Nuestro invitado

Nadie nace demócrata ni tampoco ciudadano. La democracia no es un artefacto de invención social que funciona de manera automática o porque el viento empuja las aspas de un molino en determinada dirección. La democracia es una forma de vida, antes que un tipo de régimen político, pues requiere de tres poderosos elementos: conciencia, decisión y voluntad. Pero también se puede demostrar de manera objetiva cuando una democracia es saludable o está fracturada o, dicho en otros términos, si es de alta, mediana o baja calidad. Por ejemplo, mientras exista más respeto por las libertades y las personas, una fortalecida participación, mejores mecanismos de representación política, una convivencia que ponga en interlocución deberes y derechos, la democracia creará mejores y mayores condiciones de desarrollo en un país.

La formación en democracia debe estar en todas partes o configurarse como una suerte de omnipresencia: en el hogar, en la escuela, en el trabajo, en la universidad, en el espacio público y en el privado. Por lo tanto, un demócrata no es alguien que ha entrado en la zona de confort, pues la democracia se recrea y perfecciona solo con más democracia. Eso significa que un demócrata debe renovar sus vacunas cada determinado tiempo contra el autoritarismo, el populismo, la demagogia y las fobias. Cabe recalcar que un demócrata no busca la beatificación y su posterior santificación, pero sí la ciudadanía, es decir, que tenga plena conciencia de que al final de los derechos de una persona se inician los de otra. En otras palabras, que no se haga aquello que nunca se desea para sí.

En tiempos en los que las prácticas autoritarias están equivocadamente de moda, porque la gente quiere sobrepasar a los otros por su poder adquisitivo, por sus “títulos”, por sus bienes, por su “imagen”, por sus “influencias”, por sus “cargos públicos”, por sus “ínfulas” injustificadas, habría que recordar que la democracia busca igualdad en los derechos civiles y políticos, es decir, que todos tengan la misma posibilidad de expresarse, de disentir, de opinar, de asociarse, de participar, de postularse y elegir, siempre que aquello no atente contra la honra y la dignidad de sus pares. Y aunque la igualdad pareciera un mito, sin embargo una democracia busca y trabaja para que eso sea realidad en algún momento.

Entonces, si nadie nace demócrata, la democracia es una asignatura imprescindible y también impostergable para mejorar la sociedad, porque esta no se reduce al ejercicio del voto, sino más bien al reforzamiento de una convivencia armónica que revalorice todo el tiempo que podemos corregir cualquier decisión errada sin violencia, pues a diferencia de las dictaduras, los fascismos y los ultraautoritarismos, en democracia se procesan los conflictos con métodos de decisión, elección y selección pacíficos. La mayoría de países del mundo han optado por la democracia, lo que no significa que todos hayan consolidado esta forma de vida, pero eso sí evidencia que es la mejor opción frente a sistemas que tienen tiranos y déspotas. (O)

* Docente investigador.