Competitividad y apertura deben ir de la mano en este año que recién empieza. Eso es clave para recuperar el tiempo perdido por la pandemia del COVID–19.

Durante la mayor parte del 2021 las exportaciones de banano se situaron por debajo del nivel alcanzado en el 2020. Varios factores incidieron en la reducción significativa de las exportaciones de banano: factores climáticos, dificultades logísticas provocadas por el COVID–19 y las excesivas exigencias de certificaciones por parte de algunos mercados, especialmente europeos, lo que ha reducido nuestros márgenes de rentabilidad. A ello se suma la carga impositiva de $ 470 millones que recae sobre el sector bananero, el incremento del precio en los insumos agrícolas como el fertilizante; y el incremento de los precios de insumos de exportación como el cartón y el plástico. Además de las inversiones para protegernos del Fusarium R4T y de la contaminación de contenedores debido al narcotráfico. A pesar de todo esto, el sector bananero sigue siendo uno de los principales motores de la economía ecuatoriana, dando una muestra de resiliencia.

Sin embargo, esa resiliencia en lugar de ser apoyada parece ser castigada. La reciente decisión del Gobierno de incrementar el salario mínimo vital en $ 25 pone más presión a nuestra competitividad. Los precios de nuestros productos en los mercados internacionales no han mejorado a ese mismo nivel. Además, hay un aumento generalizado de la inflación en los mercados de Estados Unidos, Unión Europea, Turquía, y otros.

A esto se suma la variante ómicron que genera nuevamente incertidumbre en el comercio internacional.

Por otro lado, tenemos el problema de congestión en puertos que limita la disponibilidad de contenedores e incrementa el precio del flete. Si esto continúa hasta el segundo semestre del 2022, el Gobierno deberá reducir la presión al sector que le permita asegurar liquidez para afrontar los pagos internos a proveedores y a los trabajadores.

Las medidas que proponemos son: la vigencia inmediata del draw back, la eliminación del impuesto a la salida de divisas (ISD) y de la retención en la fuente para el pago de fletes, y la exoneración de aranceles para 170 partidas arancelarias de los sectores agropecuarios. Sin estas medidas corremos el riesgo de una reducción productiva.

Ante ese panorama sombrío vemos una luz en la posibilidad de la firma de acuerdos comerciales con las principales economías globales. Necesitamos acuerdos que tomen en cuenta nuestras fortalezas y debilidades para lograr que haya “más Ecuador en el mundo” y que nuestra fruta pueda competir con la de otros países que ya gozan de esos beneficios. Es difícil competir si nuestro banano tiene que pagar 10 %, 20 % y hasta más del 100 % para ingresar a un mercado cuando otros países no pagan nada para entrar a esos mismos mercados.

Esperamos comprensión y motivamos de la política de no exportar impuesto para aquellos sectores que exportan los productos que nos hacen sentir orgullosos de ser ecuatorianos. Comenzamos el 2022 con mucha incertidumbre, pero con la decisión y el compromiso de lograr que haya “más Ecuador en el mundo”. (O)

(* José Antonio Hidalgo, director ejecutivo de la Asociación de Exportadores de Banano del Ecuador, AEBE).