Hoy quiero referirme a dos casos que proponen cuestionarnos sobre los fenómenos comunicacionales contemporáneos, o por lo menos darnos un espacio de reflexión.

Daniel Noboa y Luisa González hacen ofertas ‘fuera del libreto’, ¿qué pasa con lo que no consta en sus planes de trabajo?

El primer tema tiene que ver con las campañas de la segunda vuelta electoral para la Presidencia. Carentes de sorpresa e ingenio, más bien pareciera que la estrategia fue no correr riesgos en lugar de aportar valor a través de una propuesta creativa.

Los Daniel Noboa de cartón fueron ‘secuestrados’ para ir a fiestas, bailar, comer, y hasta viajar en bus

La creatividad puede ser un elemento de incertidumbre y, de alguna manera, ese riesgo se ha incrementado con lo que podríamos denominar el fenómeno del meme. A pesar de que exista una estrategia sólida, con piezas y mensajes bien pensados y elaborados, cualquier frase aislada, temporal, circunstancial puede convertirse en un evento viral que resignifique al candidato de una manera no deseada. En ese contexto, podríamos terminar creyendo que es más importante lo que no se dice que lo que se dice, y tal vez eso paralizó los motores creativos de ambas listas. Se destacan las figuras de cartón de uno de los candidatos, reproducidas en masa y repartidas para infiltrarse en los hogares y en los relatos que circulan con humor por las redes sociales. Una acción simple, sin complejidades conceptuales, que logra un efecto positivo gracias al entorno en el que aparece, contrastando con el clima de violencia y descalificación de la escena comunicacional.

(...) la comunicación no funciona de una manera lineal, aislada y previsible, ahora menos que nunca.

El segundo tema al que me quiero referir es la campaña que recientemente lanzó una aerolínea a través de redes sociales, donde sin miedo a las consecuencias, o con la ingenuidad del caso, se atrevió a motivar la participación de sus usuarios. Próxima a lanzar un rebranding, la marca trató de generar expectación con la campaña #QuéPasóConLaA, donde borra la letra inicial de su marca e invita a los usuarios a buscarla. Como dijimos antes, la comunicación funciona en contextos, y el contexto lo da el entorno o lo determina la relación, en este caso con sus clientes, y si existe un número importante de clientes no conformes con el servicio de la aerolínea son previsibles las consecuencias: “se perdió al igual que el equipaje de sus clientes”, “la pusieron en otro vuelo porque el suyo estaba sobrevendido” son algunas de las interacciones.

821 pasajeros afectados por el cierre de Equair han sido movilizados por Avianca

Lo que une estos dos casos es entender que la comunicación no funciona de una manera lineal, aislada y previsible, ahora menos que nunca.

Para ayudar a entender estos fenómenos, ayuda revisar el nuevo libro de Byung-Chul Han, La crisis de la narración, donde contrapone el furor de la moda actual por el storytelling con un vacío narrativo. Se habla sobre lo inmediato y efímero de la información, que convierte a los individuos en consumidores de pantallas, solitarios y aislados, consagrados a instantes. Los “HomoPhone”, los bautizó alguien.

¿Estamos frente a una crisis de la comunicación estratégica? Tal vez sí, si entendemos que la comunicación se basa en compartir significados, que los significados están en las personas, no en las palabras, y que las personas están cambiando rápida y permanentemente. (O)