En el mundo de las plantas, la poda natural –la muerte y desprendimiento de ramas– permite su crecimiento saludable de dos maneras fundamentales. El árbol logra un mayor nivel de luminosidad y también usa el agua más eficientemente. En bosques sembrados y cultivados artificialmente, faltan ciertos elementos naturales que permiten que la autopoda tenga lugar, y se vuelve necesaria la poda artificial.

Según el Latinobarómetro 2023, una encuesta de opinión pública tomada en 18 países de América Latina, la región está experimentando una regresión democrática; es decir, solo 37 % de los encuestados afirman que prefieren la democracia a otra forma de gobierno. En Ecuador, somos más temerarios: 37 % de los encuestados afirman que les da igual un régimen democrático que uno no democrático. José Stalin o José Mujica, nos da igual.

Esta actitud vital ante la democracia ha logrado que se presenten como fuertes contendientes en las elecciones presidenciales un par de plantas parasitarias que, entre otras promesas anodinas, ofrecen traer la ecuadolarización como salida a la crisis actual, y una planta alelopática que mantiene como único plan de gobierno el erradicar la criminalidad a garrotazos. Otras plantas, las que dan de comer, las que abonan la tierra, las que previenen los deslaves e inundaciones, no podrían contar sino con un puñado de votos y por eso ni siquiera se candidatizan.

Para quienes, como yo, no tienen idea de plantas y tienen dos o tres que sobreviven por puro milagro, es importante aclarar que una planta parasitaria tiene dependencia de otra planta y por tanto no es autónoma. En términos humanos, necesita la imagen de su líder en camisetas, pancartas y anuncios, y su expreso apoyo en redes sociales, para recibir algo de luz; a cambio, deberá seguir sus órdenes. Una planta alelopática, en cambio, es una planta mortal que inhibe el crecimiento de otra especie usando sustancias disuasivas; donde crece esa planta, no crece casi nada más. Es la planta equivalente a un mercenario que poco conoce de liderazgo si no viene en forma de yugo servil.

Según los expertos en horticultura que he consultado para la redacción de estas importantes consideraciones, los cambios más lógicos que se deben lograr en Ecuador, como la equidad ante la ley y la mejor distribución de los recursos, se pueden dar solo erradicando los más altos niveles de corrupción. Desde 1978, nos recuerda Latinobarómetro, 21 expresidentes han sido condenados por casos de corrupción y 20 no terminaron su mandato. Esto implica que un candidato que está relacionado, con cualquier grado de separación, de un expresidente condenado no debería ser electo.

Necesitamos plantas sanas, fértiles, capaces de producir oxígeno y fabricar su propio alimento. En términos políticos, esto significa que necesitamos personas con capacidad de producir, no de robar, con la inclinación de crear, no de destruir. Necesitamos una poda radical para eliminar del espectro político los restos orgánicos que solo producen sombra y desolación. Venga, pues, en lugar de tijeras, un esfero de azul; en lugar de la suerte, nuestra determinación. (O)