La buena noticia es que la Asamblea Nacional de diezmos, grilletes y chongos fue disuelta y el puñado de buscavidas que la gobernaba se fue a su casa. Saquicela salió por sus fueros a criticar la muerte cruzada, pero la Corte Constitucional con su dictamen favorable lo silenció enseguida.

El presidente Guillermo Lasso, al quedarse sin margen de maniobra y cada vez con espacios más reducidos, se jugó la única carta que tenía en mano. Como reconoció en declaraciones a El País de España: “Prefiero seis meses en el purgatorio que dos años en el infierno”.

Mediocridad refundadora

No solo era la votación sumamente ajustada en la Asamblea, sino que el correísmo movió otras fichas del tablero previendo un jaque mate aun si el plan A fallaba. El nombramiento de un abogado vinculado al caso EL UNIVERSO como presidente del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS), organismo que tendrá que elegir a nuevas autoridades de control, incluido el fiscal y el contralor, ha sido una señal inequívoca de tal cerco.

La aplicación, por primera vez en quince años, de la figura híbrida entre el parlamentarismo y el presidencialismo, que fue concebida por el socialismo del siglo XXI para mantener al rebaño de asambleístas en su redil, pateó dicho tablero con el consecuente reacomodo de piezas que se dará de forma pronta e incierta.

El correísmo satisfizo su afán de conducir al país a elecciones anticipadas. Su estrategia es llegar a Carondelet con un presidente de transición, que durará quince meses, y controlar de nuevo a la Asamblea para una operación de tenazas que permita el retorno triunfal de su líder. Bajo la directriz de olvido sin perdón, toda vez que jamás ha habido de su parte un acto de mea culpa por tanto abuso, atropello y corrupción.

(...) el correísmo movió otras fichas del tablero previendo un jaque mate aun si el plan A fallaba.

Mientras, el presidente Lasso ha iniciado la cuenta regresiva de su relevo constitucional hasta final de año. El Washington Post ha asegurado que no buscará su reelección y que postulará a otro candidato de su entorno, donde tampoco hay mucho que escoger. Tal vez Cucalón o Arosemena.

Al tiempo, los candidatos presidenciales proliferan al tropel reproduciendo la misma dispersión de 2021 y que tiende a favorecer a UNES como movimiento triunfante en la elección de febrero y con mejor organización política a nivel nacional. Aun así, está por jugarse un nuevo partido con resultado abierto.

La novedad es que la elección general traerá aparejada la consulta popular del caso Yasuní/ITT. En verdad, totalmente inopinado que la mayoría de la Corte Constitucional, al parecer comprometida con el activismo ambiental, en un momento tan enrevesado y crítico haya considerado la pertinencia de sacar a flote un tema de esta naturaleza que ha estado una década encarpetado (arrojándolo al debate populista). Que podría significar en un año el cierre definitivo del bloque 43 de Petroecuador que produce 50.000 barriles de crudo diarios, con una pérdida de ingresos por 1.200 millones de dólares anuales y otro monto semejante destinado a retirar hasta el último tornillo del campo. Con menos del 0,01 % del parque natural ocupado por sus instalaciones. Una novatada más. (O)