En un país como el nuestro, lleno de problemas extremadamente graves –algunos seculares–, como la pobreza, la marginalidad, la violencia, la inseguridad, el narcotráfico, la narcopolítica, la falta de empleo, el peligro de que desaparezca la seguridad social, el elevado endeudamiento interno y externo; con un gran número de niños y adolescentes víctimas de la drogadicción y de los narcotraficantes, ausencia de recursos para atender las necesidades básicas de los pueblos; con un alto grado de explotación ilegal de las riquezas naturales, un gran porcentaje de desnutrición infantil, falta de escolaridad, con locales educacionales obsoletos o inexistentes; la desatención a la cultura y al deporte, cárceles repletas de culpables e inocentes, la corrupción enquistada hasta en las paredes de los edificios de todos los estamentos, con una burocracia que no resuelve los asuntos ciudadanos sino que más bien los enreda para lucrar de ello, etcétera, sorprende que haya tantas personas dispuestas a “sacrificarse por la patria”.

¿17 binomios presidenciales?

¿Show necesario?

¿Será que ignoran los problemas o que se sienten superhéroes? Porque o es lo uno o es lo otro, no hay fase intermedia. Nos preocupa saber si conocen que el campo está minado por doquiera que lo pisen. Porque, si lo saben, también nos gustaría que nos muestren la varita mágica con la cual van a resolver los problemas enunciados y deshacerse de las minas que existen a cada paso. Deseable sería que cada uno no trate de convencernos a través de TikTok o de impresionarnos con discursos de barricadas que ya no se usan, o que nos ofrezcan el oro y el moro sabiendo que no van a cumplir o que no van a poder hacerlo, sino que, con la cruel relación de las cifras de la miseria económica y moral que padecemos, nos expliquen, como a chicos de primer grado, cómo van a lograr superar los fenómenos enunciados, con cifras y sin maquillajes; y, nos informen el programa de acción a cumplirse a corto, mediano y largo plazo. Y, también, que develen la cara de los colaboradores que llevarán a Carondelet, para que no nos sorprendan luego con descalificados aptos solo para lucrar de lo poco que queda de la patria deshilachada.

Lo peor es que con la tecnología las verdades se desdibujan, las calumnias florecen, los aspirantes se desgarran las vestiduras y se culpan unos a otros y entre tanto candidato a la Presidencia y Vicepresidencia de la República y a asambleístas, con verdades, mentiras y engaños, los ciudadanos no atinan a elegir a quienes más convienen a los sagrados intereses nacionales.

Somos una población con débiles esperanzas de que llegue su Mesías prometido, quien, con realismo y crudeza, desnude nuestra precaria situación y, con elevado patriotismo, responsabilidad y transparencia, nos diga la forma en que comenzará a planificarse un Ecuador del cual no queramos emigrar, arriesgando nuestras vidas y la de nuestros familiares; sino que nos asegure un futuro en nuestra tierra, ahora despojada hasta del aliento, porque entre los narcos y los delincuentes de cuello blanco y dorado se la han llevado a pedazos.

Compatriotas, no nos dejemos marear por las ofertas. Distingamos con sabiduría dónde está el bien y dónde está el mal entre candidatos y candidatos. (O)