Alejado de cualquier comparación eventual con la realidad criminal actual que vive nuestro país, cito el hecho histórico que se dio hace más de 60 años cuando el batallón militar Febres Cordero, con base en Riobamba, fue trasladado a Manabí con el objetivo principal de eliminar a la banda de los Tauras, grupo violento de bandoleros y criminales que sembraban de terror los sectores rurales, eliminando sin piedad a sus adversarios, en algunos casos por instancias de políticos y caciques locales. La historia del enfrentamiento, más allá de los libros y reportajes que se han escrito sobre el tema, incluye también mucho relato oral por lo que una descripción absolutamente veraz puede ser difícil de plasmar, pero ciertamente ha sido un referente en la lucha criminal de este país.

Una interesante obra titulada Contextos de oralidad en los relatos de bandidos: Tauras en Manabí rescata información valiosa sobre el hecho histórico, señalando que los Tauras eran bandoleros provenientes de los sectores rurales de Manabí, comandados por Pastor Tuárez Loor, nacido en una parroquia rural de Portoviejo, quien fue ajusticiado, al igual que la mayoría de integrantes de los Tauras por el batallón Febres Cordero, el cual cumplió con su objetivo de forma sistemática y eficaz. Se menciona que los Tauras eran implacables en sus tareas delictivas y que en algunos casos estuvieron claramente al servicio de políticos locales, lo que llevó al presidente Carlos Julio Arosemena a ordenar la movilización de más de 500 soldados que componían el batallón militar a Manabí con el fin de eliminar a la banda criminal. En esa línea, hay quienes aseveran que el batallón Febres Cordero fue un mecanismo defensivo y represivo, pero nadie duda de su eficacia en la erradicación de los delincuentes.

La historia de la intervención del batallón Febres Cordero corresponde a la realidad de una época violenta, sin datos exactos para corroborar o desmentir. ¿Recibió el batallón la orden directa de proceder al exterminio sin más formalidades o su intervención estuvo acorde con las necesidades puntuales de una respuesta sin contemplaciones? Leyendo sobre este hecho, es casi imposible afirmar cuántos integrantes de los Tauras murieron en combate, cuántos sobrevivieron o cuántos fueron simplemente aprehendidos, pero ciertamente la banda fue aniquilada, lo que ha permitido que se cite el ejemplo de la estrategia militar como un ejemplo de los réditos de una tarea bien concebida y mejor ejecutada. Sin embargo, hay todavía ciertos claroscuros que impiden catalogar la eficacia del batallón Febres Cordero como un hito definitivo en la historia de la lucha contra el crimen en este país.

La pregunta surge de forma inevitable: ¿sería posible citar el exterminio de los Tauras como un modelo a seguir en estos tiempos de despiadada violencia criminal?

El punto es que cualquier comparación es inoficiosa si reconocemos nuestro actual contexto, por eso la mención del episodio ocurrido en Manabí hace algunas décadas sirve básicamente para ilustrar curiosidades perdidas de nuestra historia. Y, ¿quién sabe? para algo más. (O)