Uno de los problemas de la democracia representativa es la marcada desconexión que se da entre gobernantes y gobernados, tanto así que para Chantal Delsol, este sistema –en esas condiciones de debilidad– se torna en una ‘... engañifa, ya que para representar algo correctamente, al menos hay que parecerse o sentirse unido a quien representas...’. Esto último es fundamental tener en cuenta para explicar el grado creciente de insatisfacción que existe con el desempeño de la democracia en la región, cuyo guarismo, según Latinobarómetro 2023, se ubicó en 69 puntos, paupérrimo resultado que se traduce en decepción lo que, peligrosamente, abre las puertas para que los neopopulismos y los gobiernos autocráticos, representados por mesías escogidos por la divinidad o simples charlatanes de feria, se presenten como los salvadores de la patria, con soluciones mágicas frente a la tragedia nacional, lo cual, al final, termina en un mayor desencanto con la democracia y el consecuente resquebrajamiento de ese sistema político.

El palo y la zanahoria

Por eso la importancia que los mandatarios estén cerca de sus mandantes, es decir, alejados de esas perjudiciales burbujas en las que suelen colocarse por decisión propia o de terceros, cápsulas que los aíslan del pueblo, al escuchar y recibir información, muchas veces, solamente de voz de los comensales de palacio que ven e interpretan los hechos desde su estrechez de enfoque, como producto de su particular realidad económica, social o política en la que se desenvuelven.

En verdad, llama la atención que el presidente Daniel Noboa sostenga, por ejemplo, “que en los últimos 60 días hemos generado ya 50.000 empleos jóvenes entre 18 y 29 años...”, no obstante, el INEC, dentro de los indicadores laborales, al comparar diciembre 2023 y enero 2024, muestra un deterioro del empleo adecuado al pasar de 35,9 a 34,7; así como el crecimiento de la tasa de desempleo al escalar de 3,4 a 3,9. Sin duda, estas cifras estadísticas conectadas a una estampida migratoria y de una población que, según CID Gallup, en un 43 % desea salir del país, en busca de alguna opción de vida, lo que muestra es una incongruencia entre la información que presenta el gobierno y lo que se observa a diario en las calles, pintadas de pobreza y desesperanza.

‘Se fue’ la luz…

También causaron desconcierto las declaraciones del primer mandatario, en el marco de justificar el incremento del IVA y el impacto ‘acotado’ que tendría en las familias pobres (a criterio de oficialismo), al invitar a los ecuatorianos “a trabajar igual de duro que estamos trabajando nosotros en el Gobierno, la misma cantidad de horas, y estoy seguro de que se van a comprar varios platos de comida, van a tener entrada, plato fuerte y postre”. No, señor presidente. Debemos tener claro que trabajar en este país resulta ser un privilegio y no una cuestión de buena voluntad. Deberíamos leer más a Joseph Stiglitz, para quien la desigualdad condena a que, precisamente, el 90 % de personas que nacen pobres mueran pobres, independientemente del esfuerzo o los méritos que medien. Por eso, es bueno que, cada vez, a la autoridad se le susurre al oído: “¡Mira tras de ti! Recuerda que eres un hombre”. (O)