Con el rostro pálido, manchas negras en la cara y los ojos enrojecidos. Así, María, de 36 años, llega al séptimo día de estar ‘limpia’, luego de más de doce años de inhalar H, un polvo que resulta de la mezcla de la mortal heroína, cal, cemento y hasta veneno para ratas.

Su adicción -cuenta con la voz entrecortada- comenzó tras las muertes de su único hermano y de su papá. María empezó con cocaína, meses después probó la H. Mezcló ambas sustancias y consiguió lo que -en el mundo de las drogas- se conoce como ‘capuchino’.

Publicidad

Como estudiaba de noche y trabajaba en el día, María cuenta que consumía ‘capuchino’ porque solo así podía mantenerse ‘activa’. Una amiga, que murió hace tres años, le dio.

“Ella se murió por una sobredosis, porque siguió consumiendo coca y H. Le dio una hemorragia”, dice María con miedo. No quiere terminar así.

‘Yo me escondía para fumar, hoy fuman de frente’: las cuatro generaciones de la cocaína en Ecuador

María llegó a prostituirse para conseguir dinero y comprar sus dosis. Tocó fondo. Hoy dice que por sus hijos quiere cambiar y, también, porque dentro de poco tiempo será abuela.

Como ella, la mayoría de consumidores ha probado más de una sustancia, una más fuerte que la otra, y ha inventado mezclas entre ellas para potenciar los efectos de ese polvo que por 90 minutos le aumenta la autoestima, le provoca euforia y le duplica su energía.

Publicidad

En Ecuador hay drogas puras como la cocaína, marihuana, heroína e incluso se han detectado pacientes que han consumido drogas sintéticas como la anfetaminas y éxtasis.

Con el “menú” disponible se forman peligrosas combinaciones. Así, por ejemplo, cuando consumen H mezclado con somníferos forman el polvo que llaman ‘dormilón’, si juntan H con marihuana crean el conocido ‘mariachi’, y si a la cocaína le agregan bicarbonato de sodio más agua, previamente preparado sobre fuego, consiguen el famoso plo, plo,

Estas fórmulas han sido inventadas por microtraficantes para causar una adicción más crónica, pero también para que la droga les rinda ganancias. De ahí que, como estrategia, regalan las tres primeras dosis, luego los obligan a comprar.

En el 2007, un año antes de la aprobación de la tabla de consumo, una investigación que realizó el desaparecido Consejo Nacional de Control de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas (Consep) determinó que 20 de cada 100 personas consumían droga, desde los 12 años en adelante, y que la marihuana era la sustancia más utilizada.

Pero el patrón de consumo en los últimos 16 años ha cambiado mucho, no solo se ha reducido la edad de los consumidores sino que los especialistas indican que ahora lo que más encuentran en el organismo de los pacientes es H, heroína, cocaína, alcohol y otras drogas.

Incluso hablan del fentanilo, un opioide sintético que es hasta 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces más fuerte que la morfina. Aunque al no contar con las pruebas de detección en el país los médicos no aseguran que hayan atendido a pacientes bajo los efectos del peligroso sedante que en Estados Unidos en 2022 habría matado a 70.000 personas, según las Naciones Unidas.

La psicóloga clínica Diana Murillo, directora de la Unidad de Conductas Adictivas del Hospital de Neurociencias, señala que lo más grave es que desde que se cerró el Consep -más tarde Secretaría Técnica de Drogas- no hay cifras.

“No hay estadísticas desde el 2016. No sabemos cuántos consumidores hay o qué se consume”, se queja la especialista que dice que sin esta información no se pueden crear políticas públicas eficientes para rehabilitar a los adictos.

En las calles de Guayaquil el consumo de drogas es evidente en varios sectores de la ciudad. Foto: José Beltrán


Pese a que no hay cifras oficiales de consumo, la Policía sí cuenta con datos de decomisos que revelan que lo que más se incauta en el país es clorhidrato de cocaína, seguido de marihuana, luego pasta base y por último heroína. De este opioide se deriva la H, la droga que más se consumiría en las calles.

Según el informe mundial sobre drogas 2023 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc), en la última década ha evolucionado el consumo a nivel mundial.

El número estimado de consumidores pasó de 240 millones en 2011 a 296 millones en 2021 (el 5,8 % de la población mundial de 15 a 64 años).

