Las dificultades que perturban al país mantienen a la sociedad en estado de alerta y permanente guardia, afectando también a las actividades agrarias, cualquier noticia negativa se agranda en razón de las circunstancias imperantes. Es lo que ocurrió en días pasados cuando irreflexivamente se anunció que los terminales portuarios estarían sometidos a un esquema de restricción de energía eléctrica, especialmente las instalaciones que operan en la isla Trinitaria, en el sur de Guayaquil, en la que están localizados muelles marítimos de carga de productos de exportación y descarga de mercancías importadas, habilitados para dar servicio al comercio internacional de banano en contenedores que tienen que mantener a toda costa hasta su carguío una ininterrumpida refrigeración para evitar daños irreversibles a la fruta verde y fresca, de lo contrario la descalificaría para la venta y larga travesía a los más lejanos mercados y para el proceso de maduración que la transforma en lista para el consumo inmediato con su característico color amarillo.
Por los terminales que se hubiesen afectado salen semanalmente 700 contenedores que transportarían unas 700.000 cajas de banano, representando un valor FOB actual cercano al millón de dólares. Es además la producción resultante de 17.500 hectáreas. Igual situación podría acontecer con otras instalaciones que utilizan energía eléctrica pública para la operación de maquinarias y equipos en constante movimiento. O sea, se trataba de algo similar a lo pretendido imponer con industrias sujetas a turnos de energía eléctrica que impedían la normal marcha, pero que al unísono se movilizaron para evitarlo; de allí que, agregar un nuevo conflicto, en esta ocasión con agricultores, hubiese sido alentar aún más la situación de intranquilidad y desconfianza que invade al país, cautivo de la ansiedad que la inseguridad general ha provocado.
Se había anticipado la grave restricción a partir del 21 de octubre, lo cual provocó una reacción inmediata, en paz, sin presiones descarriadas con razones informativas de los gremios productivos y de la Asociación de Terminales Privados del Ecuador, Asotep, que hizo las gestiones con las autoridades que aceptaron motivaciones que satisficieron a los oficiales gubernamentales, con tal eficacia que la medida quedará sin efecto, volviendo la tranquilidad al sector bananero en su totalidad, es decir, a productores, transportistas, exportadores y otros integrantes de la larga cadena que ocupa miles de trabajadores de manera permanente y segura y en el exterior a otros eslabones que participan en la prolífica industria de las musáceas comestibles, incluyendo el plátano.
Se ajusta parafrasear el dicho común atribuido al famoso poeta británico Alexander Pope resumido en “errar es humano, corregir es de sabios”, pues resalta un hecho que se inició por un error por un desconocimiento de una realidad, felizmente corregido a tiempo, sin que haya tenido consecuencias desastrosas, revelando una saludable apertura a enderezar malas decisiones, sin causar daño alguno, devolviendo la paz y tranquilidad a un importante segmento de la economía nacional. (O)