Gracias a dos SMS que recibió Carlos de su banco se enteró de que con su tarjeta de crédito acababan de hacer dos compras mediante una cuenta de PayPal. Eran casi $ 100 de consumo: $ 55 por una suscripción anual a un servicio de streaming y $ 42 por un equipo tecnológico.

Inmediatamente bloqueó la tarjeta llamando a su banco; y, aunque hizo el reclamo y dos meses después la entidad bancaria le devolvió el valor, dijo estar completamente seguro de quién le robó sus datos.

“Fue en la gasolinera de la vía a Nobol. Ese fue el único lugar en el que yo entregué la tarjeta, y las compras las hicieron al día siguiente. Yo suelo ser muy cuidadoso, pero estando tras el volante no me podía parar y seguir al despachador. Él tomó fotos a mi tarjeta y luego las usó en la cuenta de PayPayl”, señala Carlos.

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Para hacer el reclamo, él debió ingresar a la app PayPal para notificar la compra irregular con su tarjeta y esa captura adjuntarla al trámite bancario. Además, entregó la tarjeta (el plástico) para el reclamo, la perforaron y mandaron en sobre cerrado al banco con el resto de los papeles.

El cliente también explica que el trámite que hace el banco para investigar el caso tiene un valor de $ 10. Si el banco concluye que no hubo una compra irregular y que esos valores cuestionados los debe pagar el cliente, además el perjudicado debe asumir esos $ 10.

Como Carlos, decenas de personas en redes sociales comentan haber sido víctimas de este tipo de apropiación fraudulenta a través de medios electrónicos, un delito tipificado en el artículo 190 del Código Orgánico Integral Penal (COIP).

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A la Fiscalía, de enero a agosto del 2023 ha llegado un total de 2.059 denuncias por este delito en todo el territorio nacional.

A Carolina también le ocurrió en 2022. Una noche recibió por SMS la notificación de un consumo. Inmediatamente llamó al banco y bloqueó la tarjeta. Puso el reclamo y semanas después le devolvieron el valor.

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Mujer fue detenida con varias tarjetas de crédito, débito y dinero que habría robado en el centro de Guayaquil

“Solo me habían consumido $ 30 para una recarga celular. Creo que ellos hacen los primeros consumos para comprobar si la persona es alertada y bloquea la tarjeta, porque hay quienes no tienen activadas las notificaciones y se enteran a fin de mes, cuando les llega el recibo. Ahí creo que es más difícil notar consumos que no has hecho tú”, comenta Carolina, quien dice que su prima Raquel vivió lo mismo hace unos meses.

A ella le hicieron una compra en una tienda alemana. Debió demostrar que no había estado en ese país y que no había entregado su tarjeta; que la tenía consigo, contó la mujer.

Las provincias que más casos de este tipo reportan son Pichincha, con 599 casos; le sigue Guayas, con 569 denuncias; y en tercer lugar está Manabí, con 169 casos de apropiación fraudulenta a través de medios electrónicos.

Un audio que se filtró días atrás, en el que aparentemente el miembro de una banda estaría reclutando a cajeros para robar datos de tarjetas, alertó a la ciudadanía.

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Al menos 3,5 millones de ecuatorianos cuentan con tarjetas de crédito, según datos de Asobanca. Foto: Archivo

En el audio, un hombre ofrece entre 150 y 250 dólares semanales a los cajeros dependiendo del material que entreguen, es decir, el cupo de la tarjeta y si son bloqueadas o no. Además, dice que prefiere las de crédito.

“Hasta $ 250 semanales yo te puedo hacer ganar a ti. Tú no vas a tener ningún problema, porque nadie te ve, no te analizan, tú te quedas en el hotel. Tengo gente de farmacias, centros comerciales y supermercados”, dice el hombre que expone la forma de proceder.

Un agente que trabaja en la Policía Judicial de la Zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón), y que pidió la reserva de su nombre, dijo que sobre este audio no han recibido denuncia y que en este caso es difícil rastrear a los implicados.

Él aseguró que mantienen reuniones mensuales con los gerentes de los bancos para analizar las quejas de los clientes.

Aunque los locales comerciales continúan actualizando sus equipos de cobro y en algunos ya los clientes no deben entregar las tarjetas a los cajeros, los compradores están pendientes, pues en otros sitios, como en gasolineras, tiendas de ropa, restaurantes y cines, aún hay que entregar el plástico.

