La democracia falla. No solo en nuestro país, sino en casi todo el mundo occidental se está criticando a la democracia, achacándola de que no es una forma de gobierno para los días actuales; pero los críticos, como suele ocurrir, no nos sugieren una mejor forma de gobierno que haga realidad los anhelos de justicia y paz de los pueblos.

Sostengo que el problema no es de la forma de gobierno, sino de quienes ejercen las distintas funciones públicas. Las tres proveen el equilibrio necesario para evitar los abusos de las autoridades y en la conocida concepción de Montesquieu su correcto funcionamiento es esencial.

La importancia de un Estado con tres poderes separados

Hay que hablar de la Función Judicial. Si los jueces son venales y se dejan comprar, no imparten justicia, sino que favorecen a quien les paga. La Constitución vigente parió dos fetos rapaces: el llamado Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, que se puede fácilmente manejar y tiene facultades de designar autoridades de control, y el Consejo de la Judicatura, para nombrar y vigilar a los administradores de justicia. Ambos organismos han sido ineficientes y mal presididos. Gestos teatrales que imitan a Mussolini, vivillos que tiran la piedra y esconden la mano. Mala fortuna para el Ecuador haber tenido a un sujeto que trocó los hábitos sacerdotales por el vestido de un delincuente como presidente de uno y ahora otro que se atreve taimadamente contra la Corte Constitucional para revisar las actuaciones del Consejo presidido por Julio César Trujillo, un magistrado honesto y capaz. Si se empieza a revisar decisiones que ya causaron estado, la justicia perece y también la confianza en las instituciones de la democracia, porque se ataca a la seguridad jurídica, base sobre la cual se levanta el Estado de derecho.

Usted, paciente lector, ¿arriesgaría su dinero en un país donde las sentencias de los jueces pueden ser revisadas y cambiadas después de lustros con el peligro de dañar sus intereses? Si en ese país, que es el nuestro, alguien con poder se escuda en el derecho de petición de una veeduría pública para obtener sus aspiraciones y agudizar las tensiones que crea la vida, significa que se permite la impunidad de conspiradores de cualquier laya. ¿Qué dice la Corte?

Resiste Ecuador

No podemos tolerar que, a la inseguridad ciudadana en las calles por las luchas de bandas delictivas, se añadan más motivos para el desobligo y la desconfianza en la democracia. Es necesario reformar la Constitución que parió los engendros. También las leyes penales con su sesgo de amparar más a los delincuentes que a los ciudadanos. Restringir las facultades de los jueces multicompetentes para conceder amparos a sentenciados por delitos. Vivimos con la incertidumbre de caer en redes de “vacunadores” o en el fuego cruzado de policías y delincuentes.

Me parece bien que el presidente Guillermo Lasso haya fortalecido el armamento de la fuerza pública para que defienda mejor a los pobres y ciudadanos de a pie, a los trabajadores e inversionistas. Todos debemos poner de nuestra parte. Es necesario repetir el mensaje que puso el almirante Nelson en las banderas de la flota inglesa vencedora en Trafalgar: “Espero que cada uno cumpla con su deber”. (O)