Una vez más, en un discurso desgastado y ridículo, que se ha repetido por muchos años, se plantea el juicio político al ministro de Finanzas por la contratación de un “crédito ilegítimo” con el FMI.
Declarar ilegítimo un crédito con ese organismo internacional, que abrió puertas a muchos otros de organismos multilaterales, y sin cuya existencia el país habría colapsado por falta de divisas, es una prueba de que eso de que “no hay absolutos” no aplica en el Ecuador. Aquí sí existen la insensatez, la estulticia y la barbarie política absolutas.
Pero lo más sorprendente es que esta iniciativa proviene del sector político que contrató, esa sí, la más ilegítima de las deudas: aquella que permitió a la China arrollar al Ecuador.
Esos créditos fueron en primer lugar “reservados”. Es decir, no podía el pueblo ecuatoriano conocer las condiciones financieras en las cuales fueron contratados. Un absoluto más: la absoluta opacidad y ocultamiento de realidades ante el país.
En segundo lugar, prendaron los flujos petroleros, siendo el mismo país acreedor el importador, con lo cual no había riesgo financiero en esos créditos. El país discutió hasta la saciedad y muchos expertos concluyeron sobre la perversidad de dichos contratos que terminaron siendo absolutamente perjudiciales para el país, y sobre los cuales las denuncias de corrupción fueron abundantísimas.
En tercer lugar, con esos dineros se hicieron las obras con sobreprecio, ineficientes y que todavía no funcionan a cabalidad, como las centrales hidroeléctricas. Baste ver los riesgos enormes de Coca Codo Sinclair.
Es decir, la China fue una aplanadora sobre el Ecuador, con la venia y complacencia de quienes hoy califican de ilegítima una deuda totalmente legítima.
Pero a pesar de todo esto, al gobierno siguiente no se le ocurrió declarar ilegítima esa deuda perversa, porque hacerlo, habría marginado al país del mercado internacional de crédito, y lo condenaba a la vida ermitaña en el desierto de la sequedad de recursos.
Ese sector político, precisamente ya declaró ilegítima una deuda que no lo era, y no la pagó, teniendo los recursos para hacerlo. Esa barbaridad tuvo un enorme costo para el país, pues cuando en el 2016 bajó el precio del petróleo y el Ecuador salió al mercado a buscar recursos, le cobraron el 9 % de interés, mientras Chile, el Perú o Colombia se endeudaban al 4 % o menos. El mercado les cobró la aberración de haber declarado ilegítima una deuda anterior. Y ahora, si se va por el camino de forzar a no pagar al FMI, se nos cerrarán todas las puertas.
Pero eso no es ilógico, para quienes son afines a Irán, a Corea del Norte, a Cuba, a Nicaragua, a Venezuela, y creen que se puede vivir cacareando la palabra dignidad, o soberanía, mientras oprimen a sus pueblos, los hacen vivir sin libertades, y les destruyen su economía, produciendo esa igualdad perversa en la cual la inmensa mayoría son pobres y dependientes de las migajas del Estado.
El mensaje al mundo de los irresponsables que han planteado esta línea de acción frente al FMI no toma en cuenta que no es contra el FMI, sino contra los más altos intereses de la nación. (O)