Resulta penoso observar cómo el pesimismo va ganando espacio dentro de la población ecuatoriana, esto ante la falta de soluciones concretas a los graves problemas que afectan al país, valga decir, la violencia, inseguridad, desempleo, mínimo crecimiento de la economía doméstica y el azote de la corrupción, que, como monstruo apocalíptico, rompe a dentelladas el débil tejido social.

En muchos aspectos, lamentablemente, se camina sin brújula y, lo que es peor, con la ausencia de un liderazgo firme que sea capaz —en torno a un gran proyecto nacional— de aglutinar voluntades y de requerir a la gente hasta cuotas de sacrificio si fuese necesario, a cambio de guiar a su pueblo a un puerto seguro. De ahí que el Estado, con una debilidad institucional como la que tenemos, hoy refleje la paupérrima imagen de una embarcación dada al garete.

En esas condiciones, el desaliento y la angustia se expresan como manifestaciones densas, tanto que se las puede ver y palpar a diario en el ambiente, en el rostro apretado de hombres y mujeres, en su gran mayoría pobres que, ante el deterioro del mercado laboral, y como personas que no son visibilizadas por la lógica del mercado, se ven obligados a marcharse arriesgando los pocos ahorros que tienen, endeudándose o hipotecando algún bien, incluida su esperanza, todo para que uno de sus miembros, mediante la migración forzosa, quizá algún día alcance el “sueño americano” y con ello mejoren sus condiciones de vida, al menos en lo económico, porque los costes sociales, emocionales y afectivos son realmente devastadores para el núcleo familiar y una sociedad —en su conjunto— que enferma de manera acelerada.

Siguen siendo los desheredados del sistema, los wetback, los que con sudor y lágrimas siguen apuntalando la dolarización.

Al revisar la evolución nacional de remesas, recordamos que en el año 2021 ingresaron, por este concepto, 4.362,63 millones de dólares (monto que fue 30,71 % superior a lo registrado en el 2020), de los cuales el 33,26 % corresponde al Austro, que incluye a las provincias de Cañar, Azuay, Loja y Zamora Chinchipe; 36,06 %, a la Costa; 28,19%, a la Sierra centro-norte; y un 2,49 %, a la Amazonía.

Estas son las doce provincias de Ecuador que más dinero reciben por remesas

Y, es más, según las cuentas del propio Banco Central del Ecuador, en el primer trimestre del 2022, el flujo de remesas que ingresaron fue de 1.103,59 millones de dólares, lo que, comparado con el mismo periodo del 2021, tiene un aumento del 19,85 %. En otras palabras, siguen siendo los desheredados del sistema, los wetback, los que con sudor y lágrimas siguen apuntalando la dolarización. En contrapartida, según el reporte del SRI, de enero a julio del presente año se han recaudado $ 756,5 millones por impuesto a la salida de divisas, lo que representa un aumento del 14,11 % de lo alcanzado en el mismo periodo del 2021. Mientras por un lado se tonifica al sistema con dólares frescos, por otro se lo desangra, para alimentar a un insaciable sistema financiero internacional.

El Gobierno no debe olvidar que el pueblo es el mandante y que, por lo mismo, hay que aprender a “mandar obedeciendo”, para que la política sea sinónimo de servicio público y la democracia un sistema, un lugar donde quepamos todos. (O)