Hace unas semanas se desarrolló un encuentro de investigadores y activistas sociales indígenas. El subtítulo del evento “pensamiento indígena” fijaba su objetivo: conocer el pensamiento indígena contemporáneo. Pude escuchar las intervenciones de jóvenes académicos y profesionales, bolivianos, peruanos y mexicanos. Mi conclusión después de escuchar estas intervenciones es que el pensamiento indígena está estancado.

En las décadas de 1970, 1980 y 1990 se inventaron el marco teórico y conceptual que hoy los intelectuales indígenas repiten para explicar cualquier fenómeno/problema de nuestra población o cultura. Primero, en las universidades inglesas salió la idea del subalterno para entender la realidad de la India. De Latinoamérica, bajo el mismo paraguas salió la idea de la colonialidad, y en las universidades norteamericanas terminó por cocinarse la idea de la decolonialidad.

Población indígena y censo

Con el uso repetitivo de varios conceptos es posible explicar cualquier fenómeno y así poder explicar el rap en quechua/kichwa, los rituales, la gestión de los museos, el arte y la política. Para esto solo es necesario repetir continuamente racismo, estado y herencia colonial, resistencia y ancestralidad, comunidad, comunitario, espiritualidad y Pachamama. No hay ningún esfuerzo metodológico para justificar el porqué dichos marcos teóricos son aptos para el entendimiento del presente de los indígenas. Los jóvenes intelectuales indígenas se han estancado en marcos metodológicos que ya no aportan nada nuevo. No se vislumbran en ellos los nuevos aportes y discusiones que en las humanidades y ciencias sociales están aconteciendo. No se percibe en ellos ni un poco de duda que cuestione dichos marcos conceptuales. De las intervenciones que pude escuchar, existe una mala comprensión y manejo de la teoría y filosofía occidental. Sin ningún tipo de argumentación teórica y con mucha confusión se puede plantear que los objetos artísticos de los pueblos indígenas son “sujetos”. Los académicos blanco-mestizos antes de cuestionar o pedir mayor argumentación ante semejantes afirmaciones se limitan a aplaudir y a secundarlas. ¿No será acaso que los jóvenes intelectuales indígenas se dedican a complacer los oídos de los académicos liberales de izquierda y progresistas?

Palo Quemado y la consulta previa

Los nuevos intelectuales indígenas empiezan a salir titulados de las mejores universidades del mundo, con maestrías y doctorados, como Harvard o Standford. Sin embargo, ¿de qué sirve si de esas universidades salen con la misma narrativa, repitiendo los mismos conceptos y marcos teóricos, que pudieron aprender en cualquier centro de humanidades de Latinoamérica? ¿De qué sirve si salen sin rigurosidad teórica y metodológica?

Los nuevos intelectuales indígenas están estancados en ideas que se repiten desde hace más de 40 años, las cuales, quizás, en su momento dejaron comprender ciertos aspectos de la realidad de los pueblos, pero que hoy necesitan ser cuestionados y actualizados. Para empezar a trabajar sobre un pensamiento indígena es necesario esclarecer la manifestación y concepción de lo sagrado, para lo cual, se sorprenderán los indígenas, es necesario alejarse de la palabrería posmoderna y neomarxista. (O)