Desde la colonia los rituales de los pueblos prehispánicos fueron readaptados a los fines del régimen colonial y la Iglesia. Sin embargo, contrario a lo que comúnmente se piensa, también fueron los mismos individuos de los pueblos indígenas quienes, conscientemente, introdujeron cambios en su ritualidad, y aprovecharon esos espacios para sus intereses políticos, sociales y económicos, ya sean individuales o grupales.
Andrés Guerrero al analizar las prácticas rituales en Imbabura se preguntaba por qué el ritual, que había surgido durante la hacienda, seguía reproduciéndose durante la modernización de la economía del sector agrario. Hoy en día la discusión sobre el Inti Raymi atraviesa un momento de problematización sobre su función y significado. El Inti Raymi se originó en una sociedad agraria con un vínculo cosmológico sagrado. Sin embargo, los actuales escenarios de realización son urbanos, con poblaciones que hace décadas dejaron el trabajo agrario, y están inmersos en una economía de mercado globalizado, por ejemplo, Otavalo. El ritual hace décadas se extendió a las zonas urbanas, ligadas a prácticas políticas, cuyos niveles de incidencia modificaron las funciones de las instituciones estatales subnacionales y ampliaron el acceso a estas. Las condiciones cambian, y a su vez tiene efectos no solo en las dinámicas del ritual, sino también en sus funciones y significados. Pero, una vez más, los pueblos no son pasivos, son sus mismas prácticas e intereses lo que también introducen cambios.
Inti Raymi, resumen de la celebración ancestral
En la actualidad, como en tiempos pasados, el ritual es un espacio de disputa política que es usado tanto por el Estado como por grupos de la sociedad civil indígena que buscan usarlo para legitimar su representación político-social (Otavalo, en Imbabura), o incidir en las narrativas de la construcción de la nación, o buscan ampliar sus agendas políticas organizacionales particulares (Quito, en Pichincha). Desde hace más de 20 años he observado transformaciones en la realización del ritual tanto en Imbabura como en Quito. Las organizaciones civiles ponen tarimas y programan actividades, las instancias subnacionales realizan acciones para promover el ritual, las universidades se ponen al frente para promover su práctica y significados, se promueven talleres, conferencias, concursos, se activan comités cantonales de seguridad, se acuerdan horarios, se reconstruyen los lugares de festejo, se ocupan nuevos.
Independientemente del discurso que los actores utilicen frente al Inti Raymi, es evidente que se aparte de una lógica moderna que se resume en la siguiente consigna: “¿Hay que hacer algo?”. Ya sea para evitar su pérdida o tergiversación, para promoverlo, para aprovechar el movimiento económico, para incluir a la población mestiza, para difundir su significado.
Estos días será el Inti Raymi 2025
El Inti Raymi se disputa como escenario de legitimación política y politización, entre la actividad económica del mercado y nociones de sacralidad, entre la ciudadanía étnica, el Estado y la acción de grupos civiles. Solo el tiempo nos dirá los resultados. (O)