Alejandro Varas, ingeniero informático y director del portal ¿QuéEstáPasandoConTusDatos?, detalló que los delincuentes identifican los establecimientos a los que se quieren acercar y establecen un contacto con uno de los trabajadores. Ahí le ofrecen bonificaciones económicas para que recolecten los datos y los compartan con el grupo delictivo.

Como presume Carolina, el experto señaló que los ciberdelincuentes empiezan a hacer consumos pequeños para comprobar que la tarjeta tiene cupo y si el titular no se da cuenta. Cuando comprueban que tienen vía libre, hacen compras más grandes.

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Pese a estos datos que maneja la Fiscalía, la Policía Judicial de la Zona 8 solo ha resuelto un caso de robo de datos de tarjeta de crédito durante el 2023.

Meses atrás, un hombre que había contratado los servicios sexuales de una mujer denunció compras irregulares en su factura. Luego se descubrió que, mientras el cliente estaba en el baño, la trabajadora sexual había hecho fotos de sus tarjetas. Días después hizo compras virtuales en restaurantes, boutiques y hasta joyerías.

“Cuando él puso la denuncia, no mencionó que conocía a quien robó sus datos, y finalmente se hizo un acuerdo reparatorio entre ellos, ella devolvió el dinero y el caso quedó ahí”, según el investigador.

Incluso en casos de valores mucho más altos, dice él que es difícil conseguir sentencias por este tipo de delitos.

Pese a que desde el 2020 se han reportado 12.709 casos de robos cibernéticos en Ecuador, solo se han dado tres sentencias condenatorias. En investigación previa están 8.661 casos y 3.937 han sido archivados; se han dado 18 conciliaciones (devolvieron lo robado); hay cinco casos en etapa de llamamiento a juicio; en 11 casos los sospechosos fueron sobreseídos y a siete se les ratificó la inocencia.

El policía menciona que una banda que había operado en varias provincias robando cerca de medio millón de dólares de forma electrónica fue capturada en Guayaquil hace un año. Un total de 18 personas fueron capturadas por robar $ 90.000 a una empresa.

Lo hicieron tras crear un correo paralelo y un token virtual deshabilitando el token físico de la compañía. Así, en menos de dos horas, un jáquer logró acceder a la cuenta bancaria de la empresa y transferir a 19 cuentas del mismo banco cerca de $ 4.800 (valor por el que no se pide declaración). Luego ese dinero era retirado por los dueños de las cuentas y entregado al jáquer.

“La mayoría de quienes prestaban sus cuentas se ganaban 60 dólares, pero había también quienes desconocían que era una transacción ilegal”, continúa el policía, quien refiere que, aunque se detuvo a los delincuentes, tras devolver lo robado el caso también “quedó ahí”, porque al dueño de la empresa solo le interesaba recuperar el dinero y saber si algún empleado estaba implicado, y no era el caso.

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“Al final ni siquiera les dieron prisión preventiva mientras duraba la investigación”, se queja el agente, que indicó que la apropiación fraudulenta a través de medios electrónicos es castigada con prisión de 1 a 3 años, y al ser una pena menor de 5 años no aplica la medida de prisión preventiva.

El policía no solo recomienda denunciar para poder rastrear y llegar a las bandas, sino que también indicó que es mejor no entregar las tarjetas en los comercios.

Mencionó que poner las aplicaciones de los bancos como ocultas en los celulares o no tenerlas en los teléfonos, sino en una computadora o tablet en casa, puede ayudar en caso de secuestros exprés, pues este delito ha vuelto a ser recurrente porque ahora la mayoría de la gente cuenta con las aplicaciones bancarias y, bajo amenaza, se puede acceder al dinero y vaciar las cuentas, y advierte que en esos casos los bancos no devuelven el dinero.

En ese sentido, el ingeniero Varas aseguró que los titulares de las tarjetas también tienen la responsabilidad de monitorear su actividad bancaria; por eso, les insiste en actualizar sus datos y activar las notificaciones inmediatas.

Además, sugiere desconfiar más de los establecimientos comerciales y, en vez de entregar la tarjeta para que el trabajador del local haga el cobro, pedir que toda la transacción sea hecha en presencia del cliente y titular de la tarjeta. (I)