estos dos países tienen la cantidad más grande de migrantes en la circunscripción 1, con 161.596 electores en España y 44.698 en Italia.

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Durante su mandato, Rafael Correa tomó pasos para incluir a los migrantes en el proyecto de país que buscaba desarrollar su movimiento, la Revolución Ciudadana (RC). Aunque el movimiento para que los migrantes puedan sufragar en comicios presidenciales consiguió su cometido en 2006, fue el correísmo el que les otorgó el derecho a ser representados por asambleístas en el Legislativo desde 2007.

Son representados por seis legisladores, dos por circunscripción.

Lograr representación política fue un proyecto impulsado por migrantes que cobró más fuerza desde 1998, coincidiendo con la grave crisis económica y política que vivió el país a finales del siglo XX y que ocasionó un éxodo de ecuatorianos, en esa época mayoritariamente a España e Italia, países donde el correísmo sigue siendo fuerte electoralmente.

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Correa, además, implementó el Plan Retorno, que buscaba el regreso de migrantes ecuatorianos que hayan vivido en el exterior por al menos dos años y les brindaba facilidades para volver, aunque muchos beneficiarios del proyecto denunciaron incumplimiento por parte del Estado y las empresas de mudanzas involucradas.

El discurso de Correa, que reivindicaba los derechos de aquellos que migraron y atacaba a los percibidos responsables de la debacle económica, no solo caló en los migrantes obligados a dejar su país en busca de oportunidades, sino también en sus hijos.

Geovanny Córdova lleva 22 años viviendo en España. Dejó Ecuador en 2001 siguiendo a su mamá, quien tomó la decisión de migrar debido a la inestabilidad socioeconómica del país, igual que los casi 700.000 ecuatorianos que salieron del país entre 1999 y 2003.

Considera que los migrantes votan por el correísmo “no por lo que se dice” sobre el movimiento, sino por lo que hicieron.

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“Antes cuando era de sacar un documento, como una cédula o un pasaporte, eso era un desbarajuste. Con Correa cogías tu ticket, te sentabas, te llamaban y te hacían su documento. Eso me pareció un cambio. Creo que la gente le valoró eso en su tiempo”, indica. “Él le dio su puesto al migrante. Han sido un sustento para el país con el dinero que envían, pero nadie les quiere reconocer esa fuerza de salir del país. Hacer eso no es fácil”.

También resalta la situación de inseguridad actual en comparación con la década que gobernó Correa. Cree que durante ese periodo era más seguro regresar al país. “Podíamos volver más tranquilos”.

Uno de los argumentos en contra del voto exterior es que la diáspora no vive la realidad del país. Para Estefanía Luzuriaga, docente investigadora de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Casa Grande, esto no tiene méritos, pues los migrantes suelen mantener un vínculo con el territorio mediante sus familiares y sus costumbres.

Añade que el perfil del ecuatoriano radicado en Europa y el que vive en Norteamérica es distinto, pues viven en países con políticas sociales diferentes.

El migrante ecuatoriano en Europa es más activo políticamente

Los que viven en Europa conocen los beneficios de un estado de bienestar y de las redes de soporte que puede brindar un gobierno socialdemócrata, por lo cual podrían tener simpatías por el discurso progresista (por muy moderado que sea) de la RC.

En Europa predominan los modelos socialdemocráticos.

“Hay una consolidación del discurso correísta en este tipo de migrantes”, señala Luzuriaga, que se debe en parte a la época en la cual salieron del país, la mayoría a partir de 1999. “El momento en el que Correa asume el poder, ellos eran los principales proveedores de las remesas. Haberlos incluido en el discurso político fue visibilizarlos”.

La diáspora en Estados Unidos y Canadá, en especial en el primer país, convive con un sistema político y económico distinto, de centro-derecha, que deriva en un votante ideológicamente diferente.

A su vez, los votantes en el exterior que viven en Europa están más activados políticamente a la hora de votar: presentan el menor porcentaje de ausentismo de las tres circunscripciones del exterior, con una tasa del 62,5 %, una muestra más de que son más visibilizados por los políticos.

La segunda circunscripción, que corresponde a Estados Unidos y Canadá, registró que el 78,2 % de sus migrantes empadronados no votó, el porcentaje más alto de las tres. En la tercera circunscripción, Latinoamérica, África y el Caribe, el ausentismo alcanzó el 69,7 %.

“He conversado algunas veces con Daniel (Noboa), hablamos durante la primera vuelta, él tiene las puertas abiertas para conversar”, dice el alcalde de Guayaquil, Aquiles Alvarez

Luzuriaga apunta que esto se puede deber, en parte, al efecto movilizador del discurso correísta, que se vende como una minoría y por lo tanto arrea a su voto duro del exterior a las urnas.

Otro factor que incide en el ausentismo es la permanente confusión respecto a la modalidad para votar en el extranjero. Los primeros comicios del 2023, que fueron las seccionales de febrero pasado, se desarrollaron en el exterior en modalidad híbrida, tanto de forma telemática como presencial.

Para la primera vuelta electoral de los comicios presidenciales de agosto pasado, el CNE decidió digitalizar completamente el voto en el extranjero. Los empadronados debían registrarse en un sitio web para estar habilitados para sufragar, y tenían una fecha límite para hacerlo.

Ese pequeño paso extra recortó a los migrantes habilitados para votar de poco más de 400.000 a aproximadamente 100.000. De esos, solo la mitad logró sufragar, pues el sistema de voto telemático presentó fallos continuos, lo cual incluso llevó a la repetición de las elecciones de asambleístas para sufragantes en el extranjero.

Para la segunda vuelta el CNE revirtió la decisión y prosiguió con elecciones completamente presenciales. Eso les presentó problemas logísticos a muchos migrantes, pues en algunos países grandes, como Argentina, solo había un recinto electoral disponible. Viajar grandes distancias fue una imposibilidad para muchos.

Ese es el caso de Katherine Villavicencio, que vive a más de 400 km de distancia del único recinto electoral habilitado para el país, en Buenos Aires. Ella votó de forma telemática durante la primera vuelta electoral, pero no pudo hacer el viaje para sufragar en la segunda vuelta. (I)