El cannabis se mantiene como la droga más popular en 2021, con 219 millones de consumidores (el 4,3 % de la población adulta mundial). El uso de anfetaminas (potente estimulante que causa euforia) ascendió a 36 millones de personas, el de cocaína a 22 millones y el consumo de sustancias tipo “éxtasis” creció hasta los 20 millones. El mayor porcentaje de consumo de anfetaminas y de productos farmacéuticos sin fines médicos corresponde a las mujeres, mientras que un mayor porcentaje de hombres consume opiáceos (75 %) como H y fentanilo y cocaína (73 %).

La psiquiatra Julieta Sagnay cree que la mayoría de consumidores en Guayaquil “no sabe lo que están metiendo a su organismo”. Ella dice que “antes la heroína o H era gris y ahora el tono de lo que consumen los jóvenes se ha vuelto más naranja. Es color ladrillo”.

“Deben analizar qué nuevos compuestos están colocando en esa droga”, pide Sagnay a las autoridades de salud.

La desintoxicación (eliminar la droga del organismo con medicación), sostiene Sagnay, dura hasta un mes. Antes tomaba menos tiempo, diez días.

Ella cree que los pacientes se están volviendo resistentes a los tratamientos, que ahora regresan los síntomas tras la desintoxicación y que presentan alucinaciones, paranoias y muestran agresividad.

Con ella coincide el director de un centro de rehabilitación que funciona en Guayaquil sin permiso y que pidió la reserva de su nombre. Él menciona que el consumo de drogas mezcladas no es nuevo, pero asegura que el síndrome de abstinencia se prolonga no solo por el policonsumo, sino por el efecto de fármacos que se suministran de manera ambulatoria, sin tener un cuadro clínico, “porque se pasan la receta”.

El hombre refiere que en su centro ha recibido a pacientes con síntomas diferentes, lo que le hace concluir que al menos en Guayaquil sí se están mezclando drogas con opioides, entre esos, el fentanilo.

Y añade que de México estaría entrando fentanilo en tabletas. Esa sustancia es molida por los microtraficantes para agregarla a la H, coca e incluso marihuana.

“Qué dicen los microtraficantes: yo no voy a vender una tableta de fentanilo que te vale $ 0,25, yo te la mezclo con heroína y la misma sustancia la venden en $ 2, $ 3, $ 5″, remarca el director del centro que destaca, además, el poder adictivo del fentanilo.

La doctora Murillo señala, por su parte, que los “ingredientes” que se usan para sintetizar las tabletas de fentanilo ni siquiera serían ilegales o controlados.

“Se pueden producir miles de pastillas en pocas horas y no hay que esperar a la plantación. Por eso es peligrosa la proliferación de drogas sintéticas”, advierte la psicóloga.

El consumo de drogas mezcladas aumenta el tiempo requerido para tratar síndrome de abstinencia, entre otros efectos perjudiciales para la salud. Foto: José Beltrán

‘Me fui a la calle, me drogaba, me prostituía y terminé con VIH’, el testimonio de Denisse, hoy en plan de rehabilitación

Denisse tiene 25 años y tras nueve años de policonsumo y vivir en las calles de Guayaquil hace pocos meses entró a rehabilitación en el Hospital de Neurociencias. Esta es su historia:

”Acepté rehabilitarme luego de ver los videos en los que yo aparezco bailando, moviéndome y retorciéndome en las calles supuestamente porque he consumido fentanilo, pero en sí no sé si he consumido eso porque yo solo compraba H. Cuando vi los videos sentí vergüenza y me hicieron un bien porque tenía que ver mi realidad. Yo nunca imaginé estar en estas condiciones.

A los 16 años empecé a consumir alcohol y me hice superalcohólica, tomaba desde los viernes hasta los lunes con mi mamá y mi papá. Yo ya tenía a mi hijo mayor y a los 16 yo estaba embarazada de mi hija pequeña, y como el papá me pegaba me separé de él y me fui. Al mayor lo dejé de 2 años y a la menor de un mes.

Luego conocí a un chico. Se llama Richard y con él conocí la vida de la calle. Me fui a las veredas, dormía en las calles. Primero con él comencé con la heroína. Me dije: ‘Ah ya, será un pase y nada más. Luego la dejo’. Pero una vez que me activé ya no pude parar. Cuando traté de parar, después de un mes, se me complicó.

Como mi pareja era consumidor no pudimos parar y a los tres meses empecé a fumar plo plo (un polvo que se fuma en pipa) y ya me comenzaba gustar la adrenalina, cómo me sentía, cómo era yo bajo los efectos.

Pero con el tiempo me volví crónica, me enflaquecí, fui perdiendo la dignidad de una mujer. Me trataban como a una ‘puta’, como a la peor mujer de la calle, porque una mujer en adicción vende su cuerpo por porquería de dinero para poder consumir.

Yo, Denisse, llegué a vender mi cuerpo y me contagié de VIH.

Una en esas condiciones no se cuida, tener una enfermedad es duro, hay personas que no te aceptan como estás. Yo tengo el VIH tratable, tomo mis retrovirales, pero es feo porque debo seguir tomando las pastillas, es feo saber que yo dependo de una pastilla para vivir.

Y es feo vivir en la calle porque es raro quien te brinda un bocado de comida. Me decía: ‘Si quieres lava los platos para que te ganes el plato’, pero yo prefería irme sin comer. Paraba de Padre Solano al parque Centenario y del parque al suburbio.

Mi mamá y mi tía salían de vez en cuando a verme, pero de lejos porque me tenían miedo. Yo era supergrosera y agresiva. Yo las sacaba a la carrera porque quería seguir consumiendo.

Llegué al Cetad (Centro Especializado para el Tratamiento de Personas con Consumo Problemático de Alcohol y otras Drogas ) por un psicólogo que me encontró. Estuve un mes internada y salí a una casa hogar porque no quería estar con mi familia. Tuve un lío con un chico y me fui.

Regresé a la calle y ese mismo día recaí en H y en plo plo. Esa fue la segunda vez que recaí, caí más al fondo, hice cosas que nunca había hecho.

Hicieron lo posible por encontrarme, estaba ultramal, perdida, estaba con las piernas y los pies con llagas, estaba tan flaquita que parecía que ya tenía sida (etapa final de la enfermedad).

Sé que mis hijos están bien. Los vi hace poco después de casi diez años. Me dijeron: ‘Mami, estamos en quinto y en cuarto grado, estamos estudiando’. Quiero ser parte de sus vidas”.

Contrapunto

¿El contexto familiar influye?

Galo Cedeño

El consumo de drogas es orgánico, desde la perspectiva de la psicología. Esto implica que no toda persona que incurre en aquello está motivada por algún trauma o situación de adversidad que quiere evadir.

Así lo asegura el psicólogo clínico Galo Cedeño, quien trabaja en un centro de rehabilitación de Guayaquil.

“Si su cuerpo se adapta a la droga se vuelve adicto. También hay pacientes episódicos, como se les suele decir en psicología, es decir, consumieron una vez y no lo hacen más porque su cuerpo la rechazó”, dice el especialista.

Él considera que toda droga es perjudicial si se llega a la adicción, pero la sustancia más nociva en la actualidad es la H, que produce un adormecimiento total del sistema nervioso central y deja a la persona en evidente letargo.

”La H denigra más rápido socialmente hablando. Un consumidor de cocaína quizás en diez años va a terminar denigrándose, pero un consumidor de H quizás en cinco meses ya se está denigrando: vende sus cosas, anda en la calle. La denigración social con la H es más letal”, cita.

Angostura, ‘génesis’ de la violencia narcocriminal en Ecuador

Diana Murillo

Cuando exploras las historias, los consumidores vienen de contextos muy complejos, como abuso sexual, violencia intrafamiliar, familias dedicadas a actividades ilícitas, donde hubo ausencia de cuidado o donde no hubo límites ni comunicación, revela la psicóloga Diana Murillo.

La profesional dice que la mayoría de pacientes del Hospital de Neurociencias actualmente tienen un diagnóstico de trastorno mental y del comportamiento por uso de múltiples drogas.

”Si tienen los recursos consumen alcohol y cocaína y en los estratos más bajos consumen H, alcohol y base de coca”, cuenta la profesional.

También indica que hace diez años la mayoría ingresaba por alcohol y derivados de la cocaína y de ahí empezaron a llegar los consumidores de H, porque la interrupción de la H produce síndrome de abstinencia fuerte, en cambio, un consumidor de cocaína puede interrumpir el consumo y no pasa nada, solo siente el bajón.

Ella revela que actualmente pacientes que dicen haber consumido solo cocaína al hacerles las pruebas notan que también tienen opioides como la H. Concluye Murillo: “Les venden la sustancia mezclada y ni saben lo que consumen”. (I)