La oportunidad de expresarse escribiendo es un privilegio que permite llegar a los lectores que buscan en el periódico algo más que la noticia de hace poco. De quienes, al fijar su mirada en una página de opinión, están predispuestos a pensar desde la razón. Y en este plano, escribir, es un ejercicio de la ética de la convicción y de la ética de la responsabilidad, en el sentido que dio a tales conceptos Max Weber. Ensayando incitar a pensar, más allá de comentar lo sucedido el día de ayer.

Escribir es superar la apatía de quien renuncia a pensar solo en temas particulares, para reflexionar y comprender los asuntos de alcance público. Asumir el oficio de escribir a través de una reflexión comprometida. Escribir sin prejuicios ni cálculos políticos, sino por convicciones y valores. Escribir no a partir de la antisepsia, sino desde el entusiasmo por los principios de la democracia pluralista, la tolerancia, o de las ideas en las que se cree. Escribir como expresión de la libertad de pensar y de expresarse. Sin apremios o recelos que no sean lastimar o afectar la honra y la dignidad humana.

Escribir desde la reflexión y la memoria, sin quedar atrapado en la coyuntura de un día. Sin creer que la verdad está en un solo lado. Además, las ideas y las palabras son la dimensión de lo inacabado y de lo no concluido. Desde el ámbito de pensar, la duda nunca llega al puerto de las certidumbres inalterables. Como articulista he conectado el análisis con alguna huella de la historia, o traigo una idea de alguien que dijo algo y que ha perdurado en el tiempo. Un amigo, en tono de delicada crítica, me decía que después de leer mis artículos le quedaba la sensación de que no concluía. Y es verdad, siempre he procurado pensar desde la duda y no creer en las certidumbres consumadas, pues eso sería caer en la arrogancia. Admito también que no es fácil escribir y dejar una idea que perdure.

Sin una prensa libre y abierta, responsable y crítica no sería posible vivir en democracia. Lo que revela la antipatía y el disgusto de los autoritarios y tiranos a la pluralidad del pensamiento, la libre circulación de las ideas, la información y la comunicación. Sin prensa libre viene la consumación de la democracia y comienza la omnipotencia del absolutismo, que genera el miedo y el silencio, imponiendo la sumisión.

Exteriorizo mi gratitud con EL UNIVERSO. En particular con sus directores, la editora general y la editora de opinión. He sentido complacencia de escribir en un periódico centenario que honra a la prensa ecuatoriana. Debo dejar de escribir aquí y despedirme de los lectores al haber asumido la presidencia del directorio del Grupo El Comercio. Seguiré vinculado a la comunicación, coadyuvando a su desarrollo, cohesión y pluralidad, en defensa de la democracia y la necesidad de fortalecer la institucionalidad. Enfrentando, además, los retos de la globalización de la información digitalizada. Mi agradecimiento a EL UNIVERSO por haberme concedido el privilegio de asumir la responsabilidad de escribir. (O)