Hace un mes se declaró desierta la licitación internacional para la modernización de la Refinería de Esmeraldas que incluye un tren de alta conversión. Este es necesario para convertir en diésel y gasolinas el residuo que produce la planta que representa el 50 % de los 110.000 barriles diarios que procesa. Es la segunda vez que se cae esta licitación en apenas cuatro años.

El Ministerio de Energía y Minas dio a Petroecuador un plazo de 90 días para reformular sus bases o términos de referencia, pero debido a la inestabilidad de la empresa es casi imposible que tal plazo se cumpla, a fin de relanzar este proceso programado desde hace una década.

Futuro petrolero

Sudamérica al liderato petrolero

Entre tanto, el ministro de Economía y Finanzas, Juan Carlos Vega, declaró que debería priorizarse la refinación de diésel, dejando a un lado la producción de gasolinas que resulta más barato importarlas. Adoptando, sorpresivamente, la narrativa de los importadores de combustibles. Dejó a salvo su opinión, anotando que el tema no era de su saber. En verdad el crudo se calienta y descompone en las torres catalíticas, ofreciendo como resultado una amplia gama de derivados, desde gas licuado de petróleo hasta asfalto, pasando por diésel y gasolinas, entre los hidrocarburos más ligeros.

Se percibe una contradicción de la política pública, toda vez que en la campaña electoral el presidente Daniel Noboa posicionó en su discurso de forma reiterada la necesidad de potenciar la capacidad de refinación del país, mermada por la obsolescencia de sus principales instalaciones en Esmeraldas y La Libertad.

Al presente, Ecuador importa al menos 170.000 barriles de diésel y gasolinas, monto que se ha incrementado porque la refinería esmeraldeña está al 75 % de capacidad por su manifiesto deterioro.

¿Es negocio para el país refinar petróleo? Sí. El costo de producir crudo, en promedio, está por debajo de los $ 20 el barril (sin impuestos) y el de refinación otro tanto, a lo que habría que añadir el precio de transporte y almacenamiento. Pero, aun así, resulta más barato que importar un barril de diésel o gasolinas que cuesta cerca del doble de los $ 70 que se percibe por el barril de crudo exportado.

En consecuencia, cabe replantear el paradigma de cuál debe ser la capacidad de refinación del país, que, a más del proyecto de Esmeraldas, tendría que considerar una nueva planta en Santa Elena, toda vez que la actual funciona a pérdida con una tecnología de los años 50. Desde luego ambos proyectos con inversión privada, que, a diferencia del aumento de importación de gasolinas, va a generar inversión extranjera por 3.000 millones de dólares, reactivando la economía de dos de las provincias postradas por la delincuencia y el desempleo. El reciente informe/país del FMI promueve esta opción.

El mandato constitucional de “soberanía energética” necesita ser reivindicado. Ecuador como país productor de petróleo debe tener una capacidad estratégica de refinación que impida la vulnerabilidad de su economía ante eventuales problemas de transporte naviero debido a la dificultad de cruce del canal de Panamá (que se viene dando) o por una grave crisis internacional. (O)