Damocles fue un cortesano adulador en la corte de Dionisio I, rey de Siracusa, Sicilia, en el siglo IV a. C. Dionisio, deseoso de escarmentarlo, se ofreció a intercambiarse con él por un día, para que pudiera disfrutar de primera mano su suerte. Se celebró un gran banquete donde Damocles fue tratado como un rey. Solo al final miró hacia arriba y notó la afilada espada que colgaba atada por un único pelo de crin de caballo directamente sobre su cabeza. Inmediatamente se le quitaron las ganas de disfrutar de los apetitosos manjares que le servían y pidió abandonar su puesto, diciendo que ya no quería seguir siendo tan “afortunado”. Esa historia se convirtió en la expresión “la espada de Damocles”, utilizada para referirse a una amenaza constante o un peligro latente.

La tremenda volatilidad del precio internacional del cacao ha beneficiado en gran medida a productores, pero ha complicado la estabilidad del abastecimiento y la rentabilidad de los exportadores. Esto debería llevarnos a reflexionar y prepararnos en nuestras organizaciones para eventos inesperados y disruptivos. Existe una engañosa estabilidad en el mundo moderno; hoy es el cacao, mañana puede ser otro producto, activo o recurso. Las posibles causas son múltiples: fenómenos climáticos, guerras civiles, inestabilidades políticas, cambios normativos, desastres naturales, entre otras. Aunque nadie puede predecir el futuro, podemos adoptar ciertas mentalidades y seguir recomendaciones estratégicas de diversos autores:

- Practicar el principio del mal resultado: No limitarnos a imaginar el resultado ideal del futuro, sino también considerar qué podría salir mal y cómo superarlo. Josh Wolfe dijo: “El fracaso precede del fracaso de imaginar el fracaso”. Pensar en lo que puede fallar nos ayuda a anticiparnos y a estar más atentos al entorno.

- Adoptar una mentalidad de múltiples opciones: crear, diseñar y mantener diversas opciones para ser flexibles y adaptables. No hay que casarse con un único plan. La mayoría de los negocios operan con escenarios únicos, cuando la realidad indica que existen múltiples posibilidades.

- Aceptar y aprovechar el cambio: un viejo adagio dice “si la vida te da limones, haz limonada”. Juega con tus recursos y competencias. Aprovecha las fluctuaciones para identificar nuevos negocios. Revisa qué puedes mejorar sobre la marcha. Suelta rápido lo que ya no funciona.

- Priorizar la robustez: diseña tu empresa para que sea resistente, adaptable y flexible. Algunos ejemplos: ten varias líneas de negocios, crea sistemas y procesos que puedan soportar shocks sin desmoronarse.

- Eliminar lo que no sirve: procesos, productos o relaciones comerciales que no aportan valor o que son perjudiciales. Evita el exceso de deuda y gastos innecesarios. “Solo cuando baja la marea se sabe quién nadaba desnudo”, dijo Warren Buffett.

- Adoptar la redundancia beneficiosa: tener algo de redundancia puede ser útil para enfrentar situaciones imprevistas. Por ejemplo, tener un respaldo del sistema informático ante una caída del sistema principal.

“La única verdad es la realidad”, dijo Aristóteles. Lo cierto es que vivimos en permanente fragilidad y más vale que nos preparemos para ella. (O)