El Ecuador se encuentra ante una situación crítica, que requiere de liderazgos con entereza, inteligencia y entrega a los altos propósitos de país.

En estos momentos de crisis, de la mayor inseguridad que hemos vivido en nuestra historia y de un contexto internacional complejo, se probará la capacidad de buscar soluciones tanto a problemas estructurales que hemos arrastrado por siglos como a dilemas que hemos generado en estos últimos años; ambos por la falta de capacidad de ponernos de acuerdo en los aspectos más simples del convivir nacional.

Tenemos frente a nosotros un cataclismo climático de enormes consecuencias para el futuro de la nación. Viene un fenómeno de El Niño de imprevisibles consecuencias, que puede afectar hasta el 8 % del Producto Interno Bruto (PIB). Enfrentaremos un déficit impagable, ya que no tenemos fuentes de financiamiento. Hoy se anuncian apagones eléctricos por la incapacidad de tomar decisiones con miras al futuro.

Los dos candidatos a la Presidencia de la República –Daniel Noboa y Luisa González–, cualquiera que gane tendrá 18 meses en este periodo de interinato para demostrar sus capacidades para resolver el aluvión de problemas con que heredan al país.

Es hora de dejar esas actitudes de pendencieros de esquina y buscar soluciones a los problemas que enfrentamos como nación. No dialogar y creer que entenderse con el que piensa distinto es claudicar refleja la actitud de un antipatria.

Me pregunto: ¿estamos conscientes de que tenemos que resolver, al fío, los problemas que afrontamos? Vivimos del próximo préstamo, no de nuestra capacidad de producción, exportación o explotación de nuestros inmensos recursos naturales. Estamos así por la falta de acuerdos mínimos.

El Ecuador es un país de grandes bondades geográficas, rico y megadiverso, multiétnico y plurinacional. Somos un pueblo con grandes méritos que busca la paz, el bienestar de sus familias para que tengan un mejor futuro. El pueblo requiere de cosas básicas: seguridad, educación, salud, vivienda, agua potable, caminos, electricidad, en otras palabras, un mejor mañana para todos. Añoramos un país en el que sus ciudadanos no tienen que migrar para buscar mejores oportunidades. Para ello, es necesaria la empatía y que podamos explicarnos las diferencias de opiniones para buscar soluciones, sin ese remordimiento de que entenderse es claudicar. Nada más lejos de la verdad.

Los grandes pueblos crearon sistemas democráticos, en cuyos foros se discutía la cosa pública, no las mezquindades humanas. Allí se lograban los grandes acuerdos de gobernanza para enfrentar los peligros, las crisis y las guerras. Es propio de inteligentes discrepar, es bueno tener una oposición inteligente. Cuando se cierran las puertas por temor, ideología o interés, lo que se busca es causar daño, paralizar y enterrar la esperanza de los ecuatorianos.

Yo creo que hay que decir ¡basta! Es hora de dialogar y entendernos. (O)