Medios “observadores” transmutados en medios “extorsionistas”, que se prestan para desviar la atención de las audiencias; dirigencia deportiva, futbolística específicamente, usada para lavado de dinero. Antes, narcogenerales, jueces y fiscales a los que se les retiró la visa por sus vínculos, imagino ampliamente verificados, con mafias.

Son muchas las señales que en los poco más de tres años de funciones emite con determinación y frontalidad el embajador de los Estados Unidos en Quito, como alertas para este otrora pacífico país devenido en violento, corrupto e invadido por mafias del narcotráfico, en la última década.

Quién es Michael J. Fitzpatrick, el diplomático estadounidense que denuncia la infiltración del narcotráfico en las instituciones de Ecuador

Ya en octubre, el mismo Michael J. Fitzpatrick, al momento de felicitar al actual presidente por su victoria, dijo sin filtro que el resultado “fue un firme sí a favor de la democracia y un fuerte no a los narcos, a los terroristas”. Afirmación que dejó más de un aludido indignado e invocando soberanía, en el sentido de que el embajador no debe actuar en política interna, cosa que no comparto porque es indispensable que quien tenga información confiable de hechos dolosos la entregue por el bien común.

Y si queremos buscarle un contexto a su accionar, esta frase del embajador en una entrevista con una revista local puede ser los suficientemente gráfica: “No queremos ni ladrones ni su plata en mi país”.

Lo patético de todo esto es que ocurre ante la mirada de muchos ecuatorianos, de la mayoría, y sobre todo de quienes han ostentado el poder. Lo condenable es que muchos de ellos han optado por mirar para otro lado, en una mezcla de temor, irresponsabilidad y la indescartable corrupción.

El embajador, entonces, como nos tiene acostumbrados, busca el momento propicio para poner el dedo en la llaga y asume el muy necesario rol de advertir. Y por lo visto de actuar, acorde con sus posibilidades y herramientas que la diplomacia le permite. Porque quizá en algunos de esos casos denunciados, el retiro de la visa pasó a ser el mayor acto de sanción en un ambiente nacional en el que las presiones para lograr impunidad se hacen descaradamente, a la luz del día.

“La impunidad en el crimen transnacional organizado y la corrupción es grande, en todas tardes. El crimen organizado y la corrupción toman ventaja en las jurisdicciones, donde la institucionalidad está en construcción porque les garantiza la impunidad”, es la reflexión al respecto de Michael J. Fitzpatrick, hace algunos meses, en la Universidad Andina en Quito.

La alusión a los medios “extorsionistas” y a las transacciones futbolísticas como parte de la interacción mafiosa es sin duda un rumor que la Embajada debe haber podido confirmar y lanzar. Y no me sorprende porque ahí también ha habido hilos sueltos ya hace algún tiempo.

“Ecuador vive un momento complejo, en el que la verdad como valor clave de la convivencia pacífica en una sociedad democrática corre el riesgo de quedarse en el olvido”, dijo el embajador en la Andina.

Yo agregaría que cuando el país esté cerca de tocar fondo, “habrá señales”. El embajador se ha encargado de enviarlas casi todas. Ahora resta que las autoridades nuestras se den por enteradas. (